Cuando un hombre ha dado el primer paso hacia el Sendero de la
Realización (y ese paso se da al preguntarse seriamente "¿yo quién soy y
qué hago aquí y por qué?"), ya no puede volver atrás. Desde ese momento
ya es otro. Ya todo ha cambiado para él.
Y, cada vez que en ese Sendero, que así se inicia, se realiza un nuevo
hallazgo y se sube un escalón y se consigue una ampliación de conciencia,
es más difícil volver atrás. Y sólo hay ya una posibilidad recomendable:
Seguir adelante.
Este hecho que, a primera vista, parece limitador, resulta ser, sin
embargo, todo lo contrario. Porque esa idea confusa que todos tenemos,
allá dentro, de la felicidad, la belleza, la sabiduría, la justicia, la bondad, la
salud, la divinidad, etc., se siente más y más próxima, más y más clara, más
y más accesible, tras cada paso de avance en el Sendero. Y uno empieza a
participar de placeres antes ni siquiera imaginados que, a su vez, le
impulsan a seguir hacia delante en ese Camino maravilloso que, si bien,
visto desde fuera, por los que aún no lo han hollado, está lleno de espinas
(“el Sendero es angosto y empinado”) la realidad es que, para los que por
él avanzan, resulta mágico y reconfortante (“mi carga es suave y mi yugo,
ligero”).
El único problema molesto y sorprendente, durante los primeros
pasos en el Sendero, estriba en que, como uno va comprendiendo el cómo
y el por qué de las cosas, y concienciándose de las razones internas de los
procesos externos, cada vez se le hacen más patentes sus propios errores,
los defectos de su conducta, la negatividad de sus hábitos. Y lo que antes
era admisible, ahora ya no lo es. Y ello hace que muchos se desanimen al
interpretar ese fenómeno, erróneamente, en el sentido de que, apenas
empezaron a pretender caminar por el Sendero, "todo comenzó a salirles
mal". No se dan cuenta de que, precisamente, esa es una señal inequívoca
de que están avanzando, de que sus puntos de vista son ya otros, de que
dominan campos que antes ignoraban, de que han dado un paso del que ya
nunca podrán volver. Porque los conocimientos adquiridos en este campo
no se olvidan jamás. Por eso unos, los pusilánimes se acobardan y se
quedan en magos negros, utilizando los conocimientos adquiridos en su
propio beneficio, mientras que los otros, los que comprenden el sentido de
aquellas palabras de Cristo "el que no está conmigo, está contra mí", ésos
se convierten en magos blancos y colaboran altruistamente con su Creador,
en armonía con Él y con la Creación toda. Pero, una vez se ha comenzado
a hollar el Sendero, atrás no vuelve nadie.
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