SONETO CON SED
Leyendo un día un libro, de repente, hallé un ejemplo de melancolía, un hombre que callaba y sonreía, muriéndose de sed junto a una fuente.
Puede ser que mirando la corriente, su sed fuera más triste todavía, aunque acaso aquel hombre no bebía, por no enturbiar el agua transparente.
Y no sé más. No sé si fue un castigo, y no recuerdo su final tampoco, aunque quizás lo aprenderé contigo.
Yo, enamorado, soñador y loco, que me muero de sed y no lo digo, que estoy junto a la fuente y no la toco.
J.A. Buesa
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