LA MÁS INDOMABLE BAS-KADIN
La Suegricida más encantadora del Mundo:TURHAN
Khadija Turhan Hadice, reina otomana que se despachó al otro mundo a su suegra Kosem.
Khadija Turhan Hadice, ya que ese era su nombre completo, nació en Rusia a finales de noviembre de 1627, siendo hija bastarda de un noble provinciano y una sirvienta de la granja del aristócrata. Criada en la pobreza por su abuela materna, se cree que su madre la abandonó para irse a Moscú, pero desde niña Turhan ya tenía un carisma especial, un cabello castaño rojizo precioso y unos ojos ámbas hipnóticos. Siendo adolescente, fue capturada por unos mercaderes, quienes la llevaron a Constantinopla (cabecera del imperio otomano) y ahí un diplomático la compró para obsequiarla al sultán para su harén. Sabiendo ya bordar bastante bien y siendo buena tañedora de la balalaika, sus talentos fueron aprovechados en el harén y fue escogida para ser entrenada en idiomas, cocina, danza, historia y artes amatorias. Los eunucos que la alfabetizaron se maravillaban ante su natural inteligencia.
Bajo el sistema otomano, las mujeres podían conseguir cuotas de poder a través de la cama del sultán de turno. Obviamente, el puesto más alto al que escalaba una hembra de la especie en la corte era cuando era nombrada sultan valideh, o madre del sultán de turno. La valideh era la reina titular, y su poder era tal que a veces ni el mismo sultán se atrevía a contradecirla. Las kadins eran las esposas del sultán, siendo la bas-kadin la de más poder por ser la madre del heredero al trono. Los sultanes podían tener hasta 4 kadins, y las mujeres se convertían en kadins solo a través de parirle un hijo macho al monarca. Las mujeres que eran concubinas y le parían hijas eran apenas ikbals, y las que eran concubinas sin parirle hijos al sultán eran apenas gediklis. Esposas de hecho pero o de nombre, las kadins nunca pasaban por ceremonia formal de boda, siendo la única con esta distinción la legendaria Khurrem, quien fue segunda kadin pero primera en el corazón del memorable Solimán el Magnífico. Conociendo la historia de su compatriota (ya que Khurrem era rusa), la rusita Turhan se propuso llegar a ser tan o más poderosa que su recordada paisana.
La primera vez que Ibrahim El Desquiciado vio a Turhan, Cupido lo flechó con fuerza. El guapo sultán loco, quien amaba rodearse de joyas y pieles de animales, la pronunció "la tigresa más hechizante que he visto" y la consideró indispensable desde la primera noche que se la llevó al lecho en una cama cubierta de pieles de osos Kodiak. Turhan se bañaba en miel y luego se dedicaba a hacerse lamer enterita por el enloquecido Ibrahim, y entre tantos arrumacos, tuvo 4 hijos del sultán: Memhmet IV, Solimán II y Achmet II, además de una preciosa niña llamada Atike. Reza la leyenda que Ibrahim solía presenciar los partos de Turhan y que en dos ocasiones se comió la placenta que había nutrido a los bebés. En pelo en la deliciosa sopa perfecta de la vida de Turhan era su intrigante suegra Kosem, quien en su afán de dominar a su hijo no paraba de intrigar y andar de chismosa.
Kosem no quería compartir el poder con nadie, y Turhan cada vez se enviciaba más de la exquisita golosina que es el mando. Tampoco le gustaba compartir a su hombre con dos esposas más, por más que ella siguiera siendo la bas kadin. La cosa se puso peor cuando Ibrahim se infatuó de una enorme y elefantiásica armenia a quien llamó Sechir Para, o Cubo de Azúcar. Sechir Para se prestaba para todo tipo de aberrados juegos eróticos, la atracción que sentía el monarca por la armenia se basaba en que Sechir estaba demasiado bien dotada por la naturaleza "allá abajo" y el perverso Ibrahim se pasaba horas contemplando el andamiaje reproductor de Sechir mientras ella engullía cantidades navegables de golosinas para conservar su circunferencia. Sechir para colmo era chismosa, y cuando ella le susurró a Ibrahim que las 200 mujeres de su harén tenían demasiadas confianzas con los eunucos, Ibrahim en un arrebato de celos masivos hizo ahogar al harén entero. Turhan se capeó de cantar debajo del agua por puro milagro.
En 1648 Ibrahim, tras haber malgobernado y lograr ganarse el odio de todos, fue depuesto y ejecutado. Se armó el pandemonium en Constantinopla, hubo revueltas por doquier, los venecianos sitiaron por mar los Dardanelos, el gran visir fue ejecutado tres años luego de la muerte de Ibrahim y Turhan se agarró a las riendas del poder como regente de su hijo menor de edad Mehmet IV a como mejor pudo. Lo único que la separaba de ser "la mera mandurria" era que Kosem, su odiada suegra, seguía viva. Para aplacar al pueblo, hizo ejecutar a 30 ex servidores de Ibrahim, y devaluó la moneda.
Buscó apoyo en el sagaz político Ahmet Koprula, quien le contó el cuento de que los genízaros (tropas élites que cuidaban al sultán) habían sido sobornados por Kosem para matarla a ella y al niño Mehmet IV. Iracunda, Turhan optó por poner a buen reguardo a su suegra, y contando con el apoyo de sus incondicionales eunucos, hizo ejecutar a su vieja suegra en 1651. Koprula, tras la muerte de Kosem, cobró sus servicios a Turhan. La obligó a nombrarlo gran visir (una especie de primer ministro), la hizo prometer que no se metería en asuntos gubernamentales, la hizo ceder la regencia para que él fuera el regente mientras Mehmet IV terminaba de emplumar, y la hizo coger sus maletas y largarse con su corte a Erdine. Koprula en el gobierno echaría raíces a tal punto que sus descendientes fueron servidores de los próximos 4 sultanes durante 50 años.
Tras su exilio en Erdine, Turhan se vio asediada por un joven mercader veneciano de 22 años, Pietro Varelli, heredero de una cuantiosa fortuna. A pesar de ser mucho mayor que el veneciano, Turhan lo traía completamente loco. Reza la leyenda que el infatuado muchacho entraba por el balcón para pasar la noche con ella, y con el correr del tiempo logró casarse con Turhan. La bella suegricida moriría sin arrepentirse de haber ultimado a Kosem, y se dice que Turhan murió de un empacho de langostinos en febrero de 1683, dejando una hija que tuvo de Pietro Varelli, Vanozza, la cual llegó a ser una importante literata y filósofa.
Cecilia Ruiz de Ríos