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MAX HEINDEL: H. P. BLAVATSKY Y LA DOCTRINA SECRETA
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 29/11/2009 18:28

H. P. BLAVATSKY Y LA

DOCTRINA SECRETA

MAX HEINDEL

 

 Manly P. Hall..pp

Introducción por

Manly P. Hall

Habría una gran pérdida para los estudiantes del misticismo y la metafísica si este

pequeño ensayo acerca de H. P. Blavatsky y “La Doctrina Secreta” no hubiera tenido la

oportunidad de ser impreso.

Max Heindel, el místico Cristiano, hace homenaje a Madame Blavatsky, la ocultista

Oriental. Él mira sobre las pequeñas diferencias que dividen el Oeste y el Este y los

reconcilia en la gran sabiduría que ha fluido desde Asia, fertilizando las llanuras del mundo

del pensamiento. Grande es la mente que se regocija en la grandeza de otras mentes. El

tributo de Max Heindel a la memoria y trabajo de Blavatsky y sus Maestros es un gesto de

extrema belleza en un mundo egoísta a ese tipo de impulsos nobles.

Vivimos un código de crítica y condenación con muy poca apreciación de los

trabajos de otros. Las sectas y creencias construyen paredes a su alrededor, y solo las almas

heroicas en quienes las percepciones espirituales están verdaderamente despiertas pueden

escalar sobre estas limitaciones imaginarias.

Rememora los libros que has leído y recuerda cuán sabio es que un escritor hable

bien de un colega. Cada hombre, atrapado en sus propias opiniones, da escasa relevancia a

las opiniones de los demás. Hay muchos maestros en este mundo que instruyen con

palabras pero solo unos pocos instruyen con el ejemplo noble de la hazaña de la

generosidad.

En el libro de texto de la metafísica Cristiana, “El Concepto Rosacruz del Cosmos”,

Max Heindel se refiere a Madame Blavatsky como “una estudiante fiel de los Maestros

Orientales” y en el mismo párrafo él habla de su gran libro “La Doctrina Secreta” como un

“excepcional trabajo”. Con su profunda apreciación de los valores espirituales Max Heindel

fue eminentemente calificado para reconocer el mérito del trabajo fundamental de Madame

Blavatsky.

El misticismo Cristiano está aquí revelado como un sincero estudiante del ocultismo

Oriental. Su resumen de La Doctrina Secreta en la segunda parte de este libro revela un

entendimiento extraordinario de los principios sobresalientes del monumento de las

tradiciones espirituales de Asia. En un resumen conciso y palabras simples el señor

Heindel recapitula Cosmogénesis, la creación del mundo, y Antropogénesis, la creación del

hombre. Tanto los Rosacruces y Teosofistas, que son de hecho estudiantes sinceros de las

ciencias ocultas, se verán beneficiados al estudiar este resumen.

El manuscrito de este libro puede considerarse como el primer esfuerzo literario de

Max Heindel. Es el comienzo de una literatura metafísica considerable dedicada a la

aplicación de un idealismo místico en los problemas que ha diario vive y afligen a la raza

humana. Ha sido escrito que “el primero será el último”. Este pequeño libro trae a

impresión el único manuscrito no publicado de Max Heindel. El manuscrito original

consistía de las notas de dos lecturas liberadas ante de la Sociedad Teosófica en Los

Ángeles. En los años que siguieron a la preparación de estas lecturas, Max Heindel

incrementó grandemente su conocimiento místico y fue reconocido como el primer

Cristiano Místico de América. Sin embargo, su reverencia y respeto por Madame Blavatsky

no fue alterado, y hasta el día de su muerte siempre se refirió a ella en términos de

admiración suprema. Fue a través de las escrituras de Blavatsky que Max Heindel recibió

en su vida sus primeros conocimientos de las ciencias ocultas. Reconoció que la primera

ley del ocultismo es la gratitud, y su alma pura preservó hasta el final un hermoso espíritu

de gratitud por la inspiración y la instrucción que obtuvo de La Doctrina Secreta.

Ambos, Madame Blavatsky y el señor Heindel, dedicaron sus vidas al servicio de la

humanidad. Cada cual fue devoto a la diseminación del conocimiento espiritual. Ambos

recibieron a cambio mayormente ingratitud, persecución y mal entendimiento. Ambos

sufrieron de la hipocresía de los amigos y aprendieron cuán cruel el mundo puede ser para

aquellos que buscan educar y mejorar. Solo el líder de un movimiento espiritual puede

saber cuán pesada es la responsabilidad de liderazgo. Madame Blavatsky había pasado ya al

mundo espiritual antes que Max Heindel comenzara su ministerio. Ellos nunca se

encontraron sobre el plano físico. Aunque negó conocerse personalmente con la gran

ocultista Oriental, Max Heindel llegó a entender a Blavatsky a través de años de servicio a

los mismos elevados ideales. Él llegó a entenderla solo como un místico puede llegar a

hacerlo, y su apreciación de su lealtad y su paciencia fueron profundizadas por las

adversidades que él mismo padeció.

