¡Se nos va el 2009!
Yolanda Silva Solano
Es increíble lo rápido que pasa el tiempo, se nos va un año más de nuestras vidas y antes que termine, es bueno hacer un balance de lo que hemos hecho con este año 2009, de lo que nos ha tocado vivir y de la forma en que hemos enfrentado los acontecimientos, porque sin duda, que cada uno de ellos, nos fue dado para que creciéramos espiritualmente.
Cada oportunidad, es una puerta abierta, por eso Jesús usaba el proverbio hebreo “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo con toda tu fuerza” porque no es tan importante lo que hacemos, sino la intención que nos motiva a hacerlo, y no sólo la motivación, sino también el grado de conciencia que tengamos acerca de lo que hacemos, pues desgraciadamente la gran mayoría de nuestros actos obedecen a reflejos condicionados, a la monotonía que duerme nuestra conciencia y nos hace actuar como robot que obedecen a órdenes o a mecanismos.
El plan de Dios, no es que seamos uno más de la masa humana, El quiere que cada uno de nosotros sea una individualidad, con una religión personal en la cual “cada ser humano define la religión en los términos de su propia interpretación experiencial, que emana de los impulsos divinos del Espíritu que en él reside y por tanto, esta interpretación debe ser única y totalmente distinta de la filosofía religiosa de todos los demás seres humanos.”
Es natural que así sea, porque “hay en la mente de Dios, un plan que involucra a cada criatura y este plan consiste en un propósito eterno de oportunidades ilimitadas, progreso sin límites y una vida sin fin. Y todos los tesoros de esta carrera inigualable, son vuestros con sólo luchar!
Dios, nos da todas las oportunidades para crecer interiormente, pero somos nosotros quienes debemos saber sacarle partido a esas oportunidades, porque ellas, al igual que su amor, son personalizadas, porque “Dios ama a cada criatura como a un hijo y ese amor acompaña a cada criatura a lo largo de todo el tiempo terrenal y en la eternidad.” “El amor del Padre actúa directamente en el corazón del individuo, independientemente de las acciones o reacciones de todos los demás individuos, la relación es personal: hombre- Dios”
El hacer un balance sobre nuestro actuar pasado, es una forma de no volver en el 2010 a tropezar con las mismas piedras, porque el pasado no lo podemos cambiar, pero sí, nos puede ser muy provechoso para sacar experiencias para no cometer los mismos errores.
Al hacer este balance, puede que acudan a nuestra mente, más las cosas aparentemente malas que las muchas buenas, porque es casi una condición humana resaltar lo malo y casi ignorar lo positivo, basta con ver las noticias para confirmar esta teoría.
Tal vez fuese bueno, cambiar esto, y valorar y sobre todo agradecer de corazón a Dios por las muchas cosas buenas que tuvimos durante el año que termina, a veces nos acordamos más de Dios para pedir sus favores que para agradecer los muchos dones que a diario Él nos da, aun cuando no siempre su respuesta es la que esperábamos, porque El ve la totalidad, en cambio nosotros sólo podemos ver lo que nuestras anteojeras y prejuicios nos permiten visualizar. “Nuestro Padre sabe lo que necesitamos aun antes que se lo pidamos” pero a nosotros nos falta fe y confianza para entregarnos a su voluntad y sentir en verdad “que nuestro mañana está en sus manos”
Aceptar la voluntad de Dios es contentarnos con lo que nos da, aun cuando no sea exactamente lo que hemos pedido: “Pedí fuerzas... y Dios me dio dificultades para hacerme más fuerte. Pedí sabiduría...y Dios me dio problemas para resolver. Pedí prosperidad...y Dios me dio un cerebro y músculos para trabajar. Pedí coraje... y Dios me dio obstáculos que superar. Pedí amor... y Dios me dio personas para ayudar. Pedí favores... y Dios me dio oportunidades. No recibí nada de lo que pedí...pero recibí todo lo que precisaba”. (tomado de la Red)
También es conveniente tomar conciencia de aquellas cosas aparentemente malas, porque aun cuando puedan habernos hecho sufrir, ellas no fueron un castigo ni una injusticia, sino una oportunidad para que nuestro espíritu creciera y se fortaleciera porque “los mortales tan sólo aprendemos la sabiduría a través de la experiencia de las tribulaciones”. “El mal no siempre es negativo. Hay un negativo potencial que conduce al camino positivo de luz y vida”
Cuando las pruebas y el sufrimiento dejan de verse como un castigo, toman otra dimensión y otras son sus consecuencias porque nos damos cuenta que son una oportunidad que el Padre nos está dando para crecer en amor y sabiduría. Los sufrimientos son el crisol donde nuestra alma se purifica y se templa, son el barómetro con el cual podemos medir nuestro avance espiritual. Cuando sufrimos, es el momento de unirnos a la agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní y decir como El: Señor aparta de mi este cáliz, pero que se haga tu voluntad y no la mía.
No debemos asustarnos ante el mal pues el mal y el bien marchan unidos, uno al lado del otro hasta el fin de la vida, al igual que lo hace el trigo y la cizaña. Aun en medio del caos siempre habrá un bien que podemos rescatar si estamos en un estado de conciencia superior que nos permita ir más allá de las apariencias, para que seamos capaces de extraer lo positivo de una situación aparentemente mala. Cuenta la leyenda que al fondo del cofre de Pandora, después que salieron todos los males, quedó brillando la Esperanza.
“No podemos experimentar la verdad espiritual hasta que no la experimentamos con los sentimientos y muchas verdades no son realmente sentidas sino es a través de las adversidades”.
“El amor de Dios es por naturaleza un afecto paternal, por consiguiente, a veces nos disciplina por nuestro propio bien para que podamos ser partícipes de su santidad. Pero no debemos olvidar que incluso durante nuestras pruebas más duras y en todas nuestras aflicciones Él se aflige con nosotros”.
Sea este un mensaje para esperar el Nuevo Año con mucha fe y optimismo porque estos 365 días que la vida nos está regalando no serán en sí, ni buenos ni malos. Ellos serán y nos traerán lo que cada uno quiera, pues somos dueños de nuestro propio destino. De nuestro esfuerzo, de nuestro amor y de nuestra fe dependerá lo que hagamos con este Año que comienza. Pero no olvidemos que Dios nos dará lo más adecuado, de la manera que realmente que necesitamos”.
La felicidad es una responsabilidad individual, debemos trabajar en ella, no como algo ocasional, sino como un estado de conciencia que nace de la alegría interna y de la percepción espiritual de los acontecimientos. Si estamos unidos y centrados con nuestro Ajustador de Pensamiento podremos ser felices en cualquier circunstancia, incluso en medio del dolor, porque estaremos unidos a Dios y aceptando su voluntad. El Padre se hace real, cuando le permitimos participar directamente en nuestra vida cotidiana, entonces Él se transforma en una fuerza activa de interacción constante, sólida e íntima. Dios quiere guiarnos y ayudarnos, pero somos nosotros los que tenemos que abrirle la puerta de nuestro corazón y dejarlo hacer lo que sea mejor para nuestra evolución.
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Ojalá que nuestro lema para este Nuevo Año fuese: “Con Dios todo es posible, el Creador eterno es la causa de las causas”. Mientras nuestro amor a El se vea reflejado en el servicio a nuestros hermanos, todo, absolutamente todo, será para nuestro bien espiritual y el día 31 al abrazarnos fraternalmente podremos decir con verdad:
¡¡¡Feliz Año Nuevo ¡¡¡