El Espíritu no intenta controlar vuestro pensamiento, sino más bien espiritualizarlo para eternizarlo, te guía pero no te obliga, las decisiones son prerrogativas de tu personalidad.
Libro de Urantia. Pág.1205
Sin duda que la sabiduría divina no tiene límites y escapa a nuestra comprensión humana, porque nos parece incomprensible que un Dios que nos pide ser perfectos como él lo es, para que esto pueda llegar a ser posible, nos dona el Espíritu para que habite en la mente de todo ser humano, pero esta presencia se podría decir que es pasiva, porque el Espíritu no nos obliga absolutamente a nada, nos envía sutilmente sus insinuaciones para que sepamos distinguir el bien del mal, pero la decisión final de nuestras acciones e incluso de nuestros pensamientos tiene que nacer de nuestra propia voluntad, somos criaturas libres, sólo de nosotros depende que alcancemos o no la sobrevivencia eterna, porque "el Espíritu respeta vuestra soberanía de la personalidad, y siempre está sometido a vuestra voluntad" 1204
Si Dios no respetara de esta manera el libre albedrío con el cual nos dotó y el Espíritu en vez de guiarnos nos obligara, es probable que fuésemos mucho mejor de lo que somos, pero seríamos un animalito más amaestrado que hace lo que su amo le indica, o un robot que obedece al programa para el cual fue diseñado.
Dios nos quiere criaturas libres, que nos acerquemos a él no por programacion dogmática, ni menos por el temor al castigo, Dios envió a su Hijo para que nos enseñara que él nos ama como a hijos y que por tanto sólo pide nuestro amor hacia él y hacia nuestros hermanos.
Deberíamos aprender de este amor paterno que Dios nos brinda, para amar en la misma forma a nuestros hermanos, sin egoísmos ni exigencias, dejar que ellos nos amen en la medida de sus posiblidades, aun cuando esa forma no sea precisamente la que nosotros deseamos. Dejar hacer, no es fácil porque requiere de mucho auto control.
yolanda silva solano