mejora personal
"Me ahogo en
un vaso de agua"
Hay personas que se abruman ante la menor dificultad, frustración o novedad. Presas del pánico, son incapaces de demostrar lucidez y se sienten paralizadas sin saber cómo actuar. ¿Cuáles son las claves para no dejarse superar por los acontecimientos y aprender a relativizar?
Siempre hago una montaña de un grano de arena", se queja Virginia, organizadora de eventos de 40 años. "Me ahogo ante el menor imprevisto, por cinco minutos de retraso o una tarea de última hora. Mi ansiedad crece, me siento perdida, no sé qué hacer y, por lo general, no hago nada." Esa angustia que siente Virginia es uno de los signos típico de la sociedad hipermoderna en la que vivimos.Según el psicólogo Pablo Fernández-Berrocal: "Nos sentimos sobrepasados por nuestro entorno por tres razones conectadas entres sí: somos excesivamente perfeccionista, tememos el fracaso y complicamos nuestras vidas constantemente".
Miedo al error
Virginia tuvo de repente la sensación de "no poder llegar", un sentimiento de impotencia que se produce en aquellos que desconfian de sus propias habilidades, lo cual a menudo les genera una necesidad de control que les convierte en personas extremadamente perfeccionistas, tanto en el trabajo como en su vida personal. sin embargo, "recordemos que la perfección es enemiga de lo excelente", dice el psicólogo. "El perfeccionismo -añade- nos paraliza porque no nos atrevemos a elegir entre diferentes opciones, ya que si elegimos puede que escojamos una opción buena pero no perfecta." En esta indecisión subyace el miedo al error y al fracaso, así como a la opinión crítica y reprobatoria de los demás, "que podría llegar a dañar nuestra autoestima y nuestro nivel de aceptación social y profesional".
Todo a la vez
Este círculo pernicioso y negativo se acentúa por la tendencia que tenemos hoy en día a complicar en exceso nuestra vida intentando hacer demasiadas cosas a la vez. Muchos luchan así contra el miedo al aburrimiento, aunque lo que hacen en realidad es sobrecargarse hasta límites insostenibles. "En personalidades obsesivas esa tendencia es aún peor, ya que se centran en la faceta negativa de lo mejorable, abandonándose en preocupaciones perfeccionistas que les llevan al desánimo y a la parálisis, en vez de focalizar sus esfuerzos concretos en hacer mejor las cosas", dice el psicólogo. "Cuando esta actitud se lleva al extremo puede generar una forma de autosabotaje que les lleva a posponer tareas que producen ansiedad, pero cuyo retraso provoca graves consecuencias negativas tanto en el ámbito personal como laboral", añade el psicólogo. Por eso es básico ponernos siempre metas realistas y alcanzables para no sentirnos frustrados, así como buscar espacios sin interrupciones para aprender a disfrutar de la vida.
AURORE AIMELET / LAIA AMORÓS
¿Qué hacer?
Relativizar el problema. Si el problema es muy complejo, divídelo en pequeños problemas que sean solucionable a corto plazo. Para ello, plantéate metas viables y realistas cuya finalización te genere satisfacción. Debes focalizarte no sólo en el objetivo del gran problema, sino también en el disfrute de resolverlo poco a poco.
Cuestiona tus miedos. Identifica las razones que te llevan a abrumarte fácilmente. ¿Qué beneficios obtienes con este comportamiento? ¿Qué temores oculta?
Aprende a fracasar. En algún momento, elegir nos llevará al error y, quizás, a una situación difícil. Sin embargo, debemos asimilar que equivocarnos es parte intrínseca del proceso para conseguir nuestras metas personales y profesionales, así como un estreno para decisiones futuras y para madurar como persona.
Simplifica tu vida. Tenemos que buscar espacios libres de interrupciones, ya sea de nuestro móvil, de nuestro e-mail o de cualquier situación que nos distraiga de las cosas que hacemos o deseamos hacer. Piensa, ¿estás al 100% cuando trabajas en lo que te gusta o cuando estás con tu hijo? No dejes que lo urgente se imponga a lo importante.