Este es el primer paso y es muy sencillo. Pero sólo mediante la persistencia de ese deseo es
que va dando un paso tras otro, y a eso se le llama recorrer el sendero. Son muy pocas las
almas que tienen la constancia necesaria que les permitía hacer un progreso perceptible,
pero si el deseo permanece constante e inflexible, pronto llegará al fin deseado y el
candidato se encontrará en posesión de los conocimientos necesarios que le permitirán
realizar un progreso intensivo, dirigiendo sus esfuerzos hacia una meta definida. Es por esta
razón que los Maestros fundan y sostienen tales organizaciones como la Sociedad
Teosófica, la Sociedad Antroposófica, la Fraternidad Rosacruz, y muchas otras menos
conocidas, pero tanto o más útiles que aquellas, y todos los que han podido así vislumbrar
la nueva aurora, deberían prestar su apoyo a esas organizaciones por pura gratitud, por la
luz que de ellas han recibido, a fin de que el recorrido del Sendero sea hecho más fácil para
los demás.
Mediante los libros y las conferencias de esas sociedades, el candidato aprenderá
muy pronto que su sueño tiene un buen fundamento y que ese impulso que siente
interiormente está igualmente fundado en un verdadero instinto: le proporcionan algo así
como un mapa de la senda a recorrer, aunque nadie, sino uno mismo, pueda recorrerla.
También aprenderá así el origen del hombre, como potencialidad divina, de su Evolución a
través de las séptuplas experiencias de la forma y de la ultérrima trascendencia de la forma
en el desenvolvimiento de su realidad divina. E igualmente aprenderá todo lo concerniente
a los siete planos y a las posibilidades de esos planos y sabrá así de la existencia de los
Maestros.
Habiendo aprendido todas estas cosas, habiendo adquirido la teoría de la Ciencia
Esotérica, ¿cómo puede ahora transformar la teoría en la práctica?. ¿Cómo puede
experimentar personalmente todo lo que ha leído?. Puede alcanzar la percepción del Mundo
Astral mediante el uso de la auto-hipnosis o de ciertas drogas: el método es simple pero las
consecuencias son desastrosas para el Yo Superior. También puede hacer que lo Astral se
manifieste en el Mundo Físico mediante el empleo de la magia. Sin embargo, el
conocimiento de estos procedimientos está muy bien guardado y no puede obtenerse
fácilmente y ni siquiera puede ser empleado con seguridad sino por un Adepto.
El camino para adquirir el conocimiento personal de los mundos superiores puede
ser fácilmente comunicado, aunque no es de fácil realización. Los sentidos de la
individualidad pueden conocer esos Mundos. Por lo tanto, si se cultivan con el mayor
cuidado los aspectos superiores del ser humano, la naturaleza espiritual y el poder del
pensamiento abstracto, hasta que hayan alcanzado un grado de desenvolvimiento
considerable, si entonces se desvía el foco de la conciencia de la personalidad - que es la
unidad de encarnación - a la Individualidad - que es la unidad de Evolución - se verá que es
posible desarrollar esos aspectos de la Naturaleza hasta que el Universo pueda ser
aprehendido en términos de pensamiento abstracto o de intuición espiritual. El
desviamiento del foco de la conciencia se logra desviando el foco del deseo de las cosas
sensoriales a las cosas espirituales. No basta con que la voluntad se dirija a un objetivo
espiritual; es necesario llegar a una etapa de desenvolvimiento en que los deseos
espontáneos también se dirijan al mismo objetivo. Muchos candidatos a la Iniciación
cometen el error de creer que basta con la voluntad, pero no es así. La mayoría de los
deseos de la propia naturaleza, conscientes y subconscientes, deben también apartarse de
las cosas sensoriales y tender hacia las cosas espirituales, y hay que tener presente que la
mente subconsciente contiene muchísimas cosas que conciernen a la infancia de la raza y
que tienden hacia la materialidad en sus formas más densas. Es necesario extender el
campo de la conciencia hasta penetrar en lo que generalmente es la esfera de la
subconsciencia, para poder asegurarse la asimilación de los deseos instintivos y dirigirlos
hacia la naturaleza espiritual.
