Un hombre de Dios
Su fama de hombre de Dios parecia no tener limites.
Cada manana, una multitud de fieles se conglomeraba a su puerta ansiosa de escuchar sus sabias palabras.
Pero la armonia de los discursos de este rabino siempre se veia interrumpida por un individuo que no escatimaba en contradecir lo que decia.
Cierto dia, dicho individuo cayo enfermo y fallecio.
Los fieles se sentian contentos, el rabino ya no seria mas interrumpido.
Pero, para sorpresa general, el rabino estuvo muy compungido en el funeral.
Al ser consultado si era por la muerte del impertinente, este respondio: "No, en lo absoluto, se que el esta feliz en el cielo. Estoy afligido por mi mismo. el era el unico amigo que tenia; su critica me animaba a superarme, y me temo que ahora... voy a dejar de crecer".
Dicho esto, rompio en llanto.
Anthony de Mello S.J.
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