Somos luz, pura diáfana, brillante conectada a la Fuente Universal que dio comienzo a todo, y por la importancia que ésto merece y el regalo divino obtenido por nuestras almas, tenemos que protegernos para que ésta no se vea obstaculizada en ningún momento por capas densas que se sitúan frente a nosotros y les demos el poder.
La protección que recibimos cada mañana para mantener encendida y clara esa luz para irradiarla es muy fuerte y es un deber nuestro aprovecharla para cargarnos para todo el día, así como no saldríamos a la calle sin lavarnos la cara, tenemos la obligación de internalizar que no podemos salir tampoco sin cargar nuestra batería interna, son solo unos segundos que nos brindaran la tranquilidad y la seguridad no solo de sentirnos protegidos sino de poder irradiar esa luz a todos con quienes nos crucemos durante todo el día.
Debemos aprender a respetarnos a nosotros mismos en cada momento y accionar desde la intuición y el corazón, con la entrega total de las situaciones, confiando que sera lo mejor para nosotros y nuestros entornos, aceptando los resultados con la convicción que son voluntad divina y agradeciendo merecer tanta protección y cuidado sagrado.
Dejemos de lado las discusiones o situaciones violentas para querer convencer al otro de que esta equivocado pues es allí donde nos van dejando capas densas que nos van envolviendo y no dejan pasar nuestra luz, que la seguimos teniendo pero no la podemos irradiar, pues no es cierto que nos apaguen la luz o nos volvamos oscuros, eso no ocurre nunca pues la luz jamas es apagada por la oscuridad, solo es atrapada e imposibilitada de expandirse.
Hay que tener en cuenta que esa capa densa envolvente nos la podemos producir nosotros mismos si en vez de obrar con humildad del alma le damos lugar a que se nos manifieste el ego haciéndonos creer que somos nosotros los que le producimos bienestar a la gente y que tenemos manos milagrosas de sanación o palabras que dejan a los otros en estados de armonía que agradecen haciéndonos creer que somos personas especiales que entramos a los lugares y todo se transforma.
Esto tiene su parte cierta para que la gente lo crea pero esta en nosotros el dejarles claro que no somos nosotros sino la luz que obra dentro nuestro, que es inteligente e inmanejable y jamas podríamos accionarla desde nuestra voluntad, al contrario esa luz tiene una fuerza tan potente que nos lleva a hacer, decir o poner las manos donde sea necesario par que ella actúe.
De ésta manera es como podemos abrir conciencias, pues nuestras palabras y testimonios tienen que convencer a los otros que todos tenemos esa luz y que se potencia solo con la Fe, que en definitiva es lo que se necesita en estos momentos de tiempos de transmutación y cambios planetarios, lograr que día a día sea más grande el porcentaje de humanidad que crea en la Luz, el Amor y la Fe y se comprometa a vivir transitando ese camino.
No olvidemos que el Cielo esta acá en la Tierra, solo tenemos que encontrarlo y manifestarlo en nuestro interior para poder irradiarlo cada uno en sus entornos y así vivir en paz y armonía.
Extracto tomado de la Red