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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 02/10/2009 15:56

 

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Mi corazón siempre te seguira/ Celine Dion

hello.gif picture by vislumbrar 

SIGNOS DEL ATAQUE PSÍQUICO...(I)

El lado mental de la naturaleza.— El Invisible no es necesariamente malo.—

Causas de la hendidura del velo.— Signos del ataque psíquico.— Miedo y

opresión.— Pesadillas.— Visiones hipnagógicas entre el sueño y la vigilia.—

Exhaustión nerviosa.— Gasto y pérdida de fuerza.— Cambios de temperamento.

— Proyección de formas de pensamiento. Materializaciones.— Encantamientos.—

Vampirismo.— Repercusión.— Malos olores.— Precipitación de cieno.— Huellas

de pies de fantasma.— La campana astral.— Fenómenos de poltergeist.—

Estallidos de fuego.— Es necesario considerar: (a) Posibilidad de una explicación

natural, (b) Fraude deliberado.— Una mente abierta es esencial.

Si miramos al universo alrededor nuestro no podemos dejar de realizar que debe

haber algún plan rector que coordine su infinita complejidad. Si tomamos en

nuestras manos y examinamos minuciosamente cualquier cosa viviente, pese a lo

simple que sea, debemos realizar igualmente que la ordenada diversidad de sus

partes se construye sobre un armazón determinante. La ciencia ha buscado en vano

este principio organizador; nunca lo encontrará en el plano físico, pues no es físico.

No es la naturaleza inherente de los átomos lo que hace que se dispongan en

complejos patrones de tejidos vivientes. Las fuerzas conductoras del universo, el

armazón sobre el que está construido en todas sus partes, pertenece a otra fase de

manifestación distinta de nuestro plano físico, teniendo otras dimensiones que las

tres a las que estamos habituados, y siendo percibida por otros modos de

conciencia que aquellos a los que estamos acostumbrados.

Vivimos en medio de fuerzas invisibles de las que percibimos únicamente sus

efectos. Nos movemos entre formas invisibles cuyas acciones muy a menudo no

percibimos en absoluto, aunque podamos ser afectados muy profundamente por

ellas.

En este lado mental de la naturaleza, invisible a nuestros sentidos, intangible a

nuestros instrumentos de precisión, pueden ocurrir muchas cosas que no están sin

su eco en el plano físico. Hay seres que viven en este mundo invisible como peces

en el agua. Hay hombres y mujeres con mentes entrenadas, o aptitudes especiales,

que pueden entrar en este mundo invisible como un buzo desciende al lecho del

océano. Hay también tiempos en los que, como le ocurre a una tierra cuando los

diques marinos se rompen, las fuerzas invisibles fluyen sobre nosotros y

empantanan nuestras vidas.

Normalmente esto no ocurre. Estamos protegidos por nuestra misma

incapacidad para percibir estas fuerzas invisibles. Hay cuatro condiciones, sin

embargo, en las que el velo puede ser rasgado y podemos encontrarnos con el

Invisible. Podemos encontrarnos en un lugar donde estas fuerzas estén

concentradas. Podemos encontrarnos a gente que esté manejando estas fuerzas.

Podemos ir nosotros mismos a encontrarnos con el Invisible, conducidos por

nuestro interés en ello, y exceder nuestras posibilidades antes de que nos demos

cuenta de dónde estamos; o podemos caer víctimas de ciertas condiciones

patológicas que hienden el velo.

El Umbral del Invisible es una costa traicionera para bañarse. Hay hoyos y

corrientes y arenas movedizas. El nadador fuerte, que conoce la costa, puede

aventurarse con relativa seguridad. El no nadador, que no toma consejo sino de sus

propios impulsos, puede pagar su temeridad con su vida. Pero no debemos cometer

el error de pensar que estas fuerzas invisibles son necesariamente malas y

enemigas de la humanidad. No son más enemigas en sí mismas que lo son el agua

o el fuego, pero son potentes. Si corremos en contra suya, el resultado es

desastroso para nosotros, pues hemos violado una ley natural; pero no están para

atacarnos, no más de lo que nosotros estamos para atacarlas. Debemos encarar el

hecho, sin embargo, de que hombres y mujeres con conocimiento de estas cosas

han usado, tanto en el pasado como en el presente, ese conocimiento sin

escrúpulos, y que podemos vemos envueltos en los resultados de sus acciones.

