¿hay que decirlo todo?      En pareja Decir o no decir (1º) ¿Compartir nuestra vida con alguien significa compartirlo absolutamente todo? ¿Dónde están los límites de nuestra parcela de intimidad? Guía para no perderse en la comunicación a dos. Hemos decidido compartir nuestra vida con él, pero ¿eso significa compartirlo todo, hasta nuestros secretos más íntimos?, ¿eso implica mostrarnos sin ninguna reserva, decir todo lo que nos pase por la cabeza en un abuso de confianza o no tener ningún rincón exclusivo para nosotros, para nuestra más estricta intimidad?    De la mano de Mila Cahue, psicóloga clínica, repasaremos los pilares que no deben faltar para la comunicación entre la pareja funcione, y elaboraremos una guía con respuestas a las preguntas claves: qué decirnos, cuándo, dónde y, lo más importante, cómo. Sacamos una primera conclusión, con respeto y con cariño: el camino en común es mucho más sencillo. Daniel Jiménez Los pilares clave Entender, aceptar y compartir. Dejar atrás el mal carácter y las malas formas, propias de los niños mal criados, y si se está molesto con algo, no ofender. A la persona con la que convivimos, por mucho que nos esté alterando, la tenemos que tratar con muchísimo respeto; en cuanto se pierde, la relación no funciona. Querer es cuidar, y eso es lo que refuerza los lazos entre dos personas.   No huir de temas como dinero, tiempo libre, amigos o trabajo porque si chocamos en algo innegociable la pareja no va a ir bien. Cuando hay desacuerdos, es importante buscar el beneficio mutuo. Las reglas deben ser bidireccionales, claras y de común acuerdo. No tienen que ser matemáticamente justas, sino que satisfagan a ambas partes.   En el caso de parejas que llevan poco tiempo, saber qué queremos, por qué y para qué estamos eligiéndonos y si ambos estamos de acuerdo. Decidir cuándo y cómo vamos a estar juntos y que proyectos tenemos al menos a medio plazo.   Qué SÍ contar   Presente. Una vez establecida una pareja, se debería hablar al menos un 99 por ciento de las cosas. El uno por ciento restante es la parte estrictamente personal en la que entran pensamientos tipo: "Hoy no aguanto a mi pareja ni a mí mismo". Hay que saber distinguir bien entre lo que forma parte de la privacidad de cada uno, de los procesos personales de cada uno, del resto de las cosas. Una buena relación de pareja parte de la base de que ambos miembros son honestos consigo mismos. Una vez que decidimos convivir con una persona es bueno contar cuanto más mejor porque entonces la información está más clara y los dos saben a qué atenerse. Conflictos.   Hay que hablarlos porque es la mejor forma de evitar el conflicto y de que surjan los futuros reproches. Huir de la conversación, del centro de discusión, y no solucionarlo sólo conseguirá retrasar el problema, que terminará surgiendo, y seguramente ampliado. En pareja lo más importante es que siempre estén las cosas claras. Los principales temas por los que las parejas discuten son el tiempo, el espacio, el ocio y el dinero. Familia política y amigos. La familia política suele ser también una gran fuente de conflictos. En estos casos, la recomendación es que si surge un problema con la familia del otro miembro, la pareja lo hable y sea el más cercano el que traslade su decisión a la familia, pero siempre de acuerdo con su pareja. El hogar de cada persona es su altar y hay que respetarlo; en ese hogar es donde está la familia que en común han decidido crear. Otro tema que puede ser conflictivo son los amigos. Si no nos cae bien un amigo o amiga de la pareja lo mejor es ser sincero con él/élla y decirle: "Ese amigo no me cae bien, cuando vayas a quedar con él simplemente nos ponemos de acuerdo y así yo me organizo otro plan". Lo más importante es que la comunicación fluya constantemente.   Qué no contar   Aspectos de nuestro pasado.  En pareja lo primero que tiene que primar es la confianza, pero tampoco es estrictamente necesario contarlo todo porque lo que uno ha vivido antes es su experiencia y lo que tiene que ver la actual pareja es si lo que hay hoy le gusta. Si nos apetece contarlo, lo hacemos, si no, no. En historias pasadas, la recomendación es no hablarlo todo, sobre todo en temas de experiencias con otras parejas.  Fantasías sexuales.  Depende de la fantasía, si es factible hacerlo con la pareja y disfrutarlo ambos, es bueno contarlo. Debemos plantearnos si podemos proponérselo  sin que él/élla se moleste. Hay fantasías que no merece la pena proponer porque nunca se hará realidad. Si, por ejemplo, imaginarnos con un actor sirve para facilitarnos la excitación sexual, no lo decimos porque qué ganamos haciéndolo. Igualmente, si la fantasía es humillante para el otro debe quedarse en el ámbito de las fantasías. Infidelidades. Si la infidelidad se produce porque no estamos bien con la pareja y estamos buscando una relación alternativa habría que contar a la pareja que no estamos bien y darnos un tiempo de pausa para evitar que la infidelidad sea tal, y no una relación durante un paréntesis. También hay que pensar si la infidelidad entra dentro del código acordado; es decir, si hemos hablado sobre la posibilidad de que hubiese una infidelidad y qué supondría para el otro. Otra posibilidad es que una persona haya mantenido una relación paralela a su matrimonio y al final ambas relaciones terminen sin que la pareja se haya enterado; entonces es preferible no contarlo -sería echar más leñas al fuego innecesariamente-. Si es una "tontería" de un día, pero la persona cambia a tiempo tampoco es necesario. No es cuestión de pensar: "Voy a ser infiel porque no lo voy a contar, sino ser consecuentes con nuestros errores y encargarnos de que no vuelva a ocurrir". (Continúa)