El bien y el mal a la luz de la filosofía ocultista
por Miguel Achucarro
La cuestión que hoy me cabe desarrollar tiene muchísimas aristas y proporciones, a
las cuales voy a desarrollar dentro del ámbito que compete a esta fraternidad, que es la del
místico y esotérico cristianismo. Sabemos que no tenemos mucho tiempo de existencia en
este plano físico, quizás 80, 90 o 100 años con suerte y que en la misma, oscilamos entre
hechos y actos proverbiales de nuestro actuar a aberraciones que ni siquiera la más bestia de
las bestias lo realizaría en forma consciente ni inconsciente.
Pero ¿qué es el bien? Según el diccionario (22° Edición) de la Real Academia de la
Lengua Española proviene del latín bene y que es “Aquello que en sí mismo tiene el
complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual
ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente
como tal.” Y el mal, de acuerdo este mismo diccionario es: “Lo contrario al bien, lo que se
aparta de lo lícito y honesto. 3. m. Daño u ofensa que alguien recibe en su persona o
hacienda. 4. m. Desgracia, calamidad. 5. m. Enfermedad, dolencia.” Es decir, con mucha
sabiduría, se asocia a la desgracia, a la calamidad, a la enfermedad.
Por definición, hacer el bien sería lo que podamos hacer todo cuanto esté a nuestro
alcance para establecer la felicidad a lo demás, aún a costa de nuestro sacrificio personal. Lo
contrario, hacer el mal sería en resumen: nuestro egoísmo, es decir, satisfacer todos nuestros
gustos aún cuando ello represente la desgracia, el sufrimiento y el dolor para los demás.
Cuando implica el infortunio a los demás, creamos nuestro infierno personal, tanto post
mortem como en esta y sucesivas vidas, de acuerdo a las sagradas leyes eternas e inmutables
del Creador.
Para la obtención de las energías internas benéficas como el sentido moral y fortaleza
espiritual, no se alcanzan éstas por medio del temor interno o externo sino a través de pasar
por el tamiz de la introspección las experiencias de la vida. Hay muchos canales y senderos
para la irradiación del bien dimanados del Cristo interno, siendo la nota-clave para ello el
servicio amoroso y desinteresado a nuestros semejantes, realizado éste con mucha
inteligencia.
Nunca no nos faltas oportunidades para servir a nuestros hermanos, sobretodo si
observamos y anhelamos el servir. Muchos lo hacen trabajando en forma familiar y callada,
otros se unen a organizaciones filantrópicas y benéficas. Son tantas las tareas a realizar para
todos aquellos que eligen el camino del Bien. Se puede dar consuelo, paz, enseñanzas,
oraciones por los enfermos y por los sanos también, que nunca sabemos como andan de
espíritu.
El mundo sería otra cosa, si nada más nuestras plegarias fuesen altruistas, pero en
general lo hacemos por un propósito personal, haciendo que ese gran masa de egoísmo que
nubla y poluye al mundo cual smog, siga contaminando y truncando nuestra evolución como
seres hijos de Dios. Nuestro Señor el Cristo dijo: “Como el hombre crea en su corazón así
será”. Y no es que los seres humanos no sean capaces de creer en la buena voluntad, el
altruismo, sino que la humanidad anida en su templo-corazón, la astucia, la sagacidad a fin
de cumplir los dictados del instinto de conservación y acopio que deviene desde tiempos
muy remotos y que se ha convertido en puro egoismo.
Somos responsables nuestro cielo e infierno de nuestra vida actual; ya que en el
pasado tuvimos buenas y malas disposiciones, actitudes, acciones y palabras que nos
llevaron a la situación en que estamos. Pero, aquí y ahora podemos cambiar ese destino de
forma inmediata cultivando buenos pensamientos, actitudes, y por sobre todas las cosas
bendiciendo y agradeciendo a nuestro Creador por las experiencias y bondades que nos
envía, ya que de todas ellas siempre aprendemos para evolucionar, sea por dolor, sea por
conciencia siendo por esto el dicho de que somos “artífices de nuestro porvenir”.
Aparentemente es tan fácil pero mientras la mayoría de la gran masa humana que habita el
globo terráqueo sigue pensando en los términos en que los hace, nuestro futuro está
comprometido con la involución como especie.
Por medio del conocimiento de las leyes esotéricas u ocultistas, facilitados a través de
grandes maestros e iniciados en los mundos espirituales, llegamos al entendimiento de que a
través de nuestros sentimientos, deseos, anhelos y pensamientos, arrojamos al mundo una
gran cantidad de energías que se unen y al mismo tiempo atraen por ley de afinidad, de otros
emitidos por los seres humanos. Estas energías se expresan con sus polos positivo y
negativo, fecundándose y gestándose de este modo inmensas acumulaciones psíquicas que
presionan sobre todo a los seres humanos.
Cuando encuentran a un individuo que por su desarrollo anímico espiritual se preste
a darles expresión, van hacia él y por su intermedio operan en el mundo exterior, en forma
positiva o negativa, una vez que han madurado. Las formaciones destructivas creadas por la
humanidad durante siglos y siglos cuando han llegado su madurez y encuentran a algún
absolutamente maligno, se lanza por medio de éste al mundo externo creando atrocidades.
Son instrumentos de la maldad colectiva, sea consciente o inconsciente creado por el conjunto
de nuestros sentimientos, pensamientos de todos nosotros.
