¡Si no creemos en nosotros mismos
nos estamos destruyendo!...Y(II)
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.
Cuando miremos a los demás, hagámoslo con amor, con tolerancia, con perdón, porque
también nos dice ese Libro que de acuerdo “a cómo midamos, seremos medidos”. Esta es
una advertencia un tanto seria, que nos dice que no exageremos al juzgar a los demás,
porque de la misma forma vamos a ser juzgados. ¿Necesitamos algo más? ¿Se necesita seguir buscando en libros? Toda la vida humana, todo
nuestro desenvolvimiento, consiste sólo en un dar y recibir: si sabemos dar, recibiremos en
consecuencia. ¿Podría haber algo más justo? Ese Banco Universal de que hablamos, es un hecho, existe; no es un símbolo ni nada ficticio.
La forma de regular los resultados humanos son esos depósitos que se tienen que hacer
para que podamos tener haber. Si esperamos algo, primero tenemos que haber hecho los
depósitos correspondientes. De esta forma, ese banco, que es el banco más poderoso y más
justo, nos devolverá todo lo que nos corresponde. No olvidemos, entonces, que tenemos a nuestra disposición un banco que hasta confía en
nosotros. Los bancos de la Tierra, cuando tenemos méritos y hemos justificado seriedad, nos
pueden hacer algún adelanto de nuestros haberes. Este banco nos adelantará todo lo que
precisemos, con tal que nuestra disposición sea cuidadosa y lo suficientemente seria. Y estaremos enfrentando posibilidades más amplias, más completas. ¿Cómo no viviremos
entonces con absoluta fe, con un optimismo sereno, tranquilo, seguro? Desaparecerán
inquietudes porque al fin, y poco a poco, nos iremos encontrando a nosotros mismos. Dispondremos de todo lo necesario con sólo haber tenido la precaución de cambiar, de
reaccionar, de mudar nuestras ideas, dando lugar a una seguridad absoluta de que todo lo
alcanzaremos. Se nos pide apenas un poco de vigilancia: pensar bien, desear mejor. Cuidado
si nos sorprendemos con deseos que no corresponden: dejémoslos de lado. El deseo y
el pensamiento son algo activo. El pensamiento es algo que construye imágenes que gravitan
a nuestro alrededor; hacen nuestro mundo bueno, o no. Si queremos un mundo ideal a nuestro alrededor, hagámoslo con nuestro pensamiento.
Si se llega a construir un mundo ideal alrededor de sí, nadie podrá destruirlo. No pensemos
que alguien con su pensamiento dirigido hacia nosotros puede hacernos mal: si tenemos
puertas y ventanas cerradas, absolutamente nadie puede entrar. En cambio, di descuidamos
las puertas y ventanas, el mal puede llegar. Por eso comenzamos las palabras de hoy expresando
que el pensamiento es algo vivo, y que o bien lo dirigimos o nos dirige a nosotros. Somos
los mandantes, o somos los mandados. No aceptemos la posición de subordinados; ocupemos el lugar que nos corresponde.
Somos directores de la vida personal, individual. Continuamos siendo los dueños de nuestro
destino, porque lo estamos formando en todo momento. Si las circunstancias no nos son
totalmente favorables, deberemos suponer que hay algún motivo detrás, causas antiguas,
pasado que aún se está liquidando, y con un propósito benéfico. Tengamos la seguridad que la acción de este momento nos está construyendo el futuro:
el futuro será tal cual lo estemos construyendo ahora. En todo momento, somos constructores.
Si construimos bien, todo florecerá y llegará el momento en que recibiremos en
consecuencia. Observemos la justicia, la misericordia y la nobleza de estas condiciones, a
las que todos estamos supeditados por igual. No olvidemos esa regla de oro que nos
expresa que lo que demos será lo que recibiremos; que de la misma
manera como midamos, seremos medidos. Tenemos a nuestra disposición varios recursos. Si nuestro pensamiento es positivo, todo será positivo a nuestro alrededor. Si queremos
realizar una vida positiva e imaginamos unos u otros arreglos de nuestro desenvolvimiento,
persistamos de una forma segura: queremos algo y lo habremos de realizar. Pero nos
conformemos con repetir que lo queremos: hagamos lo necesario para que tal cosa sea
posible. Eso es pensar positivamente: imaginar y realizar en consecuencia. Si nos limitamos
a repetir que queremos determinada cosa, la alejaremos cada vez más de nosotros mismos.