Puede decirse con seguridad que el Invisible es sólo malo y enemigo de la

humanidad cuando ha sido corrompido y pervertido por las actividades de estos

hombres y estas mujeres sin escrúpulos, a los que los iniciados llaman adeptos del

Sendero de la Izquierda.

Debemos considerar los signos externos y visibles de ataque psíquico antes de

que estemos en posición de analizar la naturaleza de tales ataques e indicar su

fuente de origen. Es una regla fundamental que el diagnóstico debe preceder al

tratamiento. Hay muchas clases diferentes de ataques psíquicos, y los métodos de

que se dispondrá contra uno serán inefectivos contra otro.

La forma más común de ataque psíquico es ése que procede de la mente

ignorante o maligna de nuestros seres humanos compañeros. Decimos ignorante

así como maligna, pues no todos los ataques son motivados deliberadamente; el

daño puede ser tan accidental como el infligido por un coche de patines. Debe

tenerse esto siempre presente, y no deberíamos imputar malicia o malignidad como

una cuestión de hecho cuando sentimos que estamos siendo hechos las víctimas.

Nuestro perseguidor puede ser él mismo una víctima. No deberíamos acusar a un

hombre de malicia si hemos estrechado nuestra mano con él y él ha pisado en un

raíl electrificado. En cualquier caso, recibiremos de sus manos un severo choque.

Igual puede suceder con muchos ataques ocultos. La persona de quien emana

puede no haberlo originado. Por lo tanto, nunca deberíamos responder al ataque

con el ataque, bajándonos así al nivel moral de nuestros atacantes, sino que

deberíamos apoyarnos en métodos más humanos, que son, en realidad, igual de

efectivos y mucho menos peligrosos de manejar.

La gente entra también en contacto con el Invisible a través de la influencia de

lugares. Alguien que no es realmente psíquico, pero que es lo suficientemente

sensitivo para percibir las fuerzas invisibles subconscientemente, puede ir a un

lugar en donde estén concentradas en elevada tensión. Normalmente, aunque nos

movemos en medio de estas fuerzas (pues ellas sustentan nuestro universo),

estamos abstraídos de ellas. Donde se concentran, sin embargo, a no ser que

seamos de mente muy densa, empezamos a ser tenuemente conscientes de algo

que nos está afectando y excitando nuestro ser subliminal.

Puede suceder que la barrera entre la conciencia y la subconsciencia sea densa

en algunas personas y nunca sean capaces de realizar claramente lo que está

sucediendo. Meramente tienen la sensación de opresión y malestar general, que se

levantan cuando marchan a otro lugar. Consecuentemente, la condición nunca

puede ser detectaba, y conduce a años de mala salud y miseria.

Más comúnmente, sin embargo, si hay un ataque psíquico definido de fuerza

suficiente para hacerse notar, pronto empezarán a aparecer sueños característicos.

Estos pueden incluir una sensación de peso sobre el pecho, como si alguien se

estuviera arrodillando sobre el que duerme. Si la sensación de peso está presente,

es seguro que el ataque emana localmente, pues el peso es debido a la

concentración de substancia etérica o ectoplasma, y es suficientemente tangible

para presionar hacia abajo el fiel de una balanza cuando es posible capturarlo para

su medida. Se ha hecho una gran cantidad de investigación con médiums de

materialización sobre la naturaleza de esta sustancia sutil tangible, y el lector es

referido a los libros sobre los experimentos conducidos por Crawford en el Círculo

Goligher en Belfast, y en París con Eva. G. por otros experimentadores, para

información y evidencia posteriores sobre el tema. Puede señalarse que Crawford

finalmente se suicidó sin razón conocida.

