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De: moriajoan (Mensaje original) |
Enviado: 01/03/2010 19:54 |
Las causas espirituales que producen los movimientos sísmicos, según las enseñanzas de la Filosofía Rosacruz.
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.
En los antiquísimos tiempos de la formación de nuestro sistema, la materia que hoy
constituye la Tierra, formaba aún parte del sol y estaba localizada en la región polar solar,
donde el movimiento era lento. La evolución humana comenzó, a pesar del estado ígneo de
la época, luego que Marte fue desplazado, pues el fuego no es impedimento para el Espíritu.
Ocupó la onda humana, primitivamente, un cuerpo muy simple, de forma abotargada - de saco
o bolsa -, con una abertura en la parte superior, de donde salía una especie de órgano de
orientación y dirección, mal llamado “primer ojo”, cuando éste se aproximaba a un calor demasiado
intenso, que no podía resistir se dilataba y la forma se movilizaba automáticamente para otro lado.
La conciencia era muy oscura y la nota vibratoria tan baja que fue, nótese bien, cristalizando o
endureciendo la sustancia química de su medio ambiente, lo que era contraproducente para la
evolución de los elevadísimos seres que evolucionaban conscientemente en el Sol. Este
endurecimiento hizo pesada la materia que, por la acción de la fuerza centrífuga producida
por el movimiento, fue primero descendiendo para el Ecuador del Sol y después, como
la fuerza de cohesión era menor, terminó separándose de la masa central. Siguió la nueva
esfera, girando en el espacio, a la distancia necesaria para recibir la vibración
correspondiente a la evolución nuestra, Espíritus Virginales de entonces. Por el mismo motivo que fuimos alejados del Sol, una parte de nuestra propia Tierra, tuvo,
a su vez, que desprenderse y formar la actual Luna, por cristalización prematura, lo que
impedía el adelanto de la mayoría de los seres humanos. La cristalización tiene que ser
entendida en términos relativos, pues, en verdad, la materia estaba suficientemente
plástica o blanda todavía como para permitir un desprendimiento, sin mayores
consecuencias. La rotación originó de inmediato la forma redonda, continuando, a
través del tiempo, el lento proceso que fue creando costras o islas cada vez más duras,
mientras los fuegos luchaban contra éstas, para no ser aprisionados, en medio de una
atmósfera o nebulosa húmeda, que el calor transformaba en vapor. Este ascendía y en
contacto con el frío exterior se condensaba, produciendo lluvias supertropicales que
desenvolvieron, poco a poco, en los lugares menos calientes, grandes y lujuriantes
bosques, donde continuaba desenvolviéndose nuestra Evolución. Los cuerpos grandes
de un principio, fueron condensándose un tanto y organizándose, al cuidado de la
Jerarquía que denominamos, Señores de la Forma.-
La propagación primitiva.
Era apenas una división del cuerpo, formando dos partes que no crecían al principio,
hasta que fue agregando un segundo principio, o Cuerpo Vital, que permitió crecer a las
partes hasta alcanzar el tamaño primitivo. Este principio vital posibilitó la organización
del primer rudimento de sentidos, formación siempre por grados, en que tiene su parte el
propio Espíritu: eran sus fuerzas dirigidas para dentro, para la organización interna. Es
la misma fuerza que hoy dirigimos para fuera, para las realizaciones en el mundo. Cuando
fue posible, recibió un tercer principio de energía impulsora, un Cuerpo de Deseos, que le
permitió la acción y la futura experiencia. Simultáneamente su conciencia fue aumentando y
percibiendo el mundo físico a su alrededor; primeramente como una visión semejante a los
sueños. Más tarde, y con los cuerpos más organizados, tuvo necesidad de un cerebro. Para
esto, dividióse la fuerza creadora. Hasta ese entonces el reino humano era hermafrodita;
podía procrear sin ayuda de otro ser, como lo hacen actualmente varios géneros de plantas.
Entonces parte de esa fuerza creadora ascendió, para alimentar la laringe y crear el
cerebro, o cuerpo mental, para la expresión inteligente del Espíritu. El cuerpo tomó la posición
vertical y la sangre tornóse roja y caliente por acción del hierro, que originariamente se recibió
de Marte, cuando la Tierra y Marte, en una órbita diferente a la actual, confundían sus auras.
No olvidemos que el hierro produce la hemoglobina.
