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MAX HEINDEL: HACIA LA BIBLIA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 16/01/2010 14:54

 

En nuestros tiempos el espíritu misionero es muy fuerte. La Iglesias

occidentales están enviando continuamente misioneros a todo el

mundo para convertir a los pueblos de todas las naciones a sus credos;

ni son ellos solos tampoco en sus esfuerzos de proselitismo. El Oriente

ha comenzado también con una fuerte invasión en los campos

occidentales, y muchos cristianos que estaban descontentos con los

credos y dogmas de los clérigos y que estaban buscando la verdad que

satisficiera las ansias de su inteligencia por una explicación adecuada

de los problemas de la vida, se han familiarizado y en muchos casos

han aceptado las enseñanzas orientales del Budismo, Hinduismo, etc.

Desde el punto de vista oculto, estos esfuerzos misioneros, sean de

oriente o del occidente, no son deseables, pues son contrarios al tren

de la evolución. Los grandes-Guías de la humanidad, que están a

cargo de nuestro desarrollo, nos prestan la ayuda necesaria en ese

sentido. La religión es una de esas ayudas, y hay muy buenas razones

para que la Biblia que contiene no solo una sino dos religiones, la

Cristiana y la Judía, haya sido dada solamente al occidente. Si

buscamos diligentemente la luz, veremos la Suprema Sabiduría que

nos ha dado esa doble religión y cómo ninguna otra religión actual, es

apropiada para nuestras necesidades especiales. Con este fin

tocaremos en este capítulo algunos puntos ya tratados antes en varios

sitios.

Durante las Épocas Polar , Hiperbórea y Lemúrica, la tarea de guiar a

la humanidad era comparativamente fácil, porque el hombre no tenía

mente; pero cuando obtuvo ese elemento perturbador, durante la

primera parte de la Época Atlante desarrolló la astucia, que es el

producto de la mente no gobernada por el espíritu. La astucia obra

ayudando al deseo, sin tener en cuenta si éste es bueno o malo, o de si

puede traer alegría o dolor.

A mediados de la Época Atlante el espíritu entró completamente

dentro de sus vehículos y comenzó a trabajar en la mente, produciendo

el pensamiento y la razón; la capacidad de deducir una causa dado el

efecto inevitable que aquella produce. Esta facultad de razonamiento o

lógica se desarrolló más completamente en la Época Aria, y, por lo

tanto, los semitas originales (la quinta raza de la Época Atlante) eran

un "pueblo elegido" para llevar esa facultad germinal a tal madurez,

que impregnara completamente las mismas fibras de sus

descendientes, quienes así se convirtieron en una nueva raza.

La transmutación de la astucia en razón no fue una tarea fácil. Los

primeros cambios en la naturaleza humana se efectuaron fácilmente.

Podía entonces ser guiada sin dificultad porque no tenía deseos

conscientes ni mente para guiarse, pero en el tiempo de los semitas

originales se había hecho suficientemente astuta para sentir las

limitaciones de su libertad y para evitar repetidas veces las medidas

que se tomaban para mantenerla en línea. La tarea de guiarla fue

entonces sumamente difícil, porque era necesario que tuviera alguna

libertad de elección, para que a su debido tiempo pudiera aprender el

dominio propio. Por lo tanto, se hizo una ley que decretaba

recompensa inmediata por la obediencia y castigo instantáneo por la

violación de aquella. Y de esta suerte se enseñó al hombre a razonar y

a comprender de limitada manera que "el camino del transgresor es

muy duro" y que debía "temer a Dios" o al Guía que lo conducía.