Una sensación de miedo y opresión es muy característica del ataque oculto, y

uno de los signos más seguros que lo anuncian. Es extremadamente raro que un

ataque se manifieste de la nada, como si fuera. No estamos en nuestro estado

normal de mente, cuerpo y circunstancia, y entonces nos encontramos de repente

en el medio de una batalla invisible. Una influencia oculta que se aproxima arroja

su sombra en la conciencia antes de hacerse aparente al no psíquico. La razón de

esto es que percibimos subconscientemente antes de realizar conscientemente, y

una línea de sombra reptante indica la penetración del censor subconsciente de

abajo a arriba.

Conforme el ataque progresa, la exhaustión nerviosa se vuelve crecidamente

señalada, y puede haber, bajo ciertas condiciones que consideraremos después, tal

desgaste de los tejidos que la víctima es reducida a una mera concha de piel y

huesos sin sangre, tumbada en la cama, demasiado débil para moverse. Y sin

embargo no puede demostrarse ninguna enfermedad definida.

Tal caso es un ejemplo extremo, procediendo sin freno a su conclusión lógica.

Son posibles otros resultados, sin embargo. La resistencia puede ser buena, en

cuyo caso el ataque es incapaz de conseguir un agarre sobre el plano físico, y es

limitado a esa tierra fronteriza entre la materia y la mente que percibimos en el

umbral del sueño. Esta es una experiencia muy terrible, pues la víctima tiene miedo

de dormir y no puede mantenerse indefinidamente. Fatigada por el miedo y la falta

de sueño, el derrumbamiento mental pronto sobreviene.

La exhaustión nerviosa y el derrumbamiento mental son los resultados más

comunes del ataque astral entre la gente blanca, pues en Europa, en cualquier

caso, no es frecuente que el atacante sea capaz de llevar el ataque a conclusión en

la muerte de la víctima. Hay, sin embargo, registros de casos en los que la víctima

había muerto de puro terror. La terrible historia de Kipling, El Fin del Pasaje, da un

relato de tal suceso.

Dion Fortune


 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 02/10/2009 16:00

 

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SIGNOS DEL ATAQUE PSÍQUICO...Y(II)

Pero en adición a los fenómenos puramente subjetivos, los habrá también

objetivos si el ataque tiene algún grado de concentración. El fenómeno de la

repercusión es bien conocido, el fenómeno en el cual aquello que le acontece al

cuerpo sutil se refleja en el cuerpo denso, de modo que después de un

retorcimiento astral durante el sueño, se encuentran magulladuras en el cuerpo

físico, a veces magulladuras de un modelo definido. He visto la huella de la pezuña

de un chivo y el as de bastos señalados sobre la piel como magulladuras bien

definidas, pasando del azul al amarillo y desapareciendo en el curso de unos pocos

días, como lo hacen las magulladuras.

Los malos olores son otra manifestación de un ataque astral. El olor

característico es el de la carne en descomposición, y viene y se va

caprichosamente; pero mientras está manifestándose, no hay duda alguna sobre él,

y cualquiera que esté presente puede olerlo, sea o no psíquico. He conocido

también un terrible hedor a vertedero surgido cuando un ritual perteneciente al

Elemento de Tierra fue ejecutado incorrectamente.

Otro curioso fenómeno es la precipitación de cieno. No he visto esto realmente

yo misma, pero tengo información de primera mano de buena autoridad, de un

caso así. Las marcas son a veces como si un ejército de babosas hubiera estado

marchando en formación ordenada; a veces hay un ancho embarrado de fango, y

otras, claras huellas de pisadas, a menudo de tamaño gigante. En el caso al que me

refiero, del que oí por un testigo ocular, las marcas eran como las pisadas de un

elefante, enormes trazas en el suelo del salón de un chaletito situado cerca del

mar.

A veces se observan extrañas pisadas que aparecen de ninguna parte y

conducen a ninguna parte, cuando hay nieve alrededor. Las he visto en dos

ocasiones en el tejado de un anexo. Comenzaban en su borde, como si el

caminante se hubiera bajado de un aeroplano, cruzara a través, y terminara

abruptamente en la pared del edificio principal sobre donde termina el colgadizo.

