A medida que caminamos por el sendero espiritual, nos damos cuenta de que nuestras plegarias están cambiando. En otras épocas pensábamos, y así lo hacíamos, que era apropiado pedirle a Dios cosas o regalos materiales así como espirituales. Gradualmente y a través del tiempo hemos ido aprendiendo y creciendo y ahora le pedimos bastante menos. Ahora estamos llenos de alabanzas y adoración por la belleza, la gloria y el Amor de Dios del cual nos estamos haciendo conscientes. La alegría por la Comunión con Él, sabemos que sobrepasa a cualquier súplica de favores y no deseamos usar lo Divino para cosas materiales. En el libro de Max Heindel “El Velo del Destino” leemos: “Cuando ofrecemos acción de gracias y plegarias nos ponemos en una posición favorable a la Ley de Atracción, y en un estado adecuado para recibir un chaparrón del Espíritu de Luz y Amor que nos acerca a nuestro adorado ideal.”
Vemos la importancia, entonces, de ser verdaderamente agradecidos expresando nuestra gratitud. Esta actitud hacia la sensibilidad nos abre el camino para un influjo más amplio de Amor y Luz que nos guiará a lo largo del camino sobre el cual hemos puesto nuestros pies.
Los peregrinos y padres fundadores fueron quizás más sabios de lo que ellos suponían cuando destinaban un tiempo para dar gracias por las bendiciones recibidas. En nuestras vidas personales nosotros también deberíamos estar alertas para dar gracias. Como dijo San Pablo: “He aprendido que en cualquier estado en el que me encuentre debo estar contento.”
Cuando echamos una mirada retrospectiva al cerrar el día podemos encontrar razones para estar agradecidos, no solamente por las cosas agradables que hemos vivido sino también por aquellas que no hemos encontrado nada agradables. Con frecuencia a través de los errores y defectos aprendemos las más importantes lecciones que hacen un mayor crecimiento.
El hábito de estar agradecidos por la acción de aquellos que son serviciales es condición fundamental de una vida bondadosa. Realmente es un acto de consideración y amor el comprender a otros. Si cultivamos el hábito de sensibilizarnos e interesarnos por aquellos con quienes estamos en contacto será casi natural extender ese sentimiento a Dios, a quien le debemos todo lo que tenemos. La inclusión diaria de una acción de gracias en nuestra retrospección desarrollará esta valiosa ayuda para nuestro crecimiento espiritual.
Os invito a participar juntos del camino de ascenso hacia el Creador y conocer que como nosotros, hay otras criaturas que se esfuerzan por dominar su parte animal y poder entrar realmente en el reino humano-divino y lograr así la ansiada paz y libertad.
En alas de la aspiración, con una comprensión profunda del privilegio de haber despertado a la Luz, realicemos la obra fecunda del propio conocimiento para así, conocer a los demás y ayudar al Cristo a liberarse de toda influencia perniciosa en nuestro joven, pero no menos hermoso planeta Tierra.
Un amigo anónimo
Publicado por Francisco Nieto Vidal
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