Al dividirse la fuerza procreadora, perdióse la condición hermafrodita y aparecieron los
sexos. El cuerpo masculino asimiló más fácilmente la influencia solar, que auxilió al Espíritu,
en cuerpo masculino, a desenvolver voluntad. El cuerpo femenino respondió más a la vibración
lunar, que permitió al Espíritu o Ego, en ese cuerpo, cultivar la imaginación y desde entonces
los Espíritus renacen en uno y en otro sexo, para que el progreso no se unilateralice.
La propagación realizábase en determinadas épocas propicias, dirigida por la humanidad
inmediata superior, los Ángeles, que reunían ambos sexos en grandes templos a propósito
y, como la conciencia aún era mayor para los mundos celestes que para el propio mundo
terrestre, realizábase la unión de los sexos casi sin sensación y conocimiento. Como los
ángulos planetarios eran propicios, la gestación y partos eran sin dolor, al igual que hoy
día en el reino animal, que procrea solamente en determinadas épocas, guiado por los
Espíritus - grupos. Los seres humanos éramos obedientes, no sabíamos de sufrimiento
y vivíamos en perfecta comunidad, en paz uno con los otros, sin ni siquiera distinguir
la pérdida del cuerpo físico con la muerte. Recibimos, entonces, el auxilio de
Los Señores de Venus
Venus y Mercurio, por su proximidad al Sol, son planetas donde evolucionan humanidades
muy adelantadas. Las lunas que ambos tenían los asteroides son sus restos - eran habitadas
por lo menos evolucionados; estos se ofrecieron para auxiliar nuestro incipiente comienzo
racional, ayudándonos a desenvolver conciencia. Los que primero vinieron fueron los Señores
de Venus, que, como grandes Manús, fueron respetados y acatados como mensajeros de
Dios. Su esfuerzo fue en el sentido de que dirigiéramos nuestra atención a los acontecimientos
de la vida física, de las que teníamos que adquirir conocimiento y, como consecuencia,
alcanzar crecimiento anímico. Nuestro estado, si bien dócil, era apático e indiferente, siendo
necesario que nos sometieran a toda clase de experiencias, a veces las más duras, para
que, usando los sentidos físicos, fijáramos nuestra atención fuera de nosotros mismos. Los Manús, con sabiduría y amor, dirigieron la educación en un sentido diferente para cada
sexo. El masculino fue sometido a durísimas pruebas, llevando pesadas cargas, para
desenvolver la voluntad. Las grandes Pirámides, con sus grandes bloques, son un recuerdo
y las medidas cósmicas de la Pirámide de Gizeh muestran el conocimiento de los Manús
que la dirigieron. El ejercitamiento muscular era, pues, el mayor desenvolvimiento para el
hombre de entonces. La mujer, en cuerpo más sensible, fue sometida a otra índole de
pruebas, a fin de despertar su imaginación. Como las condiciones climatéricas eran
tremendas - había un incesante lucha de los elementos, con lluvias torrenciales y grandes
temporales - eran llevadas a los grandes bosques, para sentir todo lo que ocurría a su
alrededor: lluvia, viento, relámpagos, caída de árboles, hasta la propia muerte, cuando
esta acontecía. Esto cultivaba la memoria y el pensamiento rudimentario y fue el primer
comienzo de conocimiento cerebral, que procuraban trasmitir después al otro sexo.
Así fueron desarrolladas la voluntad y la imaginación. Cuando con el tiempo no fue necesario la presencia de los Señores de Venus entre nosotros,
regresaron, habiendo conquistado, por su valiosísimo, sabio y penoso trabajo sobre la
humanidad, el derecho de integrarse junto a los adelantados de su planeta. Nosotros tenemos
una deuda de gratitud, que sólo podremos pagar, procediendo de la misma forma
con los reinos que vienen detrás. En febrero último (1973) la escritora e historiadora peruana Isaura Andrada de Trellin
efectuó en el “Ateneo de Montevideo” una conferencia sobre el tema: INCAS, ORIGEN
EXTRATERRESTRE y la prensa publicó recientemente el descubrimiento, en ruinas
Incas, de datos matemáticos y astrológicos, confirmados por los viajes de las sondas
espaciales rusas - basados en el calendario solar venusino.
Los Ángeles de Lucifer
No se limitó la influencia recibida, a la ayuda que antecede. Simultáneamente intervino
lo que modificaría en forma radical nuestro carácter, pacífico y obediente hasta entonces.