No volvían. Una simple línea de pisadas venía de ninguna parte y terminaba en una

elevada pared.

Un suceso similar tuvo lugar en una escala muy extensa en Devon hace unos

cincuenta años, y un relato de ello puede encontrarse en ese curiosísimo libro,

Rarezas, del Comandante Gould. En este caso, sin embargo, las huellas no eran

humanas, sino que eran las de lo que aparentemente era la pezuña de un burro,

procediendo en una sola línea y yendo directamente a través de las paredes y sobre

los tejados, y cubriendo la mejor parte de un par de cientos de millas en una sola

noche, a ambos lados de un estuario sin puente. Aquellos que deseen evidencia

confirmatoria harían bien en consultar el libro del Comandante Gould, donde el

incidente se da en detalle.

Hay un curioso fenómeno conocido por los ocultistas como la campana astral; Sir

Arthur Conan Doyle hace uso de él en una de sus historias de Sherlock Holmes.

Este sonido varía desde una nota clara, como una campana, hasta un débil click. A

menudo lo he oído parecerse al sonido hecho golpeando un vaso de vino rajado con

la hoja de un cuchillo. Comúnmente anuncia la venida de una entidad que apenas

puede manifestarse, y no necesita ser necesariamente en absoluto un heraldo del

mal. Puede ser simplemente una llamada en la puerta del mundo físico para atraer

la atención de sus habitantes a la presencia de uno que se halla afuera y desearía

hablar con ellos. Si, sin embargo, ocurre en presencia de otros síntomas de ataque

astral, daría una fuerte evidencia en la confirmación del diagnóstico.

En esta conexión, se ven a veces también inexplicables explosiones de fuego.

Estas indican que están en funcionamiento fuerzas elementales, no humanas.

Ocurren también fenómenos de poltergeist, en los cuales vuelan objetos, suenan

campanas, y tienen lugar otras ruidosas manifestaciones. Por supuesto, puede

haber una multiplicidad de fenómenos, apareciendo más de un tipo en el mismo

caso.

Innecesario es decir que nunca debe ignorarse la posibilidad de alguna

explicación natural, material, incluso en los casos donde el elemento sobrenatural

parece más obvio. Debería buscarse siempre diligentemente en toda dirección

posible antes de que cualquier hipótesis supranormal sea considerada digna de

atención. Pero, por otra parte, no deberíamos estar tan apegados a las teorías

materialistas que rehusemos tomar una teoría psíquica como una hipótesis de

trabajo si muestra alguna posibilidad de ser fructífera. Después de todo, la prueba

del budín está en comerlo, y si, trabajando sobre una hipótesis oculta, somos

capaces de aclarar un caso que ha resistido a todos los otros métodos de manejo,

tendremos una muy buena evidencia en apoyo de nuestra contención.

Debemos tener presente también que el elemento del fraude deliberado puede

entrar en los lugares más inesperados. He visto a un drogadicto hacerse pasar con

éxito, durante un considerable espacio de tiempo, por la víctima de un ataque

oculto. Un reciente escritor del Diario Médico Británico declaró que cuandoquiera

que se cruzaban con un caso de campana sonando, golpes, goteo de agua y aceite

desde los techos, y otros sucesos desgraciados, siempre buscaba a la sirvienta

histérica. Sería muy aconsejable que los ocultistas hicieran lo mismo antes de que

empezaran a preocuparse por el Diablo. Pero, por otra parte, el hombre sabio, sea

ocultista o científico, no insistirá en la sirvienta histérica a no ser que pueda cazarla

in fraganti, como sé que lo hará antes o después si ella es la culpable

Los cheques falsos nunca conseguirían dinero a no ser que hubiera cosas tales

como cheques genuinos. Nunca se le ocurriría a nadie producir fenómenos psíquicos

fraudulentos a no ser que hubiera habido algunos fenómenos psíquicos genuinos

para actuar como modelo para la impostura.

