Conviértete en una llama...Y(II)
Tenemos derecho al progreso, pero, en la plena actividad; no
es necesario alejarnos de nuestros deberes
para lograr adelantar, sino, al contrario, cumplirlos. La condición necesaria para el adelanto es que los
seres estén en actividad, pues lo único que puede producir crecimiento es la actividad constructiva.
El ponernos a cubierto de impactos, alejándonos de actividades del mundo, es perder la realidad.
Nosotros acá debemos cumplir nuestras funciones, que
seguirán en aumento, para pasar así a etapas
cada vez más adelantadas. Si perdemos una circunstancia, se presentará otra vez, para que cada uno
cumpla su parte. De cumplirse esto, la sabiduría Celeste nos encaminará para que podamos cumplir
con otros propósitos, brindándonos las oportunidades necesarias. Debemos sentirnos seguros; meditemos para que nuestro crecimiento siga adelante. Sabemos y
debemos grabarnos en nuestro ser, que un Dios Padre no nos puede abandonar. Queremos con
esto despertar mayor conciencia, para poder, así, cumplir con más seguridad y para que estemos
más alertas. Para que dentro de un tiempo podamos observar para atrás y verifiquemos que no hemos
perdido el tiempo. Queremos y debemos cumplir nuestra labor en la Tierra, cualquiera que sea la
etapa de crecimiento que nos corresponda desarrollar. Esta oportunidad es el medio más indicado
para poder derramar el consuelo y la ayuda que se espera que demos y que debemos dar. Leyes que se procesan para todos igual van a ir acompañando y guiándonos. Queda establecido
que nos van a dar varias oportunidades para adelantar (en varias vidas), pero siempre que
cumplamos en ésta que estamos viviendo ahora, lo que vinimos a hacer, lo que planeamos nosotros
mismos en los planos superiores, antes de volver. La Ley de Consecuencia nos dice que iremos
consiguiendo de acuerdo a lo que hagamos. Seamos siempre pacientes y perseverantes en el
bien obrar. Para ello lo esencial es tener FE. “FE”, una palabra llena de misterio pero que no es tal.
FE es seguridad y unión con Dios. Fe en que, como “chispas divinas”, nuestras acciones sean en
todo correspondientes a seres superiores. Si tenemos una imagen mental de un Creador pero, en
esencia, nos mantenemos independientes de Él, no sabemos lo que es tener Fe. Es en esa unión
que tenemos que trabajar para comprender la esencia de la realidad. Tratemos de tener el
pensamiento en Dios, cosa que nunca perturbará, sino que nos llenará de tranquilidad y seguridad,
las que transmitiremos en nuestras acciones y las tareas
se cumplirán en forma más completa y más cabal. Cuando haya una disposición diferente a nuestro alrededor (todo confuso y mal dispuesto,
con dolor e impaciencia), tratemos de mantener ese ideal y así conseguiremos variar, o al
menos, atenuar esas condiciones y cuando lleguen las horas de la noche y revisemos nuestra
actividad del día, nos sentiremos más descansados y contentos por haber sabido
triunfar sobre las dificultades, con sabiduría y calma. El interés colectivo debe ser nuestra meta; debemos ir formando una unidad para conseguir entre
todos un mundo mejor. Hay que ser pacientes; de un día para otro esto no se consigue. Somos
observados, según dice San Pablo, quien nos invita a cumplir nuestra tarea en forma más serena.
Debemos ir eliminando temores e inquietudes. Tenemos que acompañar las circunstancias en
su verdadero sentido, en forma serena, que es esencial y que nada debe perturbar. No tienen
que ser las circunstancias las que dirijan al individuo, sino el ser humano que domine las
circunstancias. No tenemos que ser como olas que viento mueva a su antojo, sino
embarcaciones que se balancean en el mar, pero sin zozobrar, guiadas por manos
seguras y serenas, que a pesar de las tempestades siempre llegan a puerto seguro.
No temamos a lo que vendrá, si estamos realizando para bien. Ni necesitamos
aprovisionarnos por las dudas de que nos falte algo. Cuando el Cristo envió a los
Apóstoles a cumplir su labor, les dijo que no precisaban prever necesidades pues iban a
cumplir con su misión, guiados por la Fe. Nada les iba a faltar por ese motivo. A veces sucede que el que más comprende no recurre a la demostración de este
entendimiento hablando, ni exhibiéndose, sino que realiza una labor silenciosa, modesta,
lo que le lleva a un crecimiento silencioso que nadie nota, pero que es efectivo y cierto y en
los planos superiores, por supuesto, hay regocijo por él. Ahora, que si la finalidad de un ser
es sólo salvarse, si sólo se preocupa de sí mismo, no siempre se salvará. Sólo quien realmente,
no por pose, está procurando salvar a los demás en la medida que puede, ese sí se salvará.
El mismo Cristo nos dijo: “El obrero es merecedor de su salario”. Una actitud permanente es que deberíamos sonreír a todas las circunstancias que se vayan
produciendo con nuestro hacer bien intencionado y aún en aquellas que no dependen
de nosotros, pero en las que una sonrisa puede ser un consuelo o un estímulo.
Manifestemos el ser eterno que sonríe a una realidad con fe y sabiduría, acompañando
esta realidad con alegría y amor. Ante cada amanecer digamos “ALELUYA”. Gracias,
porque comprendemos, sentimos y queremos ser mejores cada día.
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero. |