La sabiduría es un espíritu amante
Elsa M. Glover, PhD.
Sabiduría, 1:6
Los científicos buscan obtener conocimiento mediante observaciones
objetivas y el empleo del pensamiento lógico para extraer conclusiones de
dichas observaciones. ¿Importa lo que un científico piense de Dios? ¿Importa
cuál es el propósito de una investigación científica, egoísta o desinteresado?
¿Importa si el científico ama aquello que investiga? Este capítulo buscará
respuestas a estas preguntas.
En Proverbios, 8:22 la sabiduría se representa con estas palabras "Yavé
me creó en el principio, antes de sus obras, desde antiguo. Desde la eternidad
fui yo establecida; desde los orígenes, antes de que la tierra fuese... Cuando
afirmó los cielos, allí estaba yo... cuando daba fuerza a las fuentes del abismo.
Cuando fijó sus términos al mar para que las aguas no traspasasen sus
linderos. Cuando echó los cimientos de la tierra. Estaba yo con Él..." Dios creó
la sabiduría; es decir, Él creó el plan de acuerdo con el cual surgió el universo.
Dios es todopoderoso. Él conoce el plan y como creó todo. Igualmente él
conoce todo lo que sucede en Su creación porque Él es omnipresente. "En Él
vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser." (Hechos, 17:28).
Si Dios es todopoderoso, aquellos que participen de Dios aprenderán la
sabiduría. Muchos siglos atrás el Rey Salomón escribió (Sabiduría, 7:17-20):
"Porque Él me dio la ciencia verdadera de las cosas, y el conocer la
constitución del universo y la fuerza de los elementos... El ciclo de los años y la
posición de las estrellas; la naturaleza de los animales y los instintos de las
fieras, la fuerza de los vientos y los razonamientos de los hombres, las
diferencias de las plantas y las virtudes de las raíces." En tiempos más
recientes, se dice de Tomás Edison que afirmó que sus inventos vinieron a él
mediante las infinitas fuerzas del universo. El Dr. George Washington Carver se
levantaba temprano cada mañana y rezaba a Dios antes de ir a su laboratorio,
al cual acudía dispuesto a desarrollar lo recibido durante su oración. Decía que
"La oración es un contacto interno" (El hombre que habla con las flores, de
Glenn Clark).
Si alguien quiere alcanzar sabiduría de Dios mediante la oración, sus
motivos deben ser puros. Cristo afirmó (Mat. 5:8): "Bienaventurados los puros
de corazón porque ellos verán a Dios." El Rey Salomón afirmó incluso
(Sabiduría, 7:25-27): "(La sabiduría es) una emanación pura de la gloria de
Dios omnipotente, por lo cual nada manchado hay en ella. Es el resplandor de
la luz eterna, el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su bondad...
y a través de las edades se derrama en las almas santas, haciendo amigos de
Dios y profetas."
El amor a Dios puede llevar a una comunión con Él y a participar de Su
sabiduría. A menor escala, si hemos de comprender algo, ese algo debe ser
amado. Es el amor lo que produce la unificación de la conciencia propia con
algo que existe fuera de uno mismo, lo que conduce a la compresión de ese
otro ser. George Washington Carver amaba las plantas objeto de su estudio.
Decía: "Ningún libro entra aquí (al laboratorio)... Aquí hablo con el pequeño
cacahuete y él me revela sus secretos... Cualquier cosa revelará sus secretos
si la amamos lo suficiente." De esta manera el Dr. Carver descubrió trescientos
nuevos usos del cacahuete, incluyendo polvos cosméticos, aceite para
automoción, tinta de imprenta, champús, jabones, colorantes para madera,
tinturas grasas y compuestos de caucho. Si el químico quiere comprender los
misterios de las moléculas, debe amarlas. Si el ingeniero electrónico quiere
comprender los misterios de los circuitos eléctricos, debe amarlos. Si el médico
quiere aprender a curar a sus pacientes, debe amarlos.
A medida que los científicos aumenten su amor a Dios y a Su creación, a
medida que este amor se expanda y gane poder, obrando como una fuerza que
acerque al científico a la fuente de la sabiduría, llegará entonces un tiempo en
el que tendrá el poder de proyectarlo en los mundos invisibles donde podrá ver
por sí mismo las fuerzas que producen y controlan todas las manifestaciones
terrestres y donde podrá percibir las aspiraciones internas, esperanzas y
miedos de todos los seres vivos. (Max Heindel, Iniciación Antigua y Moderna,
pág. 75-89). Entonces habrá alcanzado la fuente de la sabiduría. Desde ese
punto, tendrá poder para controlar las fuerzas de la naturaleza de forma que
podrá hacer cosas tales como transformar las piedras en pan, calmar los
vientos, levitar o curar al enfermo.
Cristo afirmó que los mayores mandamientos de la ley eran "Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu inteligencia...
Y amarás al prójimo como a ti mismo." Estos mandamientos son tan
importantes para el científico como para el sacerdote, son tan importantes para
obtener comprensión del mundo como lo son para obtener el favor de Dios.
Que la Luz del Amor traiga iluminación a los que
caminan en las tinieblas.
REFERENCIAS
- Clark, Glenn. The Man Who Talks with the Flowers. Saint Paul, Minn:
Macalester Park Publishing Company, 1939.
- Heindel, Max. Ancient and Modern Iniciation. Oceanside, Cal.: The
Rosicrucian Fellowship, 1931.
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