Para comprender esto, es necesario conocer y analizar
la intervención gratuita de ciertos Ángeles caídos. Primeramente tenemos que saber que los Ángeles evolucionaron adquiriendo plena sabiduría
cósmica, en el anterior Período Lunar, liderados por el mayor de todos ellos, que conocemos
y reverenciamos como Espíritu Santo, Jehová. La Biblia, en el Antiguo Testamento, nos
lo presenta dirigiendo nuestra evolución. Infelizmente dióse un triste fenómeno en este Período Lunar: mientras en los anteriores
períodos culminaron las Evoluciones uniformemente, es decir en el Período de Saturno,
alcanzaron la más alta evolución espiritual los Señores de la Mente - dirigidos por quien
veneramos con el nombre del Padre - y lo mismo sucedió en el Período Solar con los grandes
Arcángeles liderados por el mayor de todos ellos - el Señor Cristo - en el tercer
Período no fue así ; hubo disidencias. El Período Lunar caracterizóse por una condición acuosa, en cuyo ambiente, la mayoría de
los Ángeles alcanzaron el máximo esplendor espiritual; pero, existiendo en éste Período
todavía los fuegos, como reminiscencias del Período Solar, algunos de esos Ángeles
tuvieron más afinidad con el fuego, lo que les hizo indómitos y rebeldes a la dirección
del Espíritu Santo. El fuego les impartió separatividad; se aislaron del poder cósmico de
Dios que envuelve toda la creación, y se estancaron, produciendo una anomalía en la evolución. Perdidos y rezagados en el Planeta Marte, donde residen habitualmente, estos Ángeles
caídos - a quienes dirige Lucifer - cuando pudieron observar el incipiente cerebro humano,
percibieron de inmediato una posibilidad de progreso para ellos. Comprendieron, con hábil
suspicacia, lo que valía esta notable novedad del cerebro, como instrumento para el
cultivo de la inteligencia creadora; método de adelanto que tenemos el privilegio de ser
los primeros en usar. Las Jerarquías que nos antecedieron, siguieron otras
líneas de progreso, no cerebrales. Los Luciferes, para obtener provecho de nuestro cerebro, decidieron
dirigirnos, produciendo
La caída de la humanidad.
La caída no es un simbolismo de la Biblia; es un hecho histórico que marca el desvío de
nuestra Evolución. Por nuestra columna vertebral sube el fuego espinal, producido por el
hierro marciano que existe en nuestra sangre. Fue facilísimo a los Luciferes introducirse
por la columna vertebral serpentina, dirigiéndose especialmente a la mujer que, por su
cualidad imaginativa, podía influenciar mejor; le “abrieron los ojos” y le dieron a comer el
fruto del “árbol del conocimiento”. La mujer los vió en su cerebro como “serpientes”,
imagen de la columna serpentina. Para alcanzar sus propósitos, instigaron a la mujer a que desobedeciera el mandato de los
Ángeles del Espíritu Santo, realizando, el acto de la fecundación, sin la tutela que hasta
entonces existía. Adan y Eva no son apenas dos seres, sino que representan la humanidad
toda, que desde ese entonces practicó ese acto, como expansión sexual. La desobediencia
y la rebeldía se acentuaron cada vez más, caracterizando a la humanidad. Lo que debía ser
virtud, dejó de serlo. El abuso de esa función y el desconocimiento de las épocas
convenientes para hacerlo, trajeron como consecuencias el dolor, el sufrimiento y las
enfermedades. Triunfaron los Ángeles de Lucifer, usando experiencias humanas en
beneficio propio, pero modificaron nuestro destino, demorándolo. Este igualmente tendrá
que ser alcanzado. Para tener un vislumbre de lo que tenía que haber sido, es bastante
saber que los que, excepcionalmente, siguieron por el sendero de la virtud, han conquistado
poderes espirituales que los mantienen a la vanguardia de la Evolución.
Son los Hermanos Mayores de la Humanidad.
El materialismo de los últimos trescientos años.
Para valorizar debidamente el extraordinario esquema a que pertenecemos y cómo nada
fue dejado al acaso, tenemos que pasar a considerar la razón del traslado por el espacio de
nuestro sistema Solar, a través de doce grandes constelaciones estelares. La señal por la que se reconocían los primeros cristianos era dibujando la forma del pez.
