Llevaba cinco años de novios y tres de matrimonio cuando me di cuenta de que no estaba enamorado. Aún tardamos dos años más en divorciarnos y fue ella la que tomó la decisión”, confiesa Alejandro, 40 años. “Somos muy distintos, discutimos constantemente y, a veces, nos hacemos la vida imposible… Pero, cada vez que ella intenta dejarlo, siento que se me cae el mundo encima. ¿Será esto el amor?”, se pregunta Fernando, (36 años). En nuestra sociedad, la responsabilidad de poner fin a una relación que no funciona suele recaer en la mujer. La dificultad que tienen muchos hombres para hablar de temas emocionales puede llevarles a dilatar la ruptura más allá de lo razonable: “Ellos presentan una visión mucho más global de sus sentimientos (‘me siento mal…’), mientras que las de ellas saben distinguir mejor cada una de sus emociones (‘estoy triste, irritada, molesta…’)”. Aún hoy, las mujeres expresan con más facilidad sus sentimientos”, apunta Sandra Díaz, psicóloga. Esto no quiere decir que los hombres desconozcan las causas de su infelicidad, sino que les cuesta más ponerlas en palabras. “A veces achacan su malestar al trabajo, al estrés o al cansancio acumulado para no enfrentarse al verdadero causante, por ejemplo, problemas de pareja. Cuanto más tarden en actuar más deterioro, alejamiento, frialdad y desamor se generará en la relación”, explica Teresa Vaquero, psicóloga.

Infelizmente juntos

En ocasiones, en nuestra sociedad, existen relaciones destructivas, que sobreviven a duras penas entre discusiones y faltas de respeto constantes. También existen las parejas tristes, sin amor; las uniones que se mantienen por una necesidad o una dependencia insana. ¿Cuáles son las razones que impulsan a conservar un vínculo cuando está deteriorado? Según la opinión de Vaquero: “Las relaciones que más enganchan son las que se refuerzan intermitentemente, en las que se intercalan los ‘hoy te quiero y eres lo mejor de mi vida’ con los ‘no vales para nada, quién te va a querer sino yo’. Si no se cortan pronto, estas uniones acaban generando dependencia. El miedo a la soledad, los intereses económicos, la baja autoestima, la falta de apoyo social y familiar, las amenazas ante los intentos de ruptura, etc., suelen ser el caldo de cultivo de este tipo de situaciones”. Es frecuente que un apareja infeliz se mantenga en el tiempo porque el hombre (o la mujer) tiene expectativas de mejora: “Piensa que debe hacer todo lo posible para  arreglar las cosas. Si no lo hace, la sensación de fracaso que siente le ‘obliga’ a seguir adelante sin romper, esperando que la pareja cambie, disminuyan las discusiones, aumente el efecto…”, opina Díaz. La rutina puede ser, en ocasiones, el motor que mantiene a flote una pareja en la que ya no hay amor. La psicóloga añade: “Por lo general, son las mujeres las que establecen las costumbres diarias y los hombres se acomodan a ellas. La rutina es importante para todos, pero conviene hacer cambios de vez en cuando para no estar siempre en el mismo estado emocional. Las mujeres necesitan más los cambios en la rutina de ocio de pareja que los hombres (un viaje los dos solos, una sorpresa especial, una cena romántica…)”. La rutina en sí no es mala, siempre y cuando esté acompañada de momentos de calidad en pareja y en familia. “El aburrimiento, lo repetitivo y la falta de ilusión sí son dañinos. Detectar cuándo estamos empezando a aburrirnos y plantearlo para buscar soluciones juntos hará que el hastío no acabe con el valor reforzante de la relación”, afirma Vaquero.

