Sus hermanos menores (de Cristo), Los Espíritus Solares, los
Arcángeles, habían trabajado como Espíritus de Raza en el cuerpo de
deseos del hombre, pero su obra había sido efectuada desde afuera.
eran simplemente una fuerza solar reflejada proveniente de la Luna,
pues la luz lunar es el reflejo de la luz solar. Cristo, el Jefe de los
Iniciados de los espíritus solares, entró directamente en el cuerpo
denso de la Tierra llevando consigo la fuerza solar directa, lo que le
permitió influir en nuestros cuerpos de deseos desde adentro.
El hombre no puede mirar al Sol mucho tiempo sin quedarse ciego,
pues sus vibraciones son tan fuertes que destruyen la retina del ojo.
Pero puede mirar sin temor a la Luna pues sus vibraciones son muy
inferiores; sin embargo, son también luz solar, pero las vibraciones
más fuertes han sido absorbidas por la Luna, la cual refleja entonces el
residuo sobre nosotros.
Así sucede también con los impulsos espirituales que ayudan al
hombre en su evolución. La Tierra fue arrojada del Sol porque nuestra
humanidad no podía soportar los tremendos impulsos físicos y
espirituales del Sol. Aun después de estar a tan gran distancia de
aquél, el impulso espiritual sería todavía demasiado fuerte si no se
enviara primero a la Luna, para beneficio del hombre. Cierto número
de Arcángeles (espíritus solares ordinarios) fueron con Jehová como
ayudantes para reflejar esos impulsos del Sol sobre la humanidad de la
Tierra, en forma de religiones de Jehová o de raza.
El vehículo inferior de los Arcángeles es el cuerpo de deseos. Nuestro
cuerpo de deseos se obtuvo en el Período Lunar, en el que Jehová era
el Iniciado más elevado. Por lo tanto Jehová puede manipular el
cuerpo de deseos humanos. El vehículo inferior de Jehová es el
espíritu humano (véase el diagrama 14), y su contraparte es el cuerpo
de deseos. Los Arcángeles son sus ayudantes, pues tienen el poder de
administrar las fuerzas espirituales del Sol, siendo el cuerpo de deseos
su vehículo inferior. Así que pueden trabajar y preparar a la
humanidad para cuando llegue el tiempo en el que reciba los impulsos
espirituales directamente del Sol, sin intervención de la Luna.
Cristo, el Iniciado más elevado del Período Solar, es quien tiene a su
cargo la tarea de enviar ese impulso. El impulso que refleja Jehová fue
emitido por Cristo, quien preparó así a la Tierra y a la humanidad para
su admisión directa.
La expresión "preparó la Tierra" significa que toda la evolución de un
planeta es acompañada por la evolución del planeta mismo. Si algún
observador dotado de visión espiritual hubiera contemplado la
evolución de la Tierra desde alguna estrella distante, hubiera notado
un cambio gradual en el cuerpo de deseos de la Tierra.
Bajo la antigua dispensación, el cuerpo de deseos humanos era
mejorado mediante la ley. Y este trabajo se sigue efectuando así aun
en la mayoría, la que está preparándose de ese manera para la vida
superior.
La vida superior (iniciación) no comienza hasta que empieza el trabajo
en el cuerpo vital. El medio empleado para ponerle en actividad es el
Amor. o mejor dicho, el Altruismo. Se ha abusado tanto de la primera
palabra, que ésta ya no sugiere el significado requerido aquí.
Durante la antigua dispensación, el Sendero de la Iniciación no estaba
abierto para todos, sino para unos pocos. Los Hierofantes de los
Misterios elegían cierto número de familias, las llevaban al Templo y
las ponían aparte de todas las demás. Esas familias elegidas guardaban
rigurosamente ciertos ritos y ceremonias. Sus casamientos y comercio
sexual eran regulados por los Hierofantes.
El resultado de esto fue la producción de una raza que tenía el grado
apropiado de laxitud entre los cuerpos vital y denso; y también el
poder de despertar al cuerpo de deseos de su estado de letargia durante
el sueño. En esta forma se pusieron a unos pocos en condiciones para
la Iniciación y se les daban oportunidades que no podían concederse a
todos. Encontramos ejemplos de esto entre los Judíos, cuya tribu de
Leví fue la elegida como Templarios; y también en la casta de los
Brahmanes, que son la única clase sacerdotal entre los hindúes.
La misión de Cristo, además de la de salvar a los perdidos, fue la de
hacer posible la Iniciación para todos; por lo tanto, Jesús no fue un
levita, clase para quien era una herencia el sacerdocio.
El surgió del pueblo común, y aunque no de una clase de instructores,
sus enseñanzas fueron superiores a las de Moisés.
Cristo Jesús no negó a Moisés, la ley, ni a los profetas. Por el
contrario, confirmó a todos ellos, demostrando al pueblo que ésos eran
sus predecesores, pues indicaban a Aquel que debía venir. Dijo al
pueblo que esas cosas habían servido sus propósitos ya, y que en
adelante el Amor debía suceder a la Ley.