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MAX HEINDEL: FAUSTO...LA DISCORDIA DIVINA...(I)
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 08/11/2009 12:46

 

 
 

MEFISTOFELE

hello.gif picture by vislumbrar

FAUSTO

LA DISCORDIA DIVINA...(I)

 

stars255F11.gif picture by Sibylita

 

Al mencionar el nombre de Fausto la mayoría de la gente educada piensa en seguida

en la adaptación escénica de esta ópera, hecha por Gounod. Algunos admiran la música,

pero el argumento no parece impresionar a nadie de una manera particular. Tal como se nos

presenta en esta ópera parece ser la historia, desgraciadamente demasiado común, de un

hombre sensual que traiciona a una ingenua doncella, abandonándola después para que

expíe su locura y sufra por su exceso de confianza. El aspecto de magia y brujería de

algunas escenas de la obra, es considerado por la mayoría de la gente como fantasías de un

autor que las ha introducido para dar más vigor e interés a las acciones sórdidas de la vida.

Cuando Fausto es llevado por Mefistófeles a los infiernos y Margarita sube al cielo

en alas angelicales al final de la obra, la gente, en general, se imagina que ésta es

precisamente la moraleja que conviene dar para concluir dignamente la obra.

Una pequeña minoría sabe que la ópera de Gounod está basada en el drama de

Goethe; y los que han estudiado las dos partes de este drama se forman de él una idea muy

distinta de la que les sugiere el argumento de la ópera. Solamente los contados místicos

iluminados, ven en la obra de Goethe la mano inequívoca de un compañero Iniciado e

iluminado, y se dan perfecta cuenta de la gran significación cósmica que hay en la obra.

Es preciso comprender bien claramente que la historia de Fausto es un mito tan

antiguo como la humanidad. Goethe lo ha presentado en una forma mística apropiada,

esclareciendo uno de los más grandes problemas del día, la relación y la lucha entre la

Masonería y el Catolicismo, que hemos considerado bajo otro punto de vista en un libro

anteriormente publicado.

Muchas veces hemos dicho en nuestra literatura que un mito es un símbolo velado

conteniendo una gran verdad cósmica: concepto que difiere radicalmente del que es

aceptado generalmente. Lo mismo que nosotros damos libros ilustrados a nuestros hijos

para enseñarles cosas que sobrepasan su joven inteligencia, así los grandes Instructores

dieron a la humanidad primitiva estos símbolos pictóricos, facilitando de esta manera a los

hombres, si bien inconscientemente, un modo de grabar en sus vehículos superiores una

justa apreciación de los ideales que comprenden.

Como la semilla germina invisiblemente en la tierra antes de que pueda florecer por

encima de la superficie visible del suelo, así estas imágenes impresas por los mitos en

nuestros cuerpos más finos e invisibles, nos han puesto en un estado de receptividad por el

que podemos fácilmente aspirar a ideales superiores y elevarnos sobre las condiciones

sórdidas del mundo material. Estos ideales hubieran quedado ocultos por la naturaleza

inferior, si no hubieran sido exteriorizados durante muchas edades por medio de mitos,

precisamente como los de Fausto, Parsifal y otros semejantes.

Igual que la historia de Job, el asunto del mito de Fausto se inicia en el cielo con

una convocación de los hijos de Seth, Lucifer entre ellos. El final, tal como lo escribió

Goethe, también está situado en el cielo. Como todo es muy distinto de como generalmente

se representa en el teatro, nos vemos frente a frente de un gran problema. En efecto: el mito

de Fausto describe la evolución de la humanidad durante la época presente. También nos

enseña cómo los hijos de Seth y los hijos de Caín desempeñan cada uno su trabajo en la

obra del mundo.

Siempre ha sido costumbre del autor del presente libro, atenerse lo más

estrictamente posible a su asunto, de modo que cualquiera fase de la filosofía tratada pueda

recibir toda la fuerza de una concentrada iluminación hasta donde es posible alcanzar. Pero

algunas veces las circunstancias justifican un apartamento del punto principal del

argumento, y según nuestra manera de considerar el mito de Fausto es una de ellas. Si

tuviéramos que tratar este asunto solamente respecto a su relación con el problema de la

Masonería y del Catolicismo, tendríamos que volver a nuestra materia más tarde, con el fin

de ilustrar otros puntos de interés vital en el desarrollo del alma como tarea de la raza

humana. Confiamos, por consiguiente, en que el lector no criticará las digresiones, ni las

tomará a mal.

En la primera escena, tres de los Hijos de Dios, Espíritus Planetarios, están

representados inclinándose ante el Gran Arquitecto del Universo, y cantando los himnos de

las esferas en adoración del Ser Inefable que es la fuente de la vida, el autor de todo lo

manifestado. Goethe representa a uno de estos sublimes espíritus de las estrellas diciendo:

 

“Une su antiguo ritmo a la armonía

de la celeste esfera el sol sereno,

y exacto sigue la prescrita vía

con los potentes ímpetus del trueno.”

 

Se han inventado instrumentos científicos modernos, gracias a los cuales se ha

logrado transformar ondas de luz en sonido, demostrando así en el mundo físico, la máxima

mística de la identidad de estas manifestaciones. Lo que antes era manifiesto solamente al

místico, quien era capaz de elevar su conciencia a la Región del Pensamiento Concreto, es

ahora también percibido por el hombre científico, La música de las esferas, mencionada

públicamente por primera vez por Pitágoras, no se debe por consiguiente considerar como

una vaguedad originada en la imaginación calenturienta de los poetas o como la alucinación

de un cerebro desequilibrado.

Gotee quería decir exactamente lo que expresaban sus palabras. Las estrellas tienen

cada una su nota-clave y viajan alrededor del sol a velocidades diferentes, de tal modo, que

su posición actual no se reproducirá sino después de que hayan pasado veintisiete mil años.

Por consiguiente, la armonía de las regiones celestes cambia a cada momento de la vida, y

así como esta armonía cambia, así también el mundo modifica sus ideas e ideales. La danza

que en su marcha ejecutan los astros al compás de la sinfonía celeste creada por ellos,

marca el progreso del hombre en el camino que llamamos evolución.

 

Max Heindel – Misterios de las Grandes Óperas

 

 

 

 

 

 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 08/11/2009 12:54
Imagen1_1x1-54.jpg picture by Sibylita

 

 

 

 

FAUSTO

LA DISCORDIA DIVINA.Y(II)

 

stars255F11.gif picture by Sibylita

 

Pero es una idea equivocada el pensar que la armonía constante es agradable. La

música emitida de este modo se nos antojaría monótona y nos cansaríamos de esta armonía

continua. En efecto, la música perdería su encanto si no hubiese en ella disonancias

producidas con frecuentes intervalos. Cuanto más, un compositor, pueda acercarse a la

discordancia sin marcarla directamente en la partitura, tanto más placentera será su

composición cuando sea interpretada en los instrumentos. Lo mismo pasa con la armonía de

las esferas; nunca podríamos llegar a la individualidad y al ser propio, hacia lo cual se

esfuerza toda la evolución, sin la discordia divina.

Por esta razón el Libro de Job designa a Satán como a uno de los Hijos de Dios. Y

el mito de Fausto habla de Lucifer como también presente en la asamblea que tiene lugar en

la primera parte del drama. De él sale la nota salvadora de disonancia que forma contraste

con la armonía celeste; y como la luz más brillante proyecta también la sombra más oscura,

la voz de Lucifer encarece la belleza del himno de los cielos.

Mientras los otros Espíritus Planetarios se inclinan en adoración al contemplar la

obra del Maestro Arquitecto tal como la revela al Universo , Lucifer hace oír la voz de

crítica, de censura, en las siguientes palabras dirigidas contra la obra maestra de Dios, el rey

de las criaturas, el hombre:

“Nada digo del sol, astros ni satélites,

Yo en el orbe sólo veo

al mortal y sus reveses.

Ese dios diminutivo

del pobre globo terrestre,

guarda siempre el tipo augusto

de su ridícula especie,

y aún hoy, como. el primer día,

me maravilla y divierte.

Tan desdichado no fuera

si en su envanecida mente

no hubieras puesto el reflejo

de tu resplandor celeste.

Razón le llama, y le sirve

para ser el más imbécil

de los que orgullosos nombra

los irracionales seres”.

Desde el punto de vista de las generaciones pasadas puede sonar esto como un

sacrilegio, pero a la luz más clara de los tiempos modernos podemos comprender que basta

en un ser tan exaltado como aquel llamado Dios, debe de haber desarrollo. Nos podemos

figurar el anhelo de obtener mayores habilidades; la contemplación de universos futuros

ofreciendo mayores facilidades para las evoluciones de otros espíritus virginales, que son

un resultado de imperfecciones apercibidas en el esquema de manifestación por su exaltado

Autor. Además como “en El vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser así la nota

discordante lanzada por los espíritus de Lucifer debería también resonar en El. No sería

ningún impulso exterior que llamó Su atención hacia los errores o a impulsarle a la obra,

sino Su propio divino reconocimiento de una imperfección para ser transformada en un

bien mayor.

En la Biblia leemos que Job era un hombre perfecto, y en el mito de Fausto el que

desempeña el papel principal es llamado servidor de Dios, porque naturalmente, el

problema del desarrollo, de un mayor crecimiento, debe ser solucionado por los más

adelantados. Individuos ordinarios o aquellos que están en un nivel inferior de evolución,

tienen aún que pasar por aquel trozo del camino ya atravesado por hombres como Fausto y

Job, que son la vanguardia de la raza y que son considerados por el resto de la humanidad

del mismo modo como Lucifer les describe, es decir, como locos y extravagantes:

 

“Manjares no hay en la tierra

que sus labios no desdeñen

y al espacio imaginario

le arrastra su extraña fiebre.

De su insensata locura

a medias conciencia tiene,

al cielo le pide el astro

que más puro resplandece.

y al mundo la más intensa

sensación de sus placeres.

Y ni el cielo ni la tierra

juntando todos sus bienes,

llenar podrán el vado

de su corazón estéril.”

Para tales gentes se debe abrir un camino nuevo y más elevado para ofrecerles

mayores oportunidades para su desarrollo y crecimiento: por esta razón, Dios le contesta:

 

“Aún hoy, perdida la ruta,

me sirve. A sus ojos fieles

brillará la luz mañana.

Bien el hortelano entiende

cuando el botón rompe el árbol,

qué fruto ha de prometerse.”

 

 

Max Heindel – Misterios de las Grandes Óperas

 

 

 

stars255F11.gif picture by Sibylita

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

LASIBYLITAANDJOANMARIN.gif picture by SibylitaRAMPA.png picture by Sibylita


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Mitzi Enviado: 08/11/2009 14:00
Job, cuya figura es representacion de la humanidad, nos dice en su historia que en condiciones de autosuficiencia y equidad (tal como se encuentra la humanidad en nuestros dias) se puede ser presa facil de Lucifer.  Job se recupera cuando comprende que todo esta en Dios, asi sus problemas desaparecen.  Entiendo una semejanza entre su historia y la de Fausto:  ambas comprenden el pasado, presente y futuro de la humanidad.
 
 
 
Mitzi


 
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