De donde provine lo impuro?
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos
con algunos escribas de Jerusalén,
y vieron que algunos discípulos comían
con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos.
(Los fariseos, como los demás judíos,
no comen sin lavarse antes la manos restregando bien,
aferrándose a la tradición de sus mayores,
y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes,
y se aferran a otras muchas tradiciones,
de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas
preguntaron a Jesús
"¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras
y no siguen la tradición de los mayores?"
Él contesto:
"Bien profetizó Isaías de vosotros,
hipócritas, como está escrito:
"Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos."
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios
para aferraros a la tradición de los hombres."
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:
"Escuchad y entended todos:
Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro;
lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre,
salen los malos propósitos, las fornicaciones,
robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias,
fraudes, desenfreno, envidia, difamación,
orgullo, frivolidad.
Todas esas maldades salen
de dentro y hacen al hombre impuro."
es Jesucristo mismo quien nos muestra
las malas acciones que enturbian el alma
y son aquellas que salen del corazón del hombre:
los malos propósitos, las fornicaciones, robos,
homicidios, adulterios, codicias, injusticias,
fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Distinguir con facilidad el bien del mal
es generalmente fácil,
pues cada uno de nosotros lleva en su interior
la voz de Dios, que resuena en la conciencia,
poner el bien en práctica es lo que cuesta.
El apóstol Santiago nos insta a ello:
"Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada
y es capaz de salvaros."
Todo se reduce a una sola Ley,
la Ley del Amor cuyo camino dejó claramente
trazado Jesucristo: "Amaos los unos a los otros
como Yo os he amado".