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E
n 1998, la Fundación Urantia atendió mi petición de ayudar a presentar la traducción española, El libro de Urantia, en la feria de libros de Santiago de Chile. La feria se celebró en la vieja, majestuosa y restaurada estación de tren, la Estación Mapocho, que se había convertido en un recinto de exposiciones.La feria del libro es un evento anual que atrae a grandes multitudes y vendedores de libros de todo el mundo. En aquellos momentos no había grupo de estudio enChile, pero diferentes lectores cedieron generosamente su tiempo para atender el stand de la feria. Bob Solone, de la FU y Francisco, un lector brasileño de NuevaYork, se turnaron para atender el stand durante varias semanas.
Hubo muchas oportunidades de contemplar las numerosas mesas llenas de fotos maravillosas de Chile y la Patagonia. Me sorprendió la belleza de Chile. Este país es una franja estrecha tan larga como la distancia desde el extremo norte de Alaska hasta la punta más al sur de Baja California, y su parte más ancha no sobrepasa los 240 Km. Esto implica muchos climas diferentes dentro del país. Podrían decir que esta visita comenzó con mi historia de amor con Chile y sus simpáticos habitantes. Me atrajo el paisaje del distrito del Lago Sur. Así que, con unos pocos días para viajar, me confié en un agente que me dirigió a la ciudad de Puerto Varas, junto al lago, conocida también como Ciudad de las Rosas, debido a sus rosales en calles y parques. Empaqueté algunos Libro de Urantia, me subí al avión y me dirigí hacia el sur de Chile.
Los libros del autor español J.J. Benítez comenzaron a leerse en todo Chile (Benítez admitió finalmente que El libro de Urantia fue la fuente de inspiración de muchos de los temas de sus novelas) Decidí que el tiempo era propicio para introducir “lo auténtico” y eso es exactamente lo que hice en esta encantadora ciudad colonizada por alemanes. Tenía una gran convicciónsobre dónde encontrar gente que pudiera estar interesada en el libro. Uno de ellos era un guía de pesca local y el otro dirigía una tienda de artesanía al otro lado de mi hotel. Los dos estaban en la tienda y preguntaron de dónde venía. Encontraron difícil de creer que alguien del soleado y cálido Hawaii visitara el frío y lluvioso Chile en noviembre. Les dije que estaba asistiendo a la feria del libro en Santiago para presentar la traducción española de El libro de Urantia. Mientras describía el libro, ellos dijeron que se parecía mucho al libro de Benítez Caballo de Troya. Saqué el libro del bolso y dije: “Exactamente, pero ahora pueden leer lo que Benítez ha escrito como ficción”. “Aquí”, dije, entregