EL MISTERIO DEL SANTO GRIAL...(II)
Hay sólo un medio seguro de desarrollar nuestras facultades latentes. No importa lo
qué alguien pueda decir en contrario; la experiencia probará que los poderes espirituales
dependen de la purificación y de las aspiraciones desinteresadas; y esto era lo que se
enseñaba en los Misterios Antiguos.
Con objeto de comprender el Misterio del Santo Grial, nos será Necesario,
retroceder hasta el tiempo cuando la Tierra surgió por vez primera del caos; entonces la
Tierra era obscura y el hombre estaba sumergido en ella. La vida estaba actuando en él para
levantarlo. Adán era de tierra, como lo son los minerales actuales.
Entonces vino la segunda época, la Hiperbórea, en la que el hombre tenía un cuerpo
denso y otro vital; entonces se encontraba, en el estado vegetal. Su alimento era vegetal y se
dice que Caín era agricultor. Después vino la Época Lemúrica, y el hombre obtuvo el
cuerpo de deseos. Entonces tenía, tres vehículos, como los animales.
Cuando llegó a ese estado el hombre tenía que tomar alimento de tal naturaleza que
nutriera sus tres cuerpos. Y esto lo obtuvo de animales vivientes, y por eso Abel era pastor.
Más tarde vino la cuarta época, la Atlante, en la que el hombre desarrolló la mente.
El pensamiento destruye siempre tejidos y produce el disgregamiento, y por lo tanto el
hombre comenzó a comer cadáveres de animales. De ahí que se diga que Nimrod era un
cazador poderoso.
Finalmente el hombre llegó al estado en que debía olvidar su naturaleza espiritual,
en el que tenía que pensar que esta vida ,era su única vida, y por lo tanto necesitó algo que
lo ayudara a olvidar. Ese estado lo inició Noé y los pocos que con él se salvaron, que fueron
los precursores de la actual Época Aria, siendo los que cultivaron la vid e hicieron el vino
que ayudó al hombre a olvidar. El hombre tenía que olvidar temporalmente la parte
espiritual de su naturaleza con objeto de desarrollar completamente el aspecto material, así
que Cristo transformó el agua en vino, lo que simbólicamente se representa como su primer
milagro.
En las religiones primitivas solo se empleaba el agua en los servicios de los
templos. El Dios del vino, Baco, apareció en Grecia antes que Cristo, para preparar el
camino al impulso material necesario para que el hombre olvidara. Así se fue haciendo el
hombre cada vez más material. La religión cristiana es la única que sancionó el uso del
vino. Por consiguiente, el hombre se fue encerrando cada vez más en su vehículo físico.
Ahora es necesario darle un impulso para libertarlo, y podemos muy bien ver evidencias de
ese impulso en muchas direcciones en el momento actual. Por ejemplo vemos ese gran
movimiento de temperancia que se extiende por este país, por esta América, que ha sido
llamada con mucha propiedad el horno de fusión.
El vino se está cambiando por el agua. Hemos ya realizado la conquista del mundo
material según se evidencia en los maravillosos progresos realizados aquí, en el Occidente.
Ahora debemos volver al uso del agua, para que podamos recuperar un nivel de visión
espiritual superior al que hemos perdido. Este es el fin que persigue el Misterio del Santo
Grial: purificar al hombre para que pueda recuperar su visión espiritual. Y así como hoy
damos a nuestros niños libros con grabados, así también esos mitos se nos dieron
antiguamente para que pudieran ir trabajando y obrando sobre nuestros sentimientos,
preparándonos a la comprensión.
Dos características distinguían a estos caballeros del Grial: la pureza y la
inofensividad, y esas dos cualidades, pureza e inofensividad, van juntas.
Vimos en las últimas Instrucciones que cuando una entidad (sea un Espíritu Grupo o
un individuo) se ve obligada a salir violentamente de su cuerpo, al matarla, siempre deja
algo tras sí.
Si tomamos una manzana madura y la partimos, las semillas caen por sí solas. Ya
no están adheridas a la carne de la fruta.
Si por otra parte tomamos una fruta verde, un poco de pulpa se quedará adherida a
la simiente. Y se verá que tiene una tendencia a adherirse que no tiene la simiente del fruto
maduro. Consideremos este cuerpo; es duro; es la parte cristalizada, mientras que el
Espíritu es la parte sutil. Si sacamos esa parte sutil violentamente, de un golpe, ¿qué
ocurre? Que el cuerpo físico retiene una parte de esa alma, sea de un ser humano o de un
animal, y esa parte es siempre la parte inferior. Cuando Cristo salió del cuerpo en esa forma
violenta, al morir en la cruz, algo quedóse adherido al cuerpo de Jesús, y esa parte fue la
parte inferior de los principios superiores de Jesús, porque hasta éste, el hombre más
perfecto, tenía algo imperfecto, y era necesario que ese algo se quedara atrás, para que sólo
se extrajera la parte absolutamente pura.
Al matar súbitamente a un animal la parte inferior del alma se adhiere al cuerpo, y
el Espíritu-Grupo pierde las pasiones adheridas a la carne que comemos. Sin embargo, ese
Espíritu-Grupo está pensando continuamente “tengo que conseguir otro vehículo”. Esta
idea queda impresa en todas las células de los animales asesinados al por mayor, y de ahí
que cada partícula ingerida nos produzca una sed ardiente de sexualidad, obligándonos a
satisfacer ese pedido.
Fue Nimrod, el atlante, quien primero mató para comer y quien inició el mal social.
Y así vemos que aunque perjudiquemos a los animales al matarlos, nos perjudicamos
nosotros mismos mucho más, pues tendremos siempre ese mal social como consecuencia, y
cuando hablamos del mal social no queremos significar ese que comúnmente se llama así
(esas profanaciones de la iglesia y del estado) sino que significamos cualquier intercambio
de esa índole salvo cuando se realiza como sacrificio para suministrar un cuerpo a un Ego
que quiera renacer. Cualquier otro empleo de la función creadora, sea en grado mayor o
menor, es un mal social.
Cuando nos damos cuenta de la relación que existe entre ese mal social y el
carnivorismo, el matar a otros seres, podemos comprender también por qué los caballeros
del Santo Grial eran puros e inofensivos, y hasta que ese tiempo llegue, el momento en el
que Parsifal rompe su arco, cuando ya no tomará más vidas, cuando diga: “yo no ingeriré
más en mi cuerpo esas partículas que piden existencia separada y que necesitan crear
continuamente, sino que viviré una vida pura e inofensiva”, únicamente cuando el hombre
llega a ese estado de su vida puede sentir compasión. Mientras matemos no podremos sentir
verdadera compasión.
Nosotros que vivimos bajo condiciones tan complejas, en las que los mataderos se
encuentran situados en un lugar adecuado no vemos nunca, por supuesto, la matanza de
animales, pero sin embargo somos tan responsables de sus angustias y su temor como si
hubiéramos ayudado a matarlos. ¿Podríamos nosotros ir a ese lugar sangriento, hundir el
cuchillo y contemplar los ojos agonizantes y luego ponernos a saborear la sangre de las
víctimas?. No podríamos. Hemos evolucionado demasiado para ello. Esto es debido a que
podemos obtener la carne sin necesidad de ver las agonías en los mataderos, pero no
obstante estamos perjudicando gravemente a otros semejantes, pues nosotros no
necesitamos estar allí días y días y meses y años matando, matando y matando. Nosotros
escapamos a ese horror pero concentramos en el matarife la brutalidad, y tanto que las leyes
lo declaran “desalmado” en ciertos respectos y no permiten que se siente en un jurado que
tenga que dictaminar sobre la pena capital porque se ha brutalizado tanto que ha perdido el
respeto a la vida. Dejemos de ocasionar destrucciones semejantes. Tratemos de edificar, de
construir y dejemos vivir a todos los seres. Tienen tanto derecho a vivir como nosotros. Ella
Wheeler Wilcox describe esa idea en las siguientes hermosas palabras:
I am the voice of the voiceless; (*)
Through me the dumb shall speak
Till a deaf world’s ear
Shall be made to hear
The wrongs of the wordless weak.
The same force formed the sparrow
That fashioned man, the king.
The God of the Whole
Gave a spark of soul
To furred and feathered thing.
And I am my brother’s keeper;
And I will fight his fight,
And speak the word
For beast and bird
Till the world shall set things right.
(*) Yo soy la voz de los que no hablan y por mí hablarán los que son mudos. Y mi
voz resonará en los oídos del mundo hasta el cansancio, hasta que escuche y sepa los
errores que se cometen con los débiles que carecen de palabra.
El mismo poder formó al gorrión y al hombre: el rey de la creación. El Dios del
Todo dio una chispa anímica a todos los seres de pelo o pluma.
Yo soy el guardián de mi hermano y lucharé por él sus batallas y haré la defensa del
animal y del ave, hasta que el mundo haga las cosas como se debe.
Hemos llegado, pues, a un punto tal que podemos comenzar a ver la aplicación que
tienen estas cosas a lo que ya hemos visto, en Parsifal y en el Santo Grial. Vemos que la
compasión comienza cuando abandonamos nuestros apetitos inferiores. Nos purificamos en
pensamiento, deseo y cuerpo, y así podemos seguir ascendiendo. En ese mito, tal como lo
presenta Wagner, tenemos una de las más admirables interpretaciones del hecho de que
cierta clase entre nosotros puede seguir adelante y convertirse en auxiliares de la
humanidad. Parsifal es el hombre que se ha purificado a sí mismo y se ha hecho inofensivo.
Esto lo observó y sintió Wagner espiritualmente una mañana de un Viernes Santo en
Zurich, donde vio en torno suyo a las fuerzas vitales en plena operación. Innumerables
simientes estaban brotando alrededor en ese maravilloso flujo de vida, y Wagner se
preguntó que relación podía haber entre la muerte del Salvador sobre la cruz y ese brotar de
todo en la Naturaleza. Y entonces se encontró con el corazón mismo del Misterio del Santo
Grial.
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