El Señor Cristo vino a la Tierra inaugurando las nuevas influencias de la Era de Piscis,
próxima a iniciarse en aquella época y sus seguidores, sabiendo lo que esto significaba,
usaron del símbolo del pez. Cada constelación del Zodíaco presta un servicio especial,
impulsando en determinado sentido. Piscis que se caracteriza por amor y devoción,
impartió esta cualidad y la humanidad vivió una era religiosa. Si hubo exageraciones y
terribles persecuciones, es únicamente debido a que respondimos todavía en nota
baja y lo que debería haber sido de gran esplendor religioso no lo fue, pero en cambio
ha mantenido en la humanidad la dulce esperanza que produce la devoción y eleva el cuerpo de deseos. Pasados dos mil años, el Sistema se aproxima a la Constelación de Acuario, cuya
característica se hizo ya evidente: el desenvolvimiento de la inteligencia. El enorme
adelanto de la ciencia moderna es su consecuencia y muestra el impulso mental que
producirá la Era de Acuario, de la que faltan siglos aún (año 2658). Pero nunca existió un
peligro tan grande como el que atravesamos, en que la ciencia mata a la religión y
hace a los seres materialistas. Este divorcio con el Gran Arquitecto, Dios, produce el
antagonismo entre los hombres, que se acentúa cada vez más, en luchas interminables
y pérdida de la virtud y de los buenos principios. Los Hermanos Mayores trabajan
incesantemente para contrarrestar esta tendencia, procurando sembrar el amor y
la unión, haciendo lugar a la tolerancia y al buen entendimiento en la humanidad. Para
que haya comunión entre el cerebro y el corazón debemos salvar esta etapa nefasta
de antagonismos tremendos, que desvirtúan nuestro principio de Espíritus inmortales.
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Movimientos sísmicos y erupciones volcánicas.
El libre albedrío es una condición “sine qua non” de que disfruta la humanidad, pero
tiene que sujetarse a la ley de consecuencia, que sabiamente va mostrando las fallas,
para ser corregidas a tiempo. Cuando acontecen catástrofes que abarcan una colectividad,
es siempre la acción de la misma ley que procura corregir equivocadas tendencias,
empleando la única forma ya posible: el dolor intenso que llama a la realidad al Espíritu
y lo reencamina para el bien, para Dios. Al contrario de que se piensa, la Tierra es un organismo vivo que refleja el estado de la
humanidad. No es posible creer que es conocida por haber sido estudiada su capa
externa solamente; está aún en una mínima parte. Síguenle capas o estratos varios, con
vida, que están conjugados con la acción de los Mundos Invisibles, que posibilitan la
Evolución. Este entrelazamiento no debe extrañar a quien se detenga a meditar sobre
el Plan Divino, que visa el progreso del Espíritu y para lo que todo el Sistema está
constituído. La afirmativa de que la Tierra en su interior tiene una perfecta
concordancia con la vida externa, forma parte de las Enseñanzas Rosacruces dadas
por el inolvidable Iniciado Max Heindel. Con el endurecimiento gradual de la costra “Mineral”, los fuegos encerrados formaron
un segundo estrato, de materia altamente explosiva y expansiva, semi pastosa por
el enorme fuego acumulado, que se mantiene comprimida por la gran presión de la
costra dura. Si esta fuera retirada, el segundo estrato “Fluídico” explotaría en el espacio
de forma terrible, acabando con la vida en la Tierra. Un tercer estrato, “Vaporoso”, refleja
los sentimientos, emociones y pasiones de los reinos humano y animal. El cuarto estrato,
denominado “Acuoso”, tiene concordancia con la formación Arquetípica de todas
las formas. El quinto estrato, “Ígneo”, es la multiplicación mental de la vida de todo lo
que existe en la Tierra. El sexto, “Germinal”, refleja sensación sentimental de simpatía,
amor y odio. El séptimo, “Reflector”. entra en actividad, acosado por las terribles
tendencias del materialismo cristalizante, el abuso sexual, egoísmos y separatividad;
impulsa la expansión de todos los estratos anteriores, culminando con la actividad del
segundo estrato, que se expande a los cielos, por la boca de los volcanes, como un
terrible gas; cesa solamente cuando la materia volátil, en contacto con el aire, se solidifica
en cantidad bastante como para cerrar la boca de salida. En otros caso produce
movimientos que alteran la superficie. La misma razón espiritual es motivo de otras
calamidades como las grandes inundaciones; por lo mismo que el hombre individualmente
genera consecuencias, las colectividades también. La Tierra contiene un octavo, noveno
y décimo estratos, revelados en las Iniciaciones. Las erupciones del Vesubio pueden servir para corroborar la influencia del materialismo en
las erupciones; estas están siendo cada vez más frecuentes, tanto que durante el siglo
pasado la media de tiempo entre una y otra fueron 15 años, en tanto que la media de
tiempo o promedio del principio de la era cristiana hasta entonces era de
150 años entre una y otra erupción.
Los Señores de Mercurio.