Ambos, H. P. Blavatsky y Max Heindel dedicaron su vida a un servicio hermoso a

las necesidades espirituales de la raza. Ambos fueron alcanzados, tuvieron el momento de

su transición en edad temprana, quebrantados por las responsabilidades y las persecuciones.

Ambos han dejado un legado a las generaciones por venir de una literatura metafísica que

sobrevivirá las vicisitudes del tiempo.

El verdadero propósito del misticismo, es perpetuar, interpretar y aplicar el

idealismo de la raza. Los hombres van tras la religión por necesidad de tener una guía,

inspiración y consuelo en sus vidas. Queremos que la religión permanezca tras nosotros

cuando tratamos de vivir honestamente nuestras vidas. Queremos saber que existe en algún

lugar del mundo un cuerpo de gente unida que sostienen los valores espirituales en un

mundo de manifestaciones materialistas desquebrajadas. Nosotros buscamos inspiración.

Queremos ideales. Queremos un propósito respetable para unirnos en acción. Nosotros

deseamos establecer en este valle de lágrimas una estructura espiritual que se elevará sobre

la monotonía. Queremos salir a la vida reconociendo nuestras instituciones como oasis en el

desierto del materialismo.

La civilización está sufriendo un dolor convulsivo al encontrarse en un período de

gran reconstrucción. Como nunca antes en los registros de la historia, el hombre está

buscando soluciones a problemas inminentes y eminentes. Las similitudes entre la Iglesia y

el Estado están quedando fuera de alcance para sostenerse de algo que es seguro, algo a qué

adherirse cuando el mundo que ellos han conocido pase al olvido. En todas las partes del

mundo civilizado hay hombres y mujeres devotos a las interpretaciones místicas de la vida.

Estos hombres y mujeres están dedicados a un código de ética espiritual que tiene como

fundamento dos grandes principios: La Paternidad de Dios, y la Hermandad del Hombre.

Estos estudiantes están en la mayoría de las partes organizados en varios grupos grandes y

pequeños por la expresión del propósito del perfeccionamiento propio y el mejoramiento

social. Estos grupos pueden ser clasificados en dos categorías: Primero, aquellos cuya

inspiración es fundamentalmente Cristiana y aquellos esencialmente Orientales. Mientras

estos grupos son divididos, por énfasis, los propósitos fundamentales que buscan alcanzar

son idénticos. Todos los movimientos religiosos iluminados tienen como su principal meta

y propósito la regeneración del hombre, de manera individual y colectiva.

Max Heindel fue pionero en el Misticismo Cristiano y Madame Blavatsky fue

pionera en el Ocultismo Oriental. Ambos establecieron sistemas de pensamiento que se

esparcieron rápidamente a través de las almas hambrientas de la humanidad. No solo

salieron de organizaciones por iniciativa propia, pero las semillas que habían plantado en el

corazón de los hombres habían germinado y dio fruto en muchas partes del mundo, donde

otras organizaciones se habían establecido sobre líneas similares. Por lo tanto, hay una

considerable cantidad de místicos y ocultistas en América y su número es incrementado

cada día por diligentes hombres y mujeres cuyos corazones y mentes están exigiendo a

gritos una explicación razonable para los cambios que están sucediendo en la sociedad.

Casi todos los estudiantes ocultistas de América conocen el trabajo que Madame

Blavatsky y Max Heindel han completado. La vida de estos dos religiosos fundadores es un

constante cambio a un mayor esfuerzo espiritual y más devoción altruista. Si admiramos a

estos grandes líderes, desearemos promover su trabajo por la perpetuación inteligente a

través de la palabra y la acción.

Durante el período de la Segunda Guerra Mundial la metafísica perdió una gran

oportunidad de hacer una contribución permanente a la raza al permitirle que se

desquebrajara a sí misma en disputas y controversias internas. Las organizaciones que

debieron estar dedicadas al servicio altruista de la humanidad, desperdiciaron su energía en

vanos argumentos sobre asuntos personales de poca importancia, si es que alguna

importancia tenían.

Nuestra crisis presente es mucho mayor que la de la Segunda Guerra Mundial. La

totalidad de la civilización actual está luchando contra el egoísmo y la corrupción. Una

nueva y gran oportunidad está en nuestras manos para la aplicación de soluciones

espirituales a los problemas materiales. Es la obligación moral de todo individuo

espiritualmente iluminado, olvidar todas las diferencias, sacrificar todas las ambiciones

personales, y comprometerse nuevamente a dedicar todos sus esfuerzos a los grandes

ideales que vieron la luz gracias a varias sociedades y órdenes.