Para poder realizar esta asimilación es necesario que nos conozcamos en todos
nuestros más primitivos y crudos aspectos, sublimándolos hasta que puedan ser absorbidos
por la personalidad y asimilados a ella. Porque hasta que la personalidad no haya sido
integrada debidamente, no puede buscar deliberadamente y por su propia voluntad
iluminada, el cumplimiento de los objetivos de su vida en los ideales y de la individualidad.
Esta es la apoteosis de la personalidad, y el alma está siempre ansiando ese momento,
porque no puede encontrar satisfacción en las cosas de los sentidos. La Unión con el
aspecto divino del yo, el Dios Interno, tiene que preceder siempre a la experiencia del Dios
del todo, del cual el primero es sólo una parte. El nivel espiritual de la naturaleza del
hombre, no es más que una porción circunscrita del Espíritu Único, el Todo, el Aspecto
Noumenal de la Manifestación. Porque para aquello que es en sí mismo Noumenal, o sea la
realidad absoluta de todo, no puede haber satisfacción en lo que es fenomenal, o sea de la
naturaleza de la experiencia proyectada. La Chispa de la Luz Divina, que constituye el
núcleo del Ego reencarnante o Individualidad, tiene que asociarse con sus iguales para
conocer el compañerismo; el aspecto espiritual del instinto del rebaño, sólo puede encontrar
satisfacción en su unión con el Espíritu, no tiene lugar dónde morar en el mundo de los
fenómenos y si la conciencia se ha elevado hasta la aprehensión de las realidades
espirituales, aparte de las experiencias del mundo de la forma, nunca aceptará nada como
válido si no tiene un núcleo de esa realidad noumenal. Esa realidad, una vez experimentada,
trayendo como trae completa satisfacción de la vida misma, y no la saciedad de un apetito
aislado, constituye el tipo de toda futura satisfacción y determina su validez. Si semejante
experiencia ha tenido lugar alguna vez en la historia del Ego reencarnante, jamás puede ser
olvidada, y será llevada de vida en vida, grabándose en la subconsciencia de cada
personalidad (o unidades de encarnación) hasta que llegue el tiempo en que la Evolución
permita convertir la ultraconciencia en conciencia.
La primera iniciación consiste en el relámpago de Conciencia Cósmica en la que el
Ego ve con los ojos del espíritu y no con los ojos de la carne. Esto sólo puede realizarse
mediante la exaltación de la conciencia y brota de lo interior. Una vez que se ha tenido esa
experiencia, puede reproducirse en cualquier subsiguiente encarnación uniendo la
conciencia con la subconsciencia mediante cierto encadenamiento asociatorio que permita
extraer el contenido de ese aspecto particular de la subconsciencia y traerlo nuevamente a la
esfera de la conciencia. Esto puede lograrse por la Iniciación ritual, y el simbolismo del
ritual que se emplee está arreglado con ese objeto, que tarde o temprano terminará en la
memoria de la Luz de la Realidad.
La iniciación ritual no puede hacer más que esto pero es suficiente, porque en la
Gran Luz está comprendida la Maestría. El psíquico desarrollado o el mago experto puede
convertirse en Adepto en todos los planos del Cubo de Manifestación, pero más allá hay
algo más, que tiene sus afinidades con lo que, en relación con el Universo Solar, está
inmanifestado y es Cósmico. No se puede llamar iniciado a nadie que no haya
experimentado la Conciencia Cósmica. Pasar por los grados de los Misterios Mayores sin
esa experiencia, puede no ser más que un terrible levantamiento psíquico, quedando los
ojos deslumbrados por el exceso de Luz que la conciencia no tiene símbolo alguno con que
poderse expresar o interpretar. Por otro lado, el neófito, si ha sido debidamente preparado,
puede ver la Luz tras de los símbolos y recibir así la Iluminación.
Si las páginas precedentes han de ser bien comprendidas, no deben ser interpretadas
en su sentido literal o verbal. Las cosas que hemos intentado describir no tienen ni palabras
ni imágenes en el lenguaje ordinario con que puedan ser expresadas o representadas. Para
alcanzar su significado el lector tiene que interpretarlas por medio de experiencias análogas
que él mismo haya tenido. Si no ha pasado por este tipo de experiencias, entonces no
recibirá la impresión que se quería dar y considerará todas estas cosas, con cierta razón,
como puras tonterías. A esos lectores nada podemos ofrecer: el tiempo y la evolución irán
haciendo su trabajo.