Cuando perdonáis a vuestro hermano en la carne, creáis así en vuestra propia alma la capacidad para recibir la realidad del perdón de Dios por vuestras propias fechorías.
El Libro de Urantia. Pág.1861
El saber perdonar a nuestros hermanos, no solamente es indispensable para obtener el perdón de Dios, sino que también es necesario si deseamos disfrutar de buena salud, porque la ciencia ha comprobado cuanto daño físico provocan los rencores, comenzando por la irritación al colón y terminando con el cáncer. Los rencores envenenan nuestra mente y como ella es quien rige nuestro cuerpo, los odios y rencores se transforman coagulos que deforman nuestras células e impiden que la sangre circule libremente, ocasionando las diversas enfermedades.
La dificultad para perdonar tiene mucho que ver con lo que nuestro ego nos induce a creer, muchas veces nos sentimos heridos por nimiedades sin importancia porque es él quien agranda lo sucedido. Pero aún cuando existan razones valederas para estar lastimados, debemos evitar que los sentimientos de rencor nos invadan, porque si no perdonamos tampoco seremos perdonados nosotros, porque es la condición que nuestro Padre nos pide.
“El Padre en el cielo ama a sus hijos, por eso debéis vosotros aprender a amaros unos a otros. El Padre en el cielo os perdona vuestros pecados, por lo tanto debéis aprender a perdonaros los unos a los otros. Si tu hermano peca contra ti, ve y háblale con tacto y paciencia y muéstrale su error. Haz todo esto a solas con él. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si él no te escucha y persiste en el error, ve nuevamente y háblale en presencia de uno o dos amigos comunes, para que haya constancia que confirme tu testimonio que has tratado con justicia y misericordia a tu hermano ofensor. Si tampoco escucha él a vuestros hermanos, podrás relatar el hecho a la congregación y si se niega a escuchar a la hermandad, deja que el grupo decida una acción justa y que este miembro rebelde se vuelva paria del reino” 1763.
Pero también debemos tener claro que el perdón no anula la justicia “Jesús les enseñó a sus discípulos a no resistir el mal, a no combatir la injusticia o la injuria, pero no les enseñó a tolerar pasivamente las maldades. Indicó muy claramente que Él aprobaba el castigo social de los malhechores y criminales y que el gobierno civil a veces debe emplear la fuerza para mantener el orden social y aplicar la justicia” 1770. Jesús no apoyaba una práctica de sumisión negativa a las indignidades de los que pudieran buscar a sabiendas, aprovecharse de los que practican la no resistencia contra el mal, sino más bien pedía que sus seguidores fueran sabios y estuvieran alertas para reaccionar rápida y positivamente, con el bien frente al mal, con el fin de conquistar el mal con el bien. No olvidéis que el bien verdadero, es invariablemente más poderoso que el mal más maligno”.1770.
El perdón de Dios, se hace realmente disponible y el hombre lo experimenta personalmente, sólo en la medida en que él mismo perdona a sus semejantes y el hombre, no puede en verdad perdonar a sus semejantes si no es capaz de amarse a sí mismo, porque el amar al prójimo como a ti mismo es la ética más elevada. La conducta moral, la verdadera rectitud, se torna entonces el resultado natural de dicho amor” 1862.
“Jesús resumió sus enseñanzas diciendo: “amad a vuestros enemigos, recordad las exigencias morales de la hermandad humana. La futilidad del mal, el agravio, no se corrige con la venganza. No cometáis el error de combatir el mal con sus propias armas. Tened fe y confianza en el triunfo final de la justicia divina y de la bondad eterna” 1580
yolanda silva solano