las formas
Dejadme conoceros,
formas apenas presentidas por mi espíritu.
Nada sé de vosotras que me habéis escoltado en el mundo.
Desconozco la densidad de la raíz
y la eternidad del ruiseñor.
Ignoro todavía por qué la nube adquiere
estatura de hombre,
o de león que amenaza un valle.
En vosotras hay lenguas que no escucho.
Autónomos colores que no miro.
Sabor alucinante que no gozo
y olor indivisible en las esencias.
Si muriera sin conoceros, volvería
incorporado cual la voz al trueno;
como ansiedad a las centrales sombras
y como llanto a la invasión del agua.
Dejadme conoceros hasta saciar la luz que os viste
con la tez de su roce imaginario;
hasta hallar los espíritus benignos
que habitan en la pulpa del madero;
la lluvia que no baja en los diluvios;
los gérmenes arcanos de la almendra
y el silencio en los labios de los ruidos.
Hasta mirar la vida de la rosa,
desintegrada, altísima y desnuda,
y el iris de las conchas y los peces
brillando independiente de los cuerpos.
Entonces yo podré, como vosotras,
saber que entre mi sangre hay otra sangre;
figuras de mi ser ya separadas;
cristales que me nublan y poderes
de la noche integral que me descubren;
otros sueños yacentes en mis sueños;
orígenes detrás de mis orígenes,
y unas águilas blancas detenidas,
como orquídeas abiertas en mi espacio.
GERMÁN PARDO GARCÍA
Novato