La aceptación de una explicación debería descubrirse sobre el peso de la

evidencia en su favor, no sobre el desagrado de uno ante sus alternativas. Abogo

porque se investigue la posibilidad de una explicación no material en casos en que

la hipótesis materialista no rinde resultados. Ni en las enfermedades del cerebro y

del sistema nervioso, ni de la glándulas endocrinas, ni en la represión de los

instintos naturales, encontraremos la explicación en todos los casos en que la

mente es afligida. Hay más en el hombre que mente y cuerpo. Nunca

encontraremos la pista del acertijo de la vida hasta que realicemos que el hombre

es un ser espiritual, y que la mente y el cuerpo son las vestiduras de su manifestación.

ANÁLISIS DE LA NATURALEZA DEL ATAQUE PSÍQUICO

La sugestión telepática, clave de los ataques psíquicos.— Tres tipos de

sugestión.— (a) Autosugestión.— (b) Sugestión consciente.— (c) Sugestión

hipnótica.— La sugestión debe ajustarse al temperamento.— Profundidades

insospechadas.— Cómo opera un ataque psíquico.— No puede tener efecto hasta

que el aura es horadada.— Reforzamiento por entidades malas.- Caso de ataque

psíquico descrito.-- Significado de la pesadilla.— Cómo distinguir un asimiento

psíquico de una epilepsia.— Correlación de los ataques con las fases de la luna.—

Diagnosis psíquica de este caso.— Detalles confirmatorios elucidados —Curso del

caso.— Interpretación de los acontecimientos.

La esencia de un ataque psíquico ha de encontrarse en los principios y

operaciones de la sugestión telepática. Si reunimos lo que sabemos de telepatía y

lo que sabemos de sugestión, entenderemos su modus op-randi.

La sugestión es de tres clases: Autosugestión, Sugestión Consciente y Sugestión

Hipnótica. La distinción, sin embargo, no es tan fundamental como parece a

primera vista; pues la meta de todas las sugestiones en la mente subconsciente es

la misma, y no se vuelven operativas hasta que ésta se alcanza. La sugestión se

distingue de las amenazas y las apelaciones a la razón por el hecho de que éstas

apuntan a un blanco en la mente consciente. Si tienen éxito, deben su éxito a la

aquiescencia de la personalidad consciente, por coerción o voluntariamente. Pero la

sugestión no hace su apelación a la conciencia, sino que apunta a poner las manos

sobre los brotes de acción en la subconsciencia, y manipularlos desde ahí.

Podríamos comparar estos dos procesos a la operación de tocar el pulsador de la

campana por fuera de la puerta, y tomar un tablón del suelo y tirar de los mismos

alambres de la campana. El resultado será el mismo en ambos casos, la campana

sonará. Amenazas y argumentos pulsan el botón de la campana con grados

variables de énfasis, desde el retintín persistente de la persuasión moral hasta el

repiqueteo resonante del chantajista. La sugestión cruza los alambres en diversos

puntos en su curso.

La autogestión se da por la propia mente consciente de uno a su propia mente

subconsciente. Ahora, podéis preguntar, ¿por qué no puedo dar órdenes a mi

mente subconsciente directamente, sin tener que recurrir a los atavíos de la

sugestión? La respuesta a esta pregunta es muy simple. La mente subconsciente

pertenece a una fase de evolución mucho más primitiva que la mente consciente;

pertenece, de hecho, a una fase anterior al desarrollo del habla. Dirigirse a ella en

palabras, por lo tanto, es como hablar a un hombre en un lenguaje que no

entiende. A fin de tratar con él tenemos que recurrir al lenguaje de los signos. Así

ocurre con la mente subconsciente. No es de utilidad alguna el decirla, "Haz esto",

o 'No hagas eso". Debemos hacer una imagen mental de la cosa que deseamos

hecha, y mantenerla en la conciencia hasta que comience a hundirse en la

subconsciencia. La mente subconsciente entenderá este cuadro, y actuará sobre él.