De modo análogo, los individuos que se prestan de ser vehículos de las fuerzas
constructivas del bien, son arrastrados por una corriente extremadamente poderosa, que a su
paso va destruyendo por fuerte presión, las escorias y ampliando el canal por la cual fluye.
Una vez que ocurre esto, para el que comienza el sendero espiritual, le son arrancadas las
escorias espirituales adheridas, lo cual le produce bastante sufrimiento, pero que al avanzar
en dicho sendero y abandonar viejos hábitos y actitudes, le sobreviene una inmensa paz del
alma.
Cuando el aspirante al sendero espiritual ya no tiene más que esforzarse en ser
virtuoso, sino que los es espontánemente, ya no contribuye a aumentar esos egrégores
negativos y pasa a formar por vibración, parte de otras esferas (superiores). Por lo que
hemos señalado y visto, no hay más cielo que el que nosotros mismos seamos capaces de
crear e instituir con nuestras bendiciones, pensamientos, actitudes y deseos.
Cuando traspasamos el umbral de esta vida física, lo objetivo se transforma en
subjetivo y viceversa, lo de afuera en lo de adentro, lo externo en lo interno y lo interno en lo
externo, de forma que todos nuestros deseos, pensamientos y deseos que hemos tenido para
los otros, eso mismo consistirá nuestro infierno, purgatorio o infierno. Dios mora en nosotros
y él actúa internamente para expresarse a través nuestro, con nuestros pensamientos, palabra
y obra. Si anhelamos bondad, belleza, armonía, paz, tenemos que expresarlas nosotros
mismos con respecto a las demás personas.
Todos los pensamientos, sentimientos y acción crean una forma viviente, que lo
denominamos elementales de varios tipos, que se vuelven objetivos cuando desparece el
cuerpo material. En el mundo del cine, los artistas de los estudios crean muchos personajes
que se convierten con el paso del tiempo den elementales muy fuertes y con mucha vida, ya
que millones de espectadores, le dan fuerza con sus emociones y pensamientos. Es por ello,
que no debemos “identificarnos” con los personajes de las películas y debemos administrar
sabiamente la dosis de películas que deben ver nuestros hijos ya que es un bombardeo
constante al subconsciente que afloraría más adelante y podrían cometer barbaridades
pensando que lo que hacen es normal.
En cambio, sabemos también que Dios es belleza, dulzura, misericordia, bondad,
armonía y Luz, es la suprema expresión de todo cuanto elevado y sublime pueda imaginar el
ser humano. Comprendiendo bien esto, sabremos como crear un cielo perfecto, lleno de luz,
luz de Dios, que es la Luz Suprema y el amor de Amores, aún con todos los horrores y
defectos que presenciamos en siglo que pasó y en este que comienza, lo podremos crear.
Entonces, ¿por qué no hacer el esfuerzo y crear un cielo en la tierra? Si todos los seres
inclinados a la espiritualidad en el mundo dedicaran tan sólo unos minutos cada día, en
pensar, en sentir, en querer la vida de Dios en la Tierra ¡cómo todo cambiaría!. La bondad, la
dulzura y la armonía coexistirían entre todos los seres humanos y de la especie animal.
Mucha de esta explicación, a pesar de los esfuerzos de los grandes iniciados y maestros
espirituales de todos los tiempos por desarrollarla, siendo la principal dificultad en el hecho
que la línea que separa el Bien del Mal es tan delgada como el filo de una navaja. Las mismas
fuerzas, los mismos impulsos, los mismos actos pueden ser de una diáfana espiritualidad o
de una ponzoñosa materialidad.
La diferencia se encuentra sólo en el corazón de cada individuo y sólo aquellos que
han sido probados una y otra vez, aquellos cuyos ideales se mantienen siempre altos y
elevados, a pesar de las circunstancias de la vida, de todos sus sufrimientos y dolores, de
todas las decepciones puedan ser considerados dignos de recibir los secretos de los misterios
espirituales que dotan de gran poder en todos los ordenes al iniciado.
Vale la pena esclarecer que los poderes suprasensibles en los niveles más próximos al
plano físico, carecen de una ética y una moral, en el sentido que solemos aplicar a dichas
palabras. Hay fuerzas o energías que no son ni morales ni inmorales, son amorales tales
como la electricidad, el magnetismo, la gravedad, la energía atómica, energías que pueden
ser usadas en ambos sentidos, para sanar o matar.
Casi todas las fuerzas de la naturaleza son de este mismo tenor, amorales, y los
absurdos y horrores que se observan hoy en el mundo se deben exclusivamente al hecho de
que es el ser humano que carece de moral y que a causa de ello todas las fuerzas que han sido
estudiadas por la ciencia oficial, la cual publica todos sus descubrimientos sin el menor
discernimiento ni moral, han sido puestas al servicio de la destrucción masiva y otras, se
usan para satisfacer la codicia, la crueldad, o el privilegio de seres satánicos.
Pero dichas energías que hemos manifestado, aún cuando son muy poderosas, hay
otras que son muchísimo más grandes que ellas, pero las sabios maestros del Ocultismo
guardan el secreto y la reserva sobre los mismos, no debiendo ser jamás traicionado, pase lo
que pase, porque su alcance es terrible, sutilísimo e inescapable. A fin de cuentas la ciencia
oficial sólo ha descubierto energías utilizables en el mundo material y no ha dado con el
secreto de energías mucho más poderosas que operan en los niveles supra sensibles. Gracias
al propio materialismo que ha servido de escudo no se ha llegado a conocer las fuerzas o
energías más poderosas.
http://www.frarosacruzpy.org/
|