Eso no es pensar positivo. Eso es pretender retirar del banco y no tener depósitos. Los
depósitos se forman con acciones. Nuestro propósito, insistimos, es entender el por qué de la existencia y, en consecuencia, que
cada cual viva decididamente bien; no aceptar hábitos arcaicos, antiguos, del pasado,
negatividades que ya no nos corresponde. Tengamos energía, porque energía es el poder
interno que cada uno tiene, del que debe hacer uso decididamente. Ese poder interno
nos invita a tener plena energía. A veces, la salud no ayuda. En la enseñanza espiritual también hablamos de la salud física,
porque dependemos de ella. Si nuestro físico está en condiciones, podemos contar con él;
si no lo está, nos deprime, decaemos, y al fin nos deberemos preguntar si somos nosotros
los que disponemos o es nuestro físico. Para esto, recordemos el caso del gran músico que
no puede ejecutar como debe porque tiene un instrumento que no está en condiciones.
Cuidemos, pues, la salud. Alimentémonos adecuada y ordenadamente, sin excesos. Lo que
hagamos, hagámoslo con orden; dispongamos de un organismo en condiciones. Si se
necesita, requiérase la ayuda médica correspondiente. Tengamos una salud controlada cuidadosamente, para que la energía normal, natural,
emane de nosotros, y entonces poder tomar la decisión de hacer lo que disponemos, sin
titubeos. Tenemos que meditar, y cuando llegamos a una conclusión, realizarla.
Eso es pensar en forma positiva. Tenemos un aliado del que no queremos disponer: Dios está a nuestra disposición para
ayudarnos. Pensemos en Él. Hagamos que esa conexión no se corte: pensemos en Dios. La enseñanza Rosacruz es eminentemente intelectual: está dirigida a la mente. Y una
vez que la mente está instruida, tiene que saber que existe el sentimiento en cada uno,
que es el eslabón en Dios. La mente fría, la mente intelectual, puede cultivarse, pero
continúa fría, inoperante en el sentido eterno, verdadero. El sentimiento es unión con
Dios, con la Sabiduría de Dios. Vivamos pensando y sintiendo en Dios. Es posible cumplir todas nuestras actividades, y lo hacemos comúnmente. Pero, ¡qué diferente sería el resultado si las realizamos con plena confianza en Dios y en
nosotros mismos! Estaremos pensando en Dios y desenvolviendo el poder interno,
que no habrá nada que pueda detener. Además, del poder del pensar positivo y del poder en Dios, disponemos de la siguiente
razón: estamos enterados de la finalidad que persigue la existencia, conocemos la
razón de la vida, y sabemos que somos consecuencia de un programa muy cuidadoso.