El actor que desea curarse del miedo al escenario, fracasará en hacerlo así si

dice a su mente subconsciente. "No estés asustado', pues para un caballo ciego

una inclinación de cabeza es tan buena como un guiño, igualmente, si hace un

cuadro mental del temor al escenario y dice a su yo subliminal, "Ahora bien, no

hagas eso', el resultado será desastroso, pues el yo subliminal verá el cuadro y

omitirá la negación, porque la palabra "no" no tiene sentido para él. A fin de

manejar efectivamente la mente subconsciente, hacemos un cuadro mental de la

cosa que deseamos hecha, y la mantenemos en la mente por aplicaciones repetidas

manifestación.

hasta que e! subconsciente comienza a ser influenciado y asume la tarea por su

propia cuenta.

Este es el resultado final de toda sugestión, y las diferentes clases de sugestión

se distinguen, no por la diferencia en el resultado final, sino por la puerta a través

de la que entran a la mente subconsciente. La autosugestión se origina en nuestra

propia conciencia; la sugestión despierta se origina en la mente de otro y es

transmitida a nuestra mente por los canales ordinarios de la palabra hablada o

escrita; la sugestión hipnótica entra directa a la mente subconsciente, sin incidir en

absoluto sobre la conciencia.

La sugestión hipnótica (que significa, literalmente, sugestión hecha durante el

sueño, y es hasta cierto punto un nombre equivocado) es de tres clases: en primer

lugar, la verdadera sugestión hipnótica hecha cuando se ha vuelto al sujeto

insensible por pases magnéticos o fijación de los ojos sobre un objeto brillante; en

segundo lugar, la sugestión dada durante el sueño normal, como Coué aconseja

que debería hacerse con los niños, en mi opinión un procedimiento sumamente

indeseable; y, en tercer lugar, la sugestión telepática. Todos estos modos de

sugestión entran a la mente por detrás del censor; es decir, son independientes de

la conciencia, a la que no se le pide cooperar, ni tiene el poder de inhibirlas.

En la mayoría de los casos, las sugestiones hechas de este modo nunca son

reconocidas como viniendo desde fuera, sino que sólo son descubiertas después de

que han madurado en la subconsciencia y están comenzando a tener efecto. No

vemos la semilla invisible, que ha sido sembrada en nuestra mente por la mente de

otro, pero en el curso debido la germinación tiene lugar, y el brote de fuerte

crecimiento aparece por encima del umbral de la conciencia como si fuera

vegetación nativa. El sugestionador mañoso siempre busca hacer armonizar sus

sugestiones con el sesgo de la personalidad; pues si no lo hacen así, los complejos

subconscientes establecidos las expelarán antes de que tengan tiempo de echar

raíces. Todo lo que él puede realmente hacer es reforzar y estimular las ideas e

impulsos que ya están ahí. No puede injertar un renuevo de rosa en un cultivo de

lilas, pues meramente se mustiará y morirá.

Para que tenga lugar el crecimiento de las semillas de pensamiento deben

encontrar un suelo con el que congenien. Es aquí donde yace la fuerza de la

defensa. Podemos no ser capaces de impedir que las mentes de otros nos envíen

sugestiones, pero podemos purificar de tal modo el suelo de nuestras propias

naturalezas que ninguna sugestión dañina pueda encontrar un lecho de siembra con

el que congenie. Es una cuestión simple el arrancar una planta pequeña de ortiga,

pero es un asunto bien diferente el erradicar un plantado espeso de raíces

enmarañadas y brotes pinchudos, de muchos años de edad.

Se ha dicho, y no sin verdad, que una persona no puede ser hipnotizada a hacer

alguna cosa que es contraria a su naturaleza real. Pero ¿cuál es la naturaleza real

de cada uno de nosotros? ¿Hemos superado todos al mono y el tigre, o están

meramente enjaulados? La sugestión puede abrir la jaula de todas nuestras

tentaciones secretas y dejarlas sueltas sobre nosotros. Nadie, sino el santo, es

naturalmente inmune. Es posible reducir a cualquiera a cualquier cosa supuesto que

la sugestión tenga un alcance sin contrarrestar por una longitud de tiempo

suficiente. La mujer más pura puede ser hecha una ramera, el hombre más noble

un asesino bajo ciertas condiciones. Es necesario el conocimiento para protegerse,

y es ese conocimiento lo que pretendo dar en estas páginas.

Dion Fortune

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