Durante el gran período del “boom”, inmediatamente precedido por la presente

crisis económica, las sociedades místicas fueron infectadas por el bacilo de la abundancia,

ambición personal y explotación. Las personalidades eclipsaron principios, y los individuos

y las organizaciones se alejaron de esas simples verdades que son la esencia de la vida

inteligente. Entonces vino el colapso. Los valores materiales cayeron cual plomada en una

insondable profundidad. Las ambiciones fueron arrastradas por los vientos y la raza fue

confrontada con problemas que solo podían ser resueltos a través de la restitución de los

valores espirituales y un nuevo compromiso por parte del hombre y las organizaciones a los

principios de verdad e iluminación espiritual.

Supón que justo hoy H. P. Blavatsky, la leona de la Sociedad Teosófica, tuviera que

regresar del Amenti de la sabiduría, y debiera demandar cuentas de los miembros de la

sociedad que ella fundó. Quién podría permanecer en pie frente a ella y decirle: “Mi amada

Maestra, hemos hecho lo mejor que ha estado a nuestro alcance, hemos permanecido fieles

a ti y a los Maestros de los que hablaste”. Cuántos podrían decir: “Hemos sido honestos,

amables, justos e imparciales; hemos cortado con hacha la verdad que nos diste; hemos

diseminado tu mensaje; hemos leído tus libros; la mayoría de nosotros permanece

absolutamente libres, como tú declaraste, de todas las alianzas y enredos desastrosos”.

Cuántos podrían decir: “Aquí está tu Sociedad, tan limpia y pura como cuando tú nos la

diste”. ¿Podrían los Teosofistas hacer esto o quedarían avergonzados e incapaces de mirar a

los ojos, cargados de una gran tristeza, a la primera y más grande Teosofista?. ¿Podría

Madame Blavatsky caminar por los corredores de Adyar y mirar a aquellos que la

representan en el siglo veinte y decirles, “bien hecho, fieles servidores”?. Si ella no pudiera

decir esto, ¿por qué no podría?. ¿Será acaso porque ellos han recordado el nombre de ella,

pero han olvidado su trabajo?. ¿Será acaso por la debilidad de hombres y mujeres

insignificantes que han olvidado el mayor de todos los bienes elevándose a sí mismos sobre

los ideales que han derrumbado?. Los Teosofistas del mundo, comprométanse nuevamente

a sí mismos, con el noble espíritu que estuvo entre ustedes, cuya labor es vuestro bienestar,

cuyos ideales son vuestros propósitos, y su sacrificio altruista es la piedra angular de

vuestra organización.

Supongamos, en el mismo espíritu, que Max Heindel regresara a los campos de sus

labores terrenales, y en su simple gabardina caminara entre sus seguidores, preguntándoles:

“Hermanos y hermanas, ¿se han amado los unos a los otros?. Yo planté un jardín de rosas

de virtudes; ¿lo han atendido cuidadosamente?. Mi nombre está en sus labios, ¿pero está mi

trabajo en sus corazones?. ¿Han sido sinceros los unos con los otros?. ¿Han realizado sus

labores de manera impersonal y altruista?. ¿Han amado con tan grande amor a nuestro

Padre Celestial que han amado a todos los hombres también?”. ¿Cómo le contestarían Los

Rosacruces?. Podrían decir, “Amado Hermano, nuestra constante inspiración, hemos

cumplido nuestra promesa realizando tus trabajos con humildad y gentileza. No ha habido

orgullo entre nosotros, ni egoísmo o trabajo personal, ni pequeñas ambiciones a un gran

costo. Aquí está la Fraternidad que nos diste en custodia. Podemos regresarla tan hermosa,

tan limpia, tan unida en un propósito santo como tú intentaste que fuera. No hay cosas

pequeñas como tomar en cuenta los títulos aquí; no estamos unidos en cosas

insignificantes, sino en grandes cosas. En los quince años desde que tú pasaste a una vida

grandiosa hemos buscado de hacer tu trabajo. Somos como intentaste que fuéramos –

hombres y mujeres en quienes no se encuentra la mala fe.

¿Podrían estas palabras ser ciertas?. Si no, ¿por qué no serían ciertas?. ¿Es el

hombre demasiado débil para llevar a cabo un buen trabajo?. ¿Son sus pequeñeces muy

grandes y sus grandezas muy pequeñas?.

Si tuviéramos que sentirnos avergonzados si nuestros líderes tuvieran que regresar a

nosotros otra vez y supiéramos que les hemos fallado, nos comprometeríamos de nuevo a

nosotros mismos con ellos. Permitamos que el espíritu de H. P. Blavatsky renazca en el

corazón de cada Teosofista y el espíritu de Max Heindel viva otra vez en el corazón de cada

Rosacruz. Cuando este tiempo llegue, y llegará, los místicos y los ocultistas del mundo

puedan unir sus manos a través del golfo de sus diferencias y, unificarse en propósito, ser

una armada de reconstrucción espiritual marchando como los profetas de antaño en la

vanguardia del progreso.

Manly P. Hall, mayo 1933

 

http://www.fraternidadrosacruzmadrid.com/maxheindel/libros/DoctrinaSecreta.pdf

 

 
 


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