El bien no necesariamente depende de la moral, porque esta depende de criterios, costumbres y leyes tanto eclesiásticas como civiles, al verdadero bien sólo se puede llegar cuando en el fondo de nosotros mismos hemos llegado al deseo sincero de no solamente no hacer el mal, sino que además hacer el bien.
"Mis discípulos deben no sólo cesar de hacer el mal, sino que deben aprender a hacer el bien, debéis no solamente limpiaros de todo pecado sino también negaros a albergar sentimientos indignos" 1736 y esto sólo es posible cuando estamos unidos al Espíritu divino que en nosotros mora.
"El desafío religioso de esta era pertenece a aquellos hombres y mujeres visionarios, progresistas y con discernimiento espiritual que se atrevan a construir una nueva y atrayente filosofía de la vida, a partir de los conceptos modernos de la verdad cósmica, belleza universal y bondad divina. Esta visión nueva y recta de la moralidad, atraerá todo lo que es bueno en la mente del hombre y estimulará lo mejor del alma humana."43
Pero este tipo de moralidad no tiene nada que ver con las prácticas religiosas, porque "la conciencia sin la enseñanza de la experiencia y sin la asistencia de la razón, no ha sido nunca, ni nunca lo será, una guía segura ni menos infalible de la conducta humana. La conciencia no es una voz divina que habla al alma humana, es solamente la suma del contenido moral y ético de las costumbres de una determinada etapa de la existencia, simplemente representa el ideal de la reacción concebida por la humanidad en determinada etapa y circunstancias."1005
Sigamos el ejemplo de Jesús porque "él liberó a la moral de todas las reglas y ceremonias y la elevó a niveles majestuosos de pensamiento espiritual y vida verdaderamente recta, porque la moralidad de cualquier acto, está determinada por la motivación del individuo" 1585 quien en forma volitiva debe aprender escoger entre el pecado y la rectitud.
yolanda silva solano
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