Esa es una gran verdad. Cuando mi padre murió hace tres años, él tenia 86 años. Llevaba a cuestas un cáncer terminal que a cualquier otra persona hubiese destruido pero en cambió, él no parecía físicamente tener esa edad, sino se veía más joven y su mente muy lúcida, ´El siempre decía que cada día era una nueva oportunidad de vivir y no había tiempo para lamentaciones ni para recriminaciones. Su actitud ante al vida a veces nos hacia olvidar que tenía 86 años. Hasta el último día de su vida señalaba con orgullo los objetivos cumplidos. Creo que esa actitud es la correcta para mantenernos jóvenes a pesar de la edad.
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