Hay veces en la vida en las que cuando nos tienen que dar una mala noticia, la persona que nos tiene que dar el mensaje intenta “maquillar” la información intentando hacerla más bonita y no tan dramática, es decir, intenta minimizar al máximo los impactos negativos del perjuicio, aunque en realidad están ahí.
La frase de hoy proviene de los boticarios (de los farmacéuticos) quienes, para hacer más atractivas las píldoras (pastillas, medicinas) las cubrían con tintes de varios colores. De esta manera tanto niños como mayores no sentían tanto rechazo al tomarlas ya que parecían caramelos en lugar de medicinas, y como el factor psicológico en tan importante en estos casos, pues la verdad es que conseguían el efecto deseado: que la gente las comprase y las tomase.
Y esa tradición de las farmacias y ha ido transmitiendo hasta el vocabulario popular con frases como la de hoy: dorar la píldora. Y es que el lenguaje se nutre de las más insospechadas fuentes. ¡Que tengáis un buen día!
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