Pero durante este cambio hay precursores que entran en el reino de Dios antes
que sus contemporáneos. Cristo, en Mateo, 11:12, dijo que: "El reino del cielo
es factible de ser asaltado y que los audaces lo toman a la fuerza". Esto no está
correctamente traducido. Debería ser: "El reino de los cielos ha sido invadido
(biaxetai) y los invasores se apoderan de él" Hay hombres y mujeres que han
aprendido ya, por medio de santas y misericordiosas existencias, a dejar a un
lado el cuerpo de carne y sangre, -ya intermitente, ya permanentemente- y
recorrer los cielos con alados pies, atentos a los asuntos de su Señor, provistos
de los etéreos "vestidos de boda" de la nueva dispensación. Este cambio puede
ser obtenido por una vida de simple misericordia y oración, tal y como lo
practican los cristianos, sea cual sea la iglesia a la que estén afiliados, e
igualmente por la práctica de unos ejercicios específicos dados por La
Fraternidad Rosacruz. Éstos serán, sin embargo, estériles de todo fruto si no
van acompañados de constantes actos de amor, pues el amor será la tónica y el
fundamento de la Edad Futura, como la ley lo es de la presente. La
manifestación intensa del amor aumenta la fosforescente luminosidad de los
éteres del cuerpo vital, las corrientes ígneas cortan la trabazón con la espiral
de la mortalidad y el hombre, una vez nacido del agua, en el tiempo de su
emergencia de la Atlántida, nace ahora del espíritu para el reino de Dios. La
fuerza dinámica de su amor le ha abierto un camino para la tierra del amor y es
indescriptible el regocijo entre los que ya han llegado cuando se presentan
nuevos invasores, puesto que cada nueva llegada apresura la venida de Dios y
el establecimiento definitivo de su reino.
Entre los inclinados a la religión se escucha un grito definido e incesante:
"¡Cuán largo, Señor, cuán largo...!" Y a pesar de la afirmación enfática de
Cristo de que el día y la hora son desconocidos hasta para Él mismo, hay
profetas y videntes que siguen ganando crédito, cuando anuncian Su venida
para una fecha determinada, aunque cada uno de ellos queda desconcertado al
ver que el día señalado pasa sin resultado. Esta cuestión ha sido también
debatida entre nuestros aspirantes y este capítulo no es más que un intento de
demostrar la falacia que existe en esperar el Segundo Advenimiento para
dentro de un año, de cincuenta o de quinientos. Los Hermanos Mayores
rehusan ir más lejos y se atienen a señalar lo que se ha de llevar a cabo
primeramente.
En los días de Cristo, el Sol estaba en los siete grados de Aries. Fueron
necesarios quinientos años para llevar la precesión al trigésimo grado de
Piscis. Durante aquel tiempo la nueva iglesia vivió en medio de violencias
ofensivas y defensivas que justificaron plenamente las palabras de Cristo: "Yo
no vine a traer paz sino una espada". Mil cuatrocientos años más han
trancurrido bajo la influencia negativa de Piscis , lo cual ha fomentado el
poder de la Iglesia y ha maniatado al pueblo por medio de credos y dogmas.
Sobre la mitad del siglo pasado el Sol entró en la órbita de influencia del signo
científico de Acuario y aunque serán necesarios casi seiscientos años más,
antes de que comience la Edad Acuaria, es muy significativo y de alta
instrucción, notar los cambios que aquella mera entrada ha traído al mundo. El
limitado espacio de que disponemos nos impide enumerar los maravillosos
adelantos que se han obtenido desde entonces, pero no está de más afirmar que
la ciencia, la inventiva y la industria resultante de ellas, han variado
completamente el mundo, su vida social y sus condiciones económicas. Los
grandes pasos dados por los medios de comunicación han hecho mucho para
derribar las barreras del prejuicio de raza y nos están preparando para
acondicionarnos a una Fraternidad Universal. Los medios de destrucción se
han hecho tan pavorosamente eficaces que las naciones militantes se verán
forzadas en adelante "a fundir sus espadas para hacer de ellas rejas de arado y
sus lanzas en podaderas". La espada ha tenido su reino durante la Edad de
Piscis pero la ciencia regulará la Edad Acuaria.
En la tierra de la puesta del Sol podemos esperar ver primeramente las ideales
condiciones de la Edad Acuaria: Una amalgama de religión y de ciencia, que
forme una ciencia religiosa y una científica religión, será la promotora de la
salud, la felicidad y el goce de la vida en abundante medida.