Existen dos demostraciones positivas y poderosas del hecho de que conocéis a Dios, y son las siguientes:
1. La manifestación de los frutos del espíritu de Dios en vuestra vida diaria habitual.
2. El hecho de que todo el plan de vuestra vida proporciona una prueba positiva de que habéis arriesgado sin reserva todo lo que sois y poseéis en la aventura de la supervivencia después de la muerte, persiguiendo la esperanza de encontrar al Dios de la eternidad, cuya presencia habéis saboreado anticipadamente en el tiempo.
El Libro de Urantia, 1733
La cita de hoy es un verdadero exámen de conciencia, el cual si lo hacemos con total honradez y en el silencio de nuestro ser interior, nos podremos dar cuenta que ¡nos falta harto para cumplir con los dos requisitos que nos permiten conocer a Dios, más allá de los dogmas y de nuestras oraciones, pues se nos piden acciones concretas que van mucho más allá de la religiosidad o el misticismo que a veces sentimos, porque la cita nos dice claramente que la religiosidad la debemos demostrar "en la vida habitual"
Los frutos del espíritu son: el amor, la alegría, la paz, la dulzura, la bondad, la fe, la humildad y la justicia por citar algunos. En nuestro corazón ¿son estas las emociones que priman en nuestra vida cotidiana? Si en verdad lo fuesen, el mundo sería diferente y nosotros tendríamos muchas menos quejas y mucha mayor felicidad...
En cuanto al segundo punto es aún más decidor, porque ¿quién vive recordando que tiene que morir y que todo lo que en esta vida haga bien y en forma consciente es la herencia para alcanzar la eternidad? La verdad es que vivimos como si nunca nos fuésemos a morir y nunca fuésemos a tener que dar cuenta de lo que hicimos y de lo que dejamos de hacer, porque los pecados de omisión a veces son los peores.
Si recordáramos que esta vida es sólo un puente, que podemos transitar por ella pero que no podemos fijar nuestra morada"1735 tendríamos muchos menos apegos que nos impiden despegar e ir en busca de los valores, no perderíamos el tiempo en acumular rencores y viviríamos mucho más felices sabiendo aprovechar cada momento como si fuese el último...
Vale la pena releer esta cita y tratar de cambiar alguna de nuestras pautas habituales de conducta para que el día que debamos despegar para ir a la morada que nuestro Padre nos tiene preparada, no nos encuentre con las manos vacías de cosas valiosas...y pudiéramos decirle a Dios que lo conocemos, porque en esta tierra lo encontramos en nuestro propio corazón...
yolanda silva solano