Mi Hija Hilderlgart
La madrugada del 9 de junio de 1933 Aurora Rodríguez asesinó con un revólver a su hija Hildegart mientras dormía. La disparó dos veces en la sien, una en el corazón y otra en la cara. La chica tenía 18 años. Después se dirigió a un despacho de abogados donde confesó lo que había hecho. Pero Aurora Rodríguez llevaba ya mucho tiempo tramando el crimen. De hecho fue el final de una historia que había comenzado 18 años antes, cuando decidió creerse Dios y engendró una hija para dominarla y convertirla en lo que ella quería.
QUIÉN ERA AURORA RODRÍGUEZ- Había nacido en El Ferrol en 1890, en el seno de una familia de clase media. Guardaba cariño por su padre, pero no por su madre, a la que culpaba de la mala relación de sus padres. Se convirtió en una niña introvertida y reflexiva que dedicó su infancia a leer la biblioteca paterna, principalmente las obras de los socialistas utópicos. Uno de los sucesos que marcaron su vida fue la llegada a su vida de Pepe Arriola, el hijo de soltera de su hermana. Aurora se hizo cargo de él desde su infancia, y le enseñó a tocar el piano desde pequeño. Luego se convertiría en el Mozart Español.
LA “CREACIÓN” DE HILDEGART. Tras buscar durante varios años un candidato que pudiera engendrar con ella una niña perfecta, Aurora Rodríguez encontró finalmente al candidato: un supuesto marino alto y fuerte al que le gustaba leer. Tras varios encuentros sexuales que Aurora define sin ninguna pasión ni romanticismo, Aurora se quedó embarazada. Dicen que durante el embarazo siguió una dieta estricta, y que incluso ponía el despertador por la noche para cambiar de posición y no dañar al feto. El resultado nació en diciembre de 1914. Hildegart fue una niña prodigio a la fuerza que no tuvo infancia, ni vida propia. Escribía y leía con tres años, hablaba inglés, francés, alemán con diez. Con 14 redactaba artículos, impartía conferencias. Sólo se dedicaba a estudiar, y hay testigos de que Aurora reñía severamente –e incluso pegaba a la niña- cuando no hacía algo bien en el colegio. El cultivo de la mente de la niña se convirtió en una obsesión para la madre. Dicen que en raras ocasiones Aurora besó, abrazó o acarició a su hija. Aurora centró los estudios de su hija en la filosofía racionalista en todo lo relacionado con la sexualidad, para evitar que cayera en él, “la trampa que esteriliza el talento de las mujeres”.
Con 17 años Hildegart se licenció en Derecho, y comenzó la carrera de Medicina. Se siente atraída por el movimiento socialista, aunque luego se desengañaría. Llegó a ser expulsada del partido. Se convirtió en una líder feminista y sindicalista con una futura brillante carrera política en el Partido Federal.
LAS ANSIAS DE LIBERTAD DE HILDEGART LA LLEVARON A LA MUERTE. Cuando Hildegart comenzó a sentir las ansias de independencia, su madre, viendo que su proyecto se le escapaba, decidió acabar con la vida de su hija.. Unos días antes de matarla, la recluyó en el piso en el que vivían en la calle Galileo, y cuenta una criada que el ambiente se hizo muy tenso. La madre no dejaba a su hija ni comunicarse con el exterior, y la niña imploraba que la matara.
EL DESTINO DE AURORA TRAS MATAR A SU HIJA. Existen dudas de si Aurora llegó a arrepentirse de haber matado a su hija. Algunos textos le atribuyen esta frase: “Como una gran artista que puede destruir su obra si le place, porque un rayo de luz se la muestra imperfecta, así hice yo con mi hija a quien había plasmado y era mi obra”. Fue condenada a 26 años de cárcel. En 1935 fue internada en el psiquiátrico de Ciempozuelos, y durante mucho tiempo se creyó que había sido puesta en libertad tras las excarcelaciones de 1936. Sin embargo se sabe que Aurora murió 20 años después en el sanatorio mental.
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