Centrarse en el corazón
¡Inténtalo! Hay muchas formas de hacerlo. Toca a alguien: si eres una persona que se rige por el corazón el contacto irá directo a tu corazón y sentirás esa cualidad. Si coges la mano de una persona que se rige por la cabeza, la mano estará fría. Y no sólo fría, sino que la cualidad del propio contacto será fría; la mano estará falta de vida. Si la persona se rige por el corazón notarás una cierta calidez. Entonces su mano se fundirá realmente contigo. Sentirás que algo fluye de su mano hacia ti y se producirá un encuentro, una comunión cálida.
Esta calidez proviene del corazón. No es así con la cabeza, porque la cabeza es siempre fría, fría y calculadora. El corazón es cálido, no es calculador. La cabeza siempre piensa cómo adquirir más, el corazón como dar más. Esa calidez es propiamente dar: dar energía, dar vibraciones desde el interior, dar vida. Por eso sientes que hay una cualidad distinta en el corazón. Si la persona te abraza realmente, sientes una profunda fusión con ella.
¡Toca! Cierra los ojos y toca cualquier cosa. Toca a tu amado o a tu amante, toca a tu hijo o a tu madre, a tu amigo, a un árbol, una flor o simplemente la tierra. Cierra los ojos y siente la comunicación entre tu corazón y la tierra o tu amado. Siente cómo tu mano es tu corazón que se estira para tocar la tierra. Deja que el sentido del tacto se relacione con el corazón.
Cuando escuches música, no la escuches con la cabeza. Olvídate de la cabeza y trata de sentir como si fueras un ser sin cabeza. Mientras escuchas música, escúchala con el corazón. Siéntela llegar al corazón, deja que tu corazón vibre con ella. Deja que tus sentidos se unan al corazón, y no a la cabeza. Intenta esto mismo con todos los sentidos y siente cómo cada sentido va al corazón y se disuelve cada vez más en él.
El corazón es el loto. Cada sentido simplemente es la apertura del loto, los pétalos del loto. Primero intenta relacionar tus sentidos con el corazón. Segundo, ten presente que cada sentido va directo al corazón y es absorbido por él. Una vez que estas dos cosas se asientan, y sólo entonces, tus sentidos comenzarán a ayudarte: te dirigirán al corazón y éste se convertirá en un loto.
(Osho)
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