CONCIENCIA EN EL MUNDO INVISIBLE
¿Me hace usted el favor de informarme si el señor Max Heindel puede funcionar en el plano
del Ego? Si es así, querrá él comunicarse con mi Ego y traerme la siguiente información: quiero
saber quién es mi Ego, y qué planea hacer con esta vida terrena, y cómo puedo obtener
diaria e ininterrumpida conciencia de él.
Respuesta: En las horas de vigilia durante la vida terrestre, el Ego funciona en el mundo
visible como un espíritu interno, pero durante las horas de sueño el Ego está en el Mundo del
Deseo, donde permanece un tiempo después de la muerte. Las fases posteriores de la
existencia post-mortem son vividas en la Región del Pensamiento Concreto, que es el
Segundo Cielo. Por encima de éste, está la región del Pensamiento Abstracto, llamado el
Tercer Cielo, hogar del Ego, quien hace viajes a la vida física con el propósito de obtener
experiencia y crecimiento anímico.
Mientras permanecemos en la Tierra, establecemos lazos con otros que bajo la ley de
Causación traen ciertos efectos tarde o temprano. Estos efectos constituyen el hado o destino.
Por medio de nuestras voluntarias o ignorantes transgresiones de las leyes de la vida, hemos
acumulado en el pasado una deuda de malas acciones que debe ser liquidada alguna vez. Debemos
cosechar lo que hemos sembrado antes de que seamos nuevamente Espíritus puros y
libres. El conocimiento de este destino inminente, cuando va a pagarse una parte de la deuda,
paralizaría a la mayor parte de nosotros, y contemplar el estado total de las cuentas,
probablemente aplastaría al espíritu más fuerte a menos de que haya sido iluminado, por lo
menos parcialmente, y aprendido a conformarse con las leyes de la naturaleza en cierta
medida. Cuando esta gran luz ha brillado en el corazón de un hombre y se siente como un hijo
pródigo, lejos de nuestro Padre Celestial, cuando exclama con todo su corazón: "iré a mi
Padre", y este deseo de unión está siempre ante su visión espiritual, entonces por primera vez
se enfrenta con la encarnación de su destino que los ocultistas llaman “El Morador del
Umbral”.
Esta entidad recibe al aspirante en la puerta de los mundos visible e invisibles. Cuando se
atreve a penetrar en esta región que previamente ha visto únicamente por medio de la visión
espiritual, es abordado por este "Habitante del Umbral" y no puede pasar hasta que lo haya
reconocido. Cada neófito debe encararse con este horrible espectro, como lo hizo Glyndon en
la novela de Bulwer Lytton, "Zanoni". Está oculto a la visión de la humanidad ordinaria, aun
entre la muerte y el renacimiento, pero el neófito debe, como ya se dijo, no solamente enfrentarse
con él sino reconocerlo como creación suya y hacerle frente. Debe hacer un voto
solemne de hacer las cosas necesarias para liquidar la deuda de la cual el Morador es una
encarnación, y también hace voto de silencio con relación a todo esto.
Al preguntar usted quién es su Ego, está pidiendo exactamente la misma información que el
Guardián del Umbral del mundo invisible oculta de usted, en obediencia a una benéfica ley de
la naturaleza que nadie tiene el privilegio de quebrantar. Hasta que usted no haya obtenido la
fortaleza espiritual necesaria para enfrentarse con él y aprender de sí mismo, esto debe
permanecer oculto para usted. Aun entonces no habrá una unión ininterrumpida y consciente
entre el Yo Superior y la personalidad. Eso pertenece a una etapa muy posterior de la evolución,
en la que habremos espiritualizado totalmente nuestros vehículos transformándolos en
esencia anímica. Por lo tanto, hay una sola forma de averiguarlo, y es por medio de una
sincera aplicación al problema mismo. Si continúa buscando, encontrará, pero recuerde que no
hay camino real que conduzca a este conocimiento. Nadie puede dárselo ya listo, o vendérselo,
y todo lo que podemos hacer los que ya hemos pasado por este proceso es señalar el
camino y animar a recorrerlo, sin parar mientes en todos los retrocesos y obstáculos, en la
confianza de que lo que un hombre ha hecho, otro puede hacerlo. Cada uno de nosotros
tenemos el mismo poder divino y como cualquiera, todos podemos triunfar.
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