De todos los que fueron elegidos como "simiente" para la nueva raza,

solo unos pocos permanecieron fieles. La mayoría de ellos se

rebelaron y, en lo que a ellos mismos concernía, frustraron

completamente el propósito de su Guía, casándose con miembros de

otras razas atlantes, dando así sangre inferior a sus descendientes. Esto

es lo que quiere significar la Biblia cuando se habla de que los hijos de

Dios se casaron con las hijas de los hombres. Por ese acto de

desobediencia fueron abandonados y "perdidos". Aun los mismos

fieles murieron en lo que respecta al cuerpo en el Desierto de Gobi (el

Desierto) en el Asia Central, la patria de nuestra raza actual. Y

reencarnaron , como sus propios descendientes, por supuesto, y de

esta manera heredaron la "Tierra de Promisión", la Tierra como es

ahora. Son las razas arias en las que la razón está desarrollándose a

perfección.

Los rebeldes abandonados fueron los Judíos, la mayoría de los cuales

están gobernados todavía más por la facultad atlante de la astucia que

por la razón. En ellos, el sentimiento de raza es tan fuerte que

únicamente distinguen dos clases de pueblos: Judíos y Gentiles. Ellos

desprecian a las demás naciones y a su vez son despreciados por ellas,

por su astucia, egoísmo y avaricia. No se niega que hagan caridades;

pero es principalmente, si no exclusivamente, entre su propio pueblo y

rara vez internacionalmente, como sucedió en el caso de los desastres

ocurridos en Italia a consecuencia de los Terremotos, en el que todas

las barreras de credos, razas, y nacionalidades se olvidaron ante el

sentimiento de simpatía humana.

En tales casos, como en el desastre de San Francisco, la naturaleza

interna del hombre se hace más evidente que bajo cualesquiera otras

circunstancias, y el observador atento puede entonces discernir la

tendencia de la evolución. Entonces se manifiesta el hecho de que

aunque en medio de las luchas de nuestra vida ordinaria lo olvidamos,

sentimos en el corazón y reconocemos esa gran verdad de que todos

somos hermanos y que la desgracia de uno es realmente sentida por

todos. Tales incidentes determinan, por lo tanto, la dirección de la

evolución. El dominio del hombre por la razón será sucedido por el

del Amor, que actualmente obra independientemente y a veces hasta

contrariamente a los dictados de la razón. Esta anomalía se produce

porque el Amor actualmente es muy rara vez altruista y nuestra razón

no siempre es cierta. En la "Nueva Galilea", la próxima Sexta Época,

el Amor se hará altruista y la razón aprobará sus dictados. La

Fraternidad Universal se realizará entonces plenamente, y cada uno

trabajará para el bien de todos, porque el egoísmo será una cosa del

pasado.

 

 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 16/01/2010 16:38

 

 

Para que este anhelado fin pueda realizarse, será necesario seleccionar

otro "pueblo escogido" de los actuales linajes de reserva, como núcleo

del cual pueda surgir la nueva raza. Esta selección no se hará contra la

voluntad de los escogidos. Cada hombre debe elegir por sí mismo;

debe entrar voluntariamente en las filas.

Las razas no son sino rasgos evanescentes de la evolución. Antes de la

terminación de la Época Lemúrica, hubo un pueblo elegido diferente

de la humanidad ordinaria de aquel tiempo, que fue el antecesor de las

razas atlantes. De la quinta raza de éstas, otro "pueblo elegido" se

seleccionó, del cual descienden las razas arias, de las cuales ha habido

ya cinco y habrá dos más. Pero antes del comienzo de una nueva

Época deberá haber, sin embargo, "un nuevo cielo y una nueva tierra";

los rasgos físicos de la Tierra se cambiarán y disminuirá también su

densidad. Habrá otra raza al principio de la próxima Época, pero

después de ella desaparecerá todo pensamiento o sentimiento de raza.

La humanidad constituirá entonces una vasta fraternidad, sin tener

para nada en cuenta la menor distinción. Las razas son simplemente

gradaciones de la evolución que deben atravesarse, pues en caso

contrario no habría progreso alguno para los espíritus que en ellas se

encarnan. Pero, aunque grados necesarios, son extremadamente

peligrosos, y son , por lo tanto, causa de que los Guías de la

humanidad tengan que obrar con mucho cuidado. Ellos llaman a esas

dieciséis razas los "dieciséis senderos de destrucción", porque

mientras en las épocas precedentes los cambios sólo se efectuaban

después de enormes intervalos, era más fácil que la mayoría de las

entidades estuvieran prontas para ello; pero no sucede así con las

razas. Éstas son comparativamente fugaces y, en consecuencia, hay

que obrar con sumo cuidado, a fin de impedir que los espíritus se

adhieran demasiado a las características de raza.