Están cumpliendo una altísima misión con los seres más adelantados. Aquellos que por
la repetición constante en el bien obrar, por elevados y superiores sentimientos y por
desarrollo mental fueron destacándose del conjunto, recibieron una instrucción especial de
los Señores de Mercurio, que tomaron a su cargo iniciar a los más aptos en el sendero espiritual superior. Vivir la vida en un sentido elevado, virtuoso y abnegado en bien de los demás, tiene un
efecto preponderante en los vehículos internos o cuerpos invisibles; estos van
disminuyendo los lazos con el cuerpo físico y organizándose para servir de vehículos
de percepción en los Mundos Invisibles. Naturalmente no será suficiente vivir un poco sin
pecar, pero sí será de provecho y resultados reales el vivir constantemente en el bien y los
buenos sentimientos, para que se opere un cambio notable en los diversos cuerpos. A veces el Aspirante se queja cuando no consigue adelantar tan rápidamente como desea
y también se sorprende cuando, a pesar de decisiones firmes, los hábitos le vencen y le
desvían. La práctica más aconsejable es el servicio desinteresado en el bien de los demás,
oración profunda y sincera, dejando de ocupar su pensamiento en lo que no es propio;
el pensamiento bien dirigido hace que se debiliten y apaguen tendencias no convenientes. Cuando así vive el tiempo necesario, se iluminan sus vehículos invisibles, lo que llama la
atención del Maestro, que aparece y lo instruye, para salir de su cuerpo a voluntad. La
Iniciación nunca es en el cuerpo físico, sino en cuerpos espirituales. Cuando el momento
llega, los éteres del cuerpo vital se separan, quedando los dos inferiores al cuidado
del cuerpo denso y el Espíritu, con los éteres superiores, cuerpo de Deseos y Mente,
se encuentra con plena conciencia en los Mundos Invisibles. Desde ese entonces su
cuerpo físico es una confortable vivienda, de la que puede entrar y salir cuando quiere.
La misión del Cristo Cósmico.
El Señor Cristo “rasgó los velos del templo”, haciendo posible la Iniciación para todos los
que se preparasen, lo que era privativo hasta entonces de ciertas clases, que se mantenían
en las condiciones requeridas. En su servicio de salvación a la humanidad, que comenzó
justamente de la crucificación en adelante, penetra anualmente en nuestra Tierra,
trayendo la vibración Solar, para depurarla. Lo que se conoce de su venida es apenas para servir de base al Cristianismo popular y su
sacrificio en la cruz, un tristísimo recuero o más aún: un estigma en los valores del género
humano, que muestra, de forma irrefutable, la barbarie y los bajos instintos
desenvueltos en el pecado y en el error. El Espíritu Santo nos guía sabiamente por la ley de Consecuencia, otorgando a cada uno
de acuerdo a sus méritos; pero en realidad fuimos acumulando faltas tan graves, atrasando
tanto nuestro progreso, que entorpecimos hasta las propias condiciones espirituales de
nuestra Tierra, que se tornó inadecuada para nuestro adelanto. El amor del Señor Cristo,
que es alta expresión unificadora del Mundo de Espíritu de Vida, le hizo presentarse a
venir año a año a vivir en nuestra Tierra, para, desde su interior, con su poderosísimo
esplendor espiritual, mejorar las ya oscuras vibraciones del planeta; proporcionándonos,
así, un medio ambiente mejor y facilitando nuestro desenvolvimiento. En un ambiente espiritual mejorado, sentimos más profundamente nuestros errores,
nuestra conciencia es más aguda y nos acusa más fuertemente, sintiendo la necesidad
de corregirnos y de imitarle. Lava así, el Señor Cristo, los pecados del mundo, no del
individuo. Cada uno tiene que ser su propio artífice, que es la base del progreso, para
no hacernos incapaces. Si hubiera lavado los pecados del individuo, quedaríamos
inaptos para algún día llegar a ser super-hombres y más aún. Además incurrimos en la
gran responsabilidad de obligar al Señor Cristo a envolverse año a año en las
coercitivas condiciones en que pusimos nuestra Tierra. Sirva, pues, la explicación de los movimientos sísmicos, para sentir la verdadera
condición a que hemos llevado nuestra Tierra y el padecimiento que representará al
excelso Espíritu Solar de Cristo convivir anualmente en estas condiciones. Las
Enseñanzas Rosacruces hacen un llamado, para que virilmente hagamos un esfuerzo,
separando las ataduras que nos sujetan a viejos hábitos y zurquemos decididamente
nuestro sendero como Espíritus inmortales y no como polvo de la tierra. Mientras
no sea así, el Cristo Cósmico continuará en la Cruz del Gólgota,
para nuestra vergüenza, para nuestro dolor.
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