Jesús sembraba la alegría por dondequiera que iba. Estaba lleno de benevolencia y de verdad. Sus compañeros nunca dejaron de maravillarse de las palabras agradables que salían de su boca. Podéis cultivar la gentileza, pero la dulzura es el aroma de la amistad que emana de un alma saturada de amor.
El Libro de Urantia
Se supone que los que nos llamamos cristianos deberíamos seguir el ejemplo de Jesús pero ¿cuánto de lo que nos enumera la cita hacemos nosotros?
¿Es la alegría nuestra fiel compañera durante nuestras jornadas diarias, o más bien lo que nos caracteriza son las quejas y el ceño fruncido?
¿Somos benevolentes y nos resulta fácil el excusar las faltas de nuestros hermanos y perdonar las ofensas como si no las hubiésemos recibido?
De nuestra boca ¿salen palabras amables o más bien lo que está a flor de labios es la descalificación o el garabato gratuito?
¿Cultivamos la gentileza y sabemos agradecer los pequeños servicios que nos hacen nuestros empleados o somos altaneros en nuestra forma de dar órdenes? ¿Cuál es el tono de voz que empleamos cuando hablamos con nuestros hijos?
¿Somos capaces de ser dulces y dejar aflorar nuestros sentimientos y mostrar nuestra sensibilidad? ¿Somos capaces de decir seguido "te quiero" "estás bien" "me gusta lo que haces" o un simplemente decir un "gracias" arropado por un gesto cariñoso y lleno de amor?
Creo que de vez en cuando es bueno el examinarnos y darnos cuenta si en verdad somos dignos de llamarnos cristianos....porque ¿de qué vale la enseñanza si no se puede llevar a la práctica?
yolanda silva solano