Esto fue exactamente lo que sucedió con los espíritus que encarnaron

en los cuerpos de la raza Judía. Se adhirieron tan firmemente a esa

raza que siempre encarnan en la misma. "una vez Judío, siempre

Judío", es su lema. Han olvidado completamente su naturaleza

espiritual, y se glorían del hecho material de ser la "simiente de

Abraham". Por lo tanto, ni son "carne ni pescado". No han tomado

parte alguna en el desarrollo de la raza aria y, sin embargo, están más

allá de los remanentes de los pueblos atlante y lemúrico que aún

tenemos entre nosotros. Se han convertido en un pueblo sin patria, una

anomalía en la humanidad.

Debido a su limitación a esa idea de raza, el Guía de su tiempo se vio

obligado a a abandonares y se "perdieron". Con objeto de que

pudieran cesar de considerarse a sí mismos como separados de otros

pueblos, los Guías dirigieron contra ellos a otras naciones en diversas

ocasiones y fueron llevados como cautivos y arrancados del país

donde se habían asentado, pero en vano. Se negaron abiertamente a

amalgamarse con los otros. Una y otra vez volvían como un solo

hombre a sus áridas tierras. Profetas de su propia raza surgieron y les

predicaron por amor y predijeron el desastre, pero sin resultado.

Como esfuerzo final, para persuadirlos de que debían echar a un lado

la adherencia a la raza, hemos visto la anomalía de que el Guía de la

raza siguiente, el Gran Instructor Cristo, apareció entre los Judíos.

Esto muestra además la compasión y la sabiduría de los Grandes Seres

que guían la evolución. Entre todas las razas de la Tierra no había

ninguna otra "perdida" en el mismo sentido que los judíos; ninguna

otra necesitaba tanta ayuda. El haberles enviado a un extranjero, uno

que no fuera de su propia raza, hubiera sido manifiestamente inútil.

Anticipadamente se sabía que lo hubieran rechazado. Así como el

gran espíritu conocido por el nombre de Booker T. Washington

encarnó entre los negros y éstos le recibieron como uno de los suyos,

habitándolo así para iluminarlos en manera tal que ningún blanco

pudiera haberlo hecho, así también los Grandes Guías esperaban que

la aparición de Jesús, como uno de los suyos, pudiera hacerlos aceptar

sus enseñanzas y salir así de su adhesión a los cuerpos de su raza. Pero

es muy triste ver cómo prevalecen los prejuicios humanos. "El vino

entre Su propia sangre", y ellos eligieron a Barrabás. No glorificó a

Abraham ni a ninguna otra de sus antiguas tradiciones. El habló de

"otro mundo", de una nueva Tierra de Amor y Olvido, y repudió la

doctrina de "ojo por ojo". No les incitó a armarse contra el Cesar; si lo

hubiera hecho, hubiera sido vitoreado como un libertador. Aun en ese

respecto, fue mal comprendido hasta por sus discípulos, quienes

lamentaron tanto su perdida esperanza de un reino terrestre, como

lloraban a su Amigo muerto a manos de los romanos.

El rechazo de Cristo por los judíos fue la prueba suprema de su

adherencia a la raza. Desde entonces, todos los esfuerzos para

salvarlos como conjunto dándoles profetas especiales e instructores, se

abandonaron, y como se probó la futilidad de aislarlos en bloque,

como último expediente se les mezcló con todas las naciones de la

tierra. A pesar de todo, no obstante, la extrema tenacidad de este

pueblo ha prevalecido hasta nuestros días y la mayoría continúan

siendo ortodoxos. En América, sin embargo, está perdiéndose

ligeramente. Las generaciones más jóvenes están comenzando a

casarse fuera de la raza. A su tiempo se irá proveyendo un número de

cuerpos siempre crecientes con cada vez menos características de raza

para los espíritus judíos que se encarnen. Y de esta manera se

salvarán, a pesar de ellos mismos. Se "perdieron" casándose con razas

inferiores, y serán salvados amalgamándose con las más avanzadas.