No lo dejo porque…

Existen muchos motivos que impiden o dificultan a los hombres tomar la decisión de romper. El miedo, la comodidad, el sentimiento de fracaso y el que dirán son quizá los más habituales. “Uno de los temores más frecuentes en el  hombre para no romper una relación es el miedo a estar solo. Ellos se sienten bien en compañía y temen la soledad física, tienen una visión práctica de la situación. El miedo a la soledad de las mujeres, sin embargo, está más ligado a problemas de autoestima y dependencia (miedo a no gustar, miedo a ‘volver al mercado’, miedo a quedarse sola…)”, apunta Díaz. A veces las ruptura no se lleva a cabo porque el hombre teme perder la comodidad que encuentra en pareja. “Esto ocurre en relaciones resignadas donde la infelicidad es l atónica general. Es frecuente que, con el tiempo, aparezcan infidelidades, por una o ambas partes, que pongan fin a la unión. Si la pasión y el amor son valores en la persona, su ausencia le sumirá en una vida vacía y desgraciada”, defiende Vaquero. El sentimiento de fracaso es otra razón que tienen algunos hombres para mantener una relación que está rota. El fin de un apareja significa admitir que no se ha cumplido las expectativas optimistas con las que se empezó. En algunas ocasiones, el ‘qué dirán’ es el motor que hace que la pareja siga adelante, aun viviendo en una profunda infelicidad. Este miedo suele ser anticipatorio; una vez que la separación se hace efectiva, el individuo podrá comprobar, en la mayoría de los casos, que la reacción de las personas externas a l apareja no era tan terrible como esperaba.

La infidelidad

“Es cierto que no éramos una pareja modélica, pero estábamos bien. Creo que hubiéramos seguido juntos si yo no hubiera conocido a otra mujer”, cuenta Sergio, 45 años. El motivo principal por el que el hombre deja una relación es la aparición de una tercera persona. Cuando una relación está “tocada”, sus integrantes están más receptivos a los estímulos externos.. “Una tercera persona puede dar la fuerza necesaria para romper, puede hacer ver la mala relación que se tiene o causar una ruptura obligada al ser descubierta”, subraya Vaquero. Día por su parte opina” “Los hombres tienen más tendencia a ser infieles que las mujeres porque no necesitan  enamorarse para serlo. Si se sienten infelices con su pareja, las posibilidades de que aparezca una tercera persona son bastante elevadas”. Por otra parte, no es extraño que las infidelidades de un hombre se mantengan durante años

Formas de romper

“Llevaba tiempo pensando cómo decírselo, no quería hacerle daño, no quería ser bruto… pero un día discutimos por una tontería y acabamos separándonos”, afirma Ignacio, 33 alo. Tomar la decisión de romper es difícil; hacerlo de manera correcta, algo verdaderamente complicado. A muchos hombres les cuesta elegir el momento justo, las palabras adecuadas… Lo más común es que lo hagan de manera abrupta y repentina” “Esto pone en evidencia que la relación estaba rota mucho antes de decirlo. El hombre había estado acumulando frustración, malestar; seguramente también había enviado  mensajes indirectos esperando cambios que no se han producido. Es posible que la mujer sospechara algo, pero también que no se lo esperara en absoluto. En este último caso el fin de la relación puede vivirse de manera dramática”, comenta vaquero. Delegar la ruptura, llevar a la  mujer al límite para que sea ella quien tome la decisión es también algo habitual. Esta forma de actuar es propia de hombres que temen cargar con un sentimiento de culpa. “Son personas incapaces de afrontar conflictos, con falta de valentía y de responsabilidad”, puntualiza Vaquero. También hay hombres  que “juegan a romper”, que cortan y vuelven con su pareja intermitentemente. “Esta actitud manifiesta dependencia, miedo al rechazo, temor a enfrentarse a lo desconocido”, opina Díaz. “Estas rupturas son propias de relaciones que no funcionan en general, pero que sí lo hacen a nivel sexual.”

“Romper de forma civilizada se da en pocas ocasiones. La mayoría de las separaciones implican altas cargas emocionales”, concluye Díaz.

ESTER ALONSO