COMO INGRESÓ MAX HEINDEL A LA TEOSOFIA
(Debo mucho a Max Heindel. Cuando lo encontré en Tacoma, EE. UU. De
América, era un conferencista Teósofo y me informó de que estaba dando
conferencias con proyecciones de linterna. Fue para mi una novedad y en
vista que expresé el deseo de interiorizarme mejor del procedimiento, me
llevó a su habitación allí me mostró cómo usaba su linterna mágica con
una hoja de papel en blanco para presentar la ampliación de los diagramas.
Inmediatamente me di cuenta de las nuevas posibilidades que ofrecían las
conferencias ilustradas con diagramas, y a mi regreso a Chicago proyecté
varias diagramas que fueron elegantemente dibujadas sobre el papel con el
propósito de pasarlos mediante la linterna. Estos diagramas, incluyendo
otros tomados de otros libros, constituyendo luego el materias de que está
compuesto el libro “Fundamentos de Teosofía”. Este libro ha llenado una
sentida necesidad de una gran cantidad de personas, especialmente de la
América Latina, pues presenta un nuevo punto de vista de la Teosofía.
Precisamente ahora, esta obra ese encuentra en su octava edición inglesa y
también se halla traducida a otros idiomas. - C. Jinarajadasa ).
Los Angeles, Cal. Enero 15 de 1904.
Señor C. W. Leadbeater
Estimado Señor:
Antes de que usted se ausente de California, deseo expresarle mi
agradecimiento por sus conferencias, a todas las cuales he asistido con
gran beneficio para mí mismo.
La curiosidad me llevó a escuchar su primera conferencia; su
manifestación de que todo ser humano tiene dentro de sí facultades
clarividentes –que yo razoné me beneficiarían personalmente– me impulsó
a asistir. La segunda conferencia, a la que asistí con la esperanza de
adquirir alguna información, sobre cómo desarrollar este muy deseado y
apetecible poder, advertí que usted nos dijo que esta facultad no debería
ser usada con fines egoístas –interiormente me sentí frustrado– y entonces
pensé qué beneficio podría recibir el hombre si no podía hacer uso de este
poder para sus propios intereses.
Al día siguiente fui a la biblioteca y pedí “El Plano Astral”, que era
precisamente el plano que yo necesitaba encontrar, sobre dónde uno podía
ir y con provecho para uno mismo, aprender los secretos de las otras
personas. Sin embargo, no pude obtenerlo – el bibliotecario no tenía
ningún ejemplar ni para prestar ni para vender; estaban agotados.
En cambio adquirí Karma y Reencarnación de la Señora Besant, y
cuando los hube leído comprendí porqué los poderes ocultos deben ser
usados reverentemente para ayudar a la humanidad y no para beneficio
personal. Vi que yo tenía un sitio en este gran plan cósmico y me pareció
algo tan real que no necesité de ningún argumento. Creí todas las palabras
que leí y mi disposición mental era por cierto muy distinta de lo que había
sido en las dos primeras conferencias, de modo que me presenté a oir su
conferencia sobre Reencarnación.
Desde entonces, he estado literalmente devorando Teosofía y la he
puesto en práctica en mi vida, suspendiendo el uso de tóxicos y el tabaco,
aunque no supe, hasta el día siguiente, que esto constituía uno de los
preceptos de Buda y, para el peor de los casos, la verdad es que fui un
hombre sensual y embustero y nunca había tenido la idea de que yo podía
ayudar, o de que mis pensamientos podían hacer daño, o podía alejarlos,
pero cuando descubrí cómo podía controlar mis pensamiento, me dispuse
con el constante propósito de lograrlo y me regocija decir que mis horas de
vigilia transcurren muy a menudo, libres de pensamientos obscenos; si yo
pudiera decir otro tanto con mis horas de sueño, por cierto sería muy feliz,
pero no tengo dudas de que por el persistente esfuerzo pronto los habré
eliminado, especialmente porque hace pocos días he empezado de haber
leído sus argumentos expuestos en “Vislumbres de Ocultismo”.
Espero que mi extensa carta no le haya cansado, aunque no es ni la
décima parte de todo lo que desearía decirle si pudiera hallar las palabras
para expresarme. Es maravilloso para mí, aunque apenas pueda
comprenderlo, de que yo, que creía ser un simple gusano de la tierra y que
creía en la muerte por toda la eternidad una vez que moría, ahora se que
vivo para siempre. No se admire de que me sienta completamente
agradecido y de que sienta la necesidad de expresar mi gratitud a usted,
que abrió mis ojos al elevado y noble destino que se abre frente a mí.
Una vez más le doy las gracias y que Dios lo Acompañe.
Sinceramente suyo.
Max Heindel
Dejar que aquellos que creen en nuestra existencia y de que estamos
detrás del Movimiento Teosófico, también sepan que continuaremos
empleándolo como agente para la elevación de la humanidad, y que
algunas veces nos vemos forzados a emplear instrumentos imperfectos
(por la carencia de perfectos) para nuestra obra. Por lo tanto, cesad de
producir semejantes disturbios y contiendas, causando así la confusión en
la Unidad de la Hermandad, debilitando de este modo su fuerza. En
cambio, trabajad juntos en perfecta armonía, de modo que os capacitéis
para ser útiles instrumentos que nos sirvan de ayuda y no que impidan
nuestro trabajo.
Nosotros, que estamos detrás del Movimiento Teosófico, algunas
veces, somos impotentes de prevenir los contratiempos y disturbios, que
inevitablemente surgen a causa del karma individual de los miembros; sin
embargo nos podéis prestar mucha ayuda, rehusando tomar parte en
semejantes disturbios y viviendo verdaderamente los más elevados ideales
de la Teosofía. Si algún acontecimiento apareciera con todos los visos de la
injusticia, tened fe en la Ley que nunca falla para arreglar las cosas. Cesad
de precipitaros de cabeza en la lucha, o tomar parte en las disenciones.
Manteneos unidos con los lazos del amor fraternal, ya que sois parte del
Gran Yo Universal. ¿No estáis disputando contra vosotros mismos? ¿No
son los pecados de vuestros hermanos vuestros propios pecados? ¡Paz!
Confiad en nosotros.
Aparecido en el The Theosophist
del mes de febrero de 1907 y
transcripto por el Coronel Olcott.
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