Como las actuales razas arias son seres humanos más racionales,

capaces de aprovecharse de la experiencia del pasado, el medio más

lógico de ayudarlas es decirles los estados de crecimiento pasados y el

destino que cayó sobre los desobedientes judíos. Esos rebeldes tienen

un recuero escrito de como los trataron sus Guías. En el se dice cómo

fueron elegidos, rebelados, castigados; pero aún están llenos de

esperanzas de una última redención. Esos escritos pueden ser

aprovechables por nosotros para aprender cómo no debemos obrar. No

tiene importancia el que, en el transcurso de las edades, se hayan

mutilado, y que los judíos de hoy tengan la ilusión de ser un "pueblo

elegido"; la lección que podemos tomar de sus experiencias no es por

eso menos estimable. Podemos aprender como un "pueblo elegido"

puede desobedecer a su Guía, frustrar sus planes y limitarse a una raza

durante edades. Su experiencia debe ser una buena recomendación

para cualquier futuro "pueblo elegido". Y esto lo dice San Pablo en

términos inequívocos. (Heb. II:3-4). "Porque si la palabra de los

ángeles era firme y cada transgresión y desobediencia recibía una justa

recompensa, ¿ cómo escaparemos a ella si descuidamos tan gran

salvación?" Y San Pablo estaba hablando a los cristianos, pues los

Hebreos a quienes escribió esto, eran "conversos" y habían aceptado a

Cristo; eran gente de la que él, San Pablo, esperaba que en alguna vida

futura, hubiera podido contarse entre el nuevo "pueblo elegido", que

voluntariamente siguiera a su Guía y desarrollara la facultad de la

percepción espiritual y el Amor, la intuición, que sucederá a la propia

investigación y a la razón.

Las enseñanzas cristianas del Nuevo Testamento pertenecen

particularmente a las razas adelantadas del mundo occidental. Está

implantándose especialmente entre el pueblo de los Estados Unidos,

porque como el objeto de la nueva raza de la Sexta Época, será la

unificación de todas las razas, los Estados Unidos (Nota del traductor:

Algo semejante ocurre en América del Sur) se están convirtiendo en

un lugar donde todo se mezcla, donde todas las naciones de la tierra se

están amalgamando, y de esta amalgama se derivará el próximo

"pueblo elegido".

Esos espíritus, de todos los países de la tierra, que se han esforzado en

seguir las enseñanzas de Cristo, conscientemente o no, encarnarán allí,

con el propósito de dárseles las condiciones apropiadas para ese

desarrollo. De ahí que el judío nacido en América sea diferente de los

judíos de otros países. El mismo hecho de que hayan nacido en el

Mundo Occidental prueba que se está emancipando el espíritu de su

raza y, por consiguiente, que se ha adelantado a los judíos ortodoxos

del viejo mundo cristiano, como eran sus padres, pues de lo contrario

no habrían concebido la idea de romper sus lazos antiguos y venir a

América. Por lo tanto, el judío nacido en América es el precursor que

preparará el sendero que seguirán sus compatriotas más tarde.

Vemos, pues, que la Biblia contiene las enseñanzas que necesitan

especialmente los pueblos occidentales, quienes pueden aprender una

lección del ejemplo horrendo de la raza judía, tal como se relata en el

Antiguo Testamento, y pueden aprender a vivir las enseñanzas que

Cristo da en el Nuevo Testamento, ofreciendo voluntariamente sus

cuerpos como un sacrificio viviente sobre el altar de la Fraternidad y

del Amor.

 

 

 
 



 
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