Sabemos entonces que cada vida humana significa una elaboración muy detenida, para
realizar la cual se estudia todo lo que el ser consiguió realizar, y qué es lo que le urge
alcanzar aún. Entonces, grandes seres especializados en el crecimiento de cada uno,
elaboran varios planes y efectúan una invitación a elegir uno, mostrando sus finalidades y
particularidades, lugares y seres que nos rodearán. La vida siempre ha sido cuidadosamente
elaborada previamente, antes de venir cada uno a la Tierra, con un destino preciso, que
es salvar determinadas circunstancias, y crecer, en consecuencia, en la medida que uno quiere. Si somos resultado de un Plan tan cuidadoso, ¿cómo vamos a dudar? Se levanta dentro
de cada uno algo que parece expresar, si tanto se ha hecho, el deber de nuestra parte de
corresponder. ¿No se está levantando un imperativo de la conciencia que insiste en
llamarnos la atención en nuestro deber? No nos podemos olvidar de nuestro deber de
corresponder a eso tan cuidadosamente elaborado para nuestro bien. Se levanta, como
un imperativo final, el deber de justificar todo lo que se hace a nuestro
alrededor, la razón de la que hablábamos. Espiritualmente se hace mencionar toda la mecánica necesaria para que sea posible la vida
humana. ¿Cómo no vamos a responder a ese deber? No somos apáticos ni irresponsables;
no olvidamos lo que estamos viendo, sintiendo, recibiendo a cada instante; no dudamos:
hay una realidad a nuestro alrededor que nos muestra que vivimos y nos desenvolvemos
en ella y que lo indispensable no nos falta. A veces, puede faltarnos lo dispensable:
alcancémoslo, pero no dudemos de nosotros mismos, ni de un plan que está trabajando
para producir un crecimiento que no es material, pero que sí es anímico y es espiritual,
que hará que cada uno se complete y alcance cada vez una meta más amplia. No se alcanza, a veces, porque se cree que Dios es injusto: da a los demás lo que no les dio
a ustedes. “No puedo ...” “Yo intenté y fracasé ...” “Yo quise hacer algo y no lo logré”. Pero a
otra persona sí, Dios le dio. ¡Es este el error más absoluto! Posiblemente esta otra persona
haya hecho méritos más cuidadosos, y recibió primero: hagamos entonces nuestra
parte; cumplamos la parte que nos corresponde en el equilibrio y la economía
universal y nada más nos faltará. Sigamos, pues, haciendo depósitos en una banco Universal que está trabajando para que
cada uno pueda retirar, con el tiempo, todo lo que le pertenece. Elaborémonos este nuevo programa; pensemos en forma nueva, en forma positiva:
ya no nos angustiaremos si no nos comprenden, si nuestro medio familiar está con otra
disposición, dándole otro sentido a la vida; cada uno es libre y tendrá que aprender por sí
mismo. Si nosotros hemos ya aprendido, si ya sabemos lo que interesa, lo que corresponde,
si sabemos distinguir ya, vivamos nuestra vida. Nada tiene que debilitarnos; pero comprendamos
siempre a los demás. Sigamos adelante, pues, que se cantan Hossanas y Aleluyas en los
Cielos al que sabe volver triunfador, al que no se dejó doblegar por
circunstancias, por nimiedades externas. Al ser interno, nada ni nadie lo puede oprimir, salvo nosotros mismos. Pensemos, deseemos en forma cada vez más noble, cada vez más digna. Hagamos
nuestro propio mundo, que nadie podrá alcanzar a turbar. Si sabemos pensar en forma positiva y si ese pensamiento no se apoya solamente en las
circunstancias que nos rodean, sino en algo mayor, en un Dios creador que es todo
Sabiduría, que es todo Poder, que es omnipotente; en ese momento en que pensamos que
Dios es omnipotente, ¿no se nos ocurre pensar que también cada uno de nosotros lo es,
a su igual? Enseguida se levanta la duda “¡No!”: por eso no adelantamos. Somos nosotros,
en principio, omnipotentes también. Sólo que no lo sabíamos y no hacíamos nada para justificarlo! Meditemos: Dios es un Fuego Divino. Nosotros somos apenas una chispita. Pero una
chispita del fuego tiene las mismas propiedades que el fuego del que partió. Es éste un
secreto que tendría que decirse a voces: la Humanidad tiene dentro una omnipotencia
para desarrollar. El método es la educación, es la seguridad, es la creencia, con el
conocimiento que nos hará, principalmente, desarrollarla. Hay ejemplos de grandes seres
que pasaron por el mundo realizando obras magníficas. Ellos descubrieron esa
omnipotencia un poco más temprano, y la supieron desarrollar y aplicar. Pensemos en forma positiva, pensemos en Dios; desenvolvamos finalmente el deber de
criaturas que, con principios divinos, están cumpliendo una función en el mundo, que no
es solamente trabajar, comer y dormir: éstas son circunstancias, son medios; finalidad,
es el crecimiento anímico de un ser que está interiormente procurando – precisamente –
crecer más, y al que tenemos que dar el mayor impulso del que seamos capaces. Son éstos hechos trascendentales. Que sirvan como impulso,
como ayuda para un desenvolvimiento mejor.
|