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EL RINCON DE CELE: TSUNAMI - ( y 2 ) -
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 07/03/2012 19:05

Y segunda parte

Tsunami

Continuación

Hay que reconocer lo mucho de positivo aportado por el Cristianismo y, particularmente, por el Catolicismo. En diversos órdenes. Incluso en el espiritual. Negarlo sería injusto y ridículo. Pero, tales logros se ven seriamente oscurecidos por los históricos (o actuales) errores, delitos y crímenes, con firma católica,  igualmente indiscutibles. De ellos, en mayor o menor grado, fueron (son) responsables el papa de turno, los demás obispos, el clero, las órdenes religiosas, las universidades católicas. En suma, la institución eclesiástica, la Iglesia católica. La que se proclama fundada por Jesús y única verdadera. Sorprende que tal institución haya crecido enormemente, se haya inflado, en vez de evaporarse como sucedió con instituciones hoy olvidadas. Que el “pusillus grex”, la secta de catacumbas, haya logrado abarcar el mundo occidental. Primero, por imposición imperial. Luego, por propia imposición ideológica, diplomática, política, militar, moral. Y siempre, aprovechando la inercia, pasividad, ignorancia o miedo del pueblo. A veces, también por arrimarse al poder, a la púrpura. Porque, como estima un congolés otrora mi huésped, donde está la riqueza allí deberá estar Dios. Sorprende que los “fieles”, particularmente los ilustrados, hayan obviado el aforismo evangélico “árbol bueno produce frutos buenos”. Sorprende que seres racionales, abdicando del propio criterio, hayan transigido con que  “doctores tiene la Iglesia”, que “fe es creer lo que no vimos” (¡ni entendemos!), que alguien sobre la tierra puede representar a Dios y asumir sus poderes, que un ser humano es infalible, que Dios se comunica preferentemente con los poderosos (incluso delincuentes). Sorprende, particularmente, que los que se han acercado al Evangelio hayan estado tan ciegos como para dar por buenas algunas doctrinas y prácticas que contradicen  el sencillo y transparente mensaje del Nazareno. Sorprende que inclusive los doctos hayan tenido por real e histórico lo que había surgido como metáfora, poesía, mito o entretenimiento literario. Uno se maravilla pensando que durante diecisiete siglos, los pueblos hayan soplado la burbuja, sin reparar en la cerrazón, la persecución, los escándalos morales, los errores institucionales, a veces incluso admitidos por la cúspide de la misma institución.

No se trata sólo de “algunas épocas de la historia”, como literalmente dijo Juan Pablo II. Tampoco es exacto decir que “los cristianos han transigido”, como minimiza el papa, echando balones fuera. El actual Vaticano, el vivido por mi, sigue anclado en el pasado. Lamenta no poder actuar con el poder de antaño. Lamenta tener que dar explicaciones y  excogitar razonamientos. Lamenta verse cuestionado. Lamenta el protagonismo de la  mujer. Lamenta la contestación interior y exterior. Lamenta el Concilio Vaticano II. Lamenta la pérdida de la hegemonía salvífica. Se opone a toda democratización eclesial. Añora el nacional-catolicismo de los estados, mientras reclama democracia y libertad religiosa allí donde el catolicismo es  marginal. Arremete contra los teólogos y pensadores vanguardistas que desmitifican el Cristianismo “reinante” o lo equiparan a otras religiones. No soporta que  piensen, que reflexionen, que cuestionen sus estructuras. Que se menoscabe su autoridad, su infalibilidad, su santidad, su poder.

Humberto Giannini, reconocido filósofo chileno, en un artículo publicado en “El Mercurio”, se une a otros autores y, particularmente, al filósofo italiano Carlo Ginzburg. La Jerarquía – dice – no sólo debe  pedir perdón, sino también manifestar vergüenza profunda. Giannini va más allá. Concluye: “Los principios básicos de la Iglesia han sido siempre los mismos y no cambian con la historia”. Wojtyla invoca “épocas de la historia”. “A mí, que me registren”, viene a decir. Propone actuar ahora sabia y prudentemente. Parece como si diera un salto de siglos, admitiendo un sano paréntesis de cordura, en realidad inexistente. Insisto. Ha sido en el pontificado de Wojtyla cuando más teólogos fueron amordazados con firma de Ratzinger. La conclusión de Giannini se me antoja válida. Lamentablemente.

Me permito hacer una precisión sobre la palabra “cristianos” en Juan Pablo II y la palabra “Iglesia” de Giannini. En ambos casos, debe entenderse “Jerarquía romana”. Evitemos la ambigüedad o la reticencia. En propiedad, “cristianos” e “Iglesia” somos todos los creyentes, también los amonestados, los enjuiciados, los condenados por esa Jerarquía que pretende apropiarse en exclusiva de la Iglesia de Jesús.

Es cuestión de tiempo. Cabe esperar que la “católica” institución no obstaculizará eternamente la formación del “resto”, la purificación de las comunidades evangélicas. En cualquier caso, la razón vencerá al oscurantismo. Mi optimismo surge de la reciente historia. Desde nuestro gran inquisidor Torquemada o desde el papa Sarto, autor de erróneos o/y miopes documentos (“Syllabus”, “Lamentabili”,  “Pascendi”, “Sacrorum antistitum”), hemos avanzado en la senda de la racionalidad. Libertad, justicia, igualdad, democracia. Valores universales. También, evangélicos. Hoy el tsunami es más fuerte y más rápido. Los siglos se convierten en décadas. Como tal tsunami, surge de lo profundo. Avanza hacia arriba. Sin tregua. Los que moran en colinas tienen motivos para estar alerta y programar mudanza. Y las modernas instituciones civiles se alían con el terremoto. Continuarán profundizando en su laicidad. Desistirán de alentar el inmovilismo religioso por motivos ajenos a lo espiritual, tales como crecimiento, tranquilidad y dominio.

Celso Alcaina

Madrid, marzo, 2012

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De: IMANPRINCESS Enviado: 10/12/2024 21:34


 
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