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FRANCISCO NÁCHER: EL DÍA QUE CONOCÍ EL FUTURO.(I)
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 26/05/2009 12:03

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EL DÍA QUE CONOCÍ EL FUTURO.(I)

por Francisco-Manuel Nácher

 

Cuando uno duerme es muy difícil estar seguro de que lo que

está viviendo no es real. Tan real como lo que vive en estado de

vigilia. Y, lo único que puede hacer es grabar bien en su memoria las

escenas y sucesos del sueño para, luego, una vez "despierto" y

contando con que "sólo era un sueño", recordarlo, disfrutarlo y hasta

interpretarlo. Pero, claro, cuando uno está "allá", es decir, soñando, si

recuerda o piensa en algo de lo sucedido "aquí" durante la "vida

consciente", le ocurre lo mismo: Que parece algo lejano e irreal.

Yo no me atrevería a decir cuál de los dos mundos es el real, ni

que los dos lo son, ni que ninguno lo es, ni osaría afirmar que no se

influencian mutuamente. Incluso, creo estar en condiciones de afirmar

rotundamente que así es. Y, si no, el lector juzgará.

Estaba durmiendo. De eso estoy seguro. Y, no sé cómo ni por

qué, dialogaba con un ser que bien podría ser un ángel, puesto que era

luminoso, tenía aspecto humano y estaba claro que de él el bien surgía

espontáneamente. Incluso pienso que debía ser un ángel de un rango

bastante elevado. Lo cierto es que, no sé de qué estábamos hablando,

cuando yo le dije algo así:

- Tan imposible como conocer el futuro.

- ¿Por qué dices eso? Conocer el futuro es facilísimo.

- ¿Facilísimo? ¡Eso lo dirás tú! ¿Tú puedes conocer el futuro?

- ¡Claro!

- Y, ¿cómo lo haces?

- Yo no lo hago. Lo sé.

- ¿Pero cómo? No lo entiendo...

- Es muy sencillo: Todo lo que ocurre es siempre consecuencia

de una acción anterior, bien mental, bien emocional o de deseo, o bien

física, ¿no?

- Bueno... sí. Supongo que sí. Todo tiene una causa y, por tanto,

nada ocurre sin algo o alguien que lo provoque o produzca... Sí.

- ¿Entonces dónde está el problema?

- ¿Dónde está el problema? Pues en eso, en conocer el futuro.

- Pero, si tú conoces las causas que, en su momento, han de

producir su efecto, en realidad conoces ese efecto, ¿no? ¿Por qué crees

que se afirma que los acontecimientos proyectan su sombra hacia

delante? Precisamente por eso, porque se pueden prever.

- Pero yo no conozco las causas... Bueno, conozco algunas, pero

no todas las que concurren en cualquier acontecimiento.

- Eso no cambia nada en cuanto al proceso para conocer el

futuro. Porque, si conoces esas causas, sigue siendo facilísimo conocer

lo que va a ocurrir y hasta por qué.

- Claro que sí. Quizá tú puedas conocer todas las causas y para ti

sea fácil, pero yo no las conozco y para mí, no es que sea difícil sino

que resulta imposible. Por otra parte, ¿qué pasa con la libertad, con el

libre albedrío que yo pienso que tengo? ¿Es que yo, por ejemplo, no

puedo hacer, actuando libremente en un sentido o en otro, que mi

futuro sea distinto?

- Sí puedes. Claro. Pero tú también estás condicionado y

limitado, no sólo por tus acciones anteriores y por todo lo que te rodea

y por cuanto ha de suceder porque las causas para ello, no

dependientes de ti, ya se pusieron, sino que tú sólo puedes moverte en

un espectro muy pequeño de libertad.

- Pero no dejaré por ello de decidir mi futuro, ¿no?

- Sí y no.

- ¿Cómo sí y no? ¿Sí o no?

- Para ti, sí. Porque, con los datos que tú tienes y pudiendo actuar

dentro del marco de tu libertad, condicionas en parte el futuro, al

poner una u otra acción en marcha y, por tanto, producir un resultado

que te parecerá efecto de esa actuación tuya libre. Pero, en un nivel

superior, lo que tú puedas hacer en uso de tu libertad, si bien te

afectará a ti, según actúes bien o mal, no tendrá una influencia

definitiva en el acontecimiento importante en el cual confluyen, como

te he dicho, muchas más causas que no dependen de tu actuación.

- Entiendo. O sea, que yo soy libre. Y lo que haga será bueno o

malo, y serán causas de las que yo seré responsable y, por tanto,

recibiré sus efectos o consecuencias. Eso está claro, ¿no?

- Sí. Eso es rigurosamente así.

- Bueno, pues ya estamos de acuerdo en algo. Ahora, en cuanto

al futuro, yo - y supongo que todos - siempre que actúo lo hago con la

intención de conseguir algo. Si no, no actuaría.

- Cierto.

- Y ese algo es lo que realmente no sé si lo obtendré. Es el

futuro.

- Porque aún no está en tu mano conocer todas las causas

concurrentes, algunas ajenas a ti.

- Por eso precisamente, uno de mis sueños ha sido siempre el de

conocer ese futuro tan misterioso, el adelantarme a los hechos.

- ¿De verdad crees que te gustaría?

- Hombre, claro.

- Yo creo más bien que no. Si quieres, puedes probar y te

convencerás de lo que te digo.

- ¿Cómo?

- ¿Tú quieres, a lo largo de un día, conocer el futuro?

- ¿Eso sería posible?

- Si lo deseas, yo puedo hacer que así sea. Con un día te bastará

y te sobrará.

- ¿No podrían ser tres?

- Podrían, pero es demasiado. No obstante, si tú quieres tres...

- Sí quisiera.

- Pues bien, ya está.

- ¿Seguro?

- Seguro.

- Y, ¿desde cuándo?

- Desde ya, si quieres.

- De acuerdo. Aceptado. Y no te puedes imaginar cómo voy a

disfrutar.

- Yo, insisto, no creo que eso te haga muy feliz. Pero te servirá

para aprender una lección importante.

- Entonces, ¿empezamos ya?

- Empezado.

Ésta fue, más o menos, nuestra conversación.

Cuando, a la mañana siguiente, me desperté, he de reconocer que

no me acordaba de este sueño, así que comencé mi rutina diaria como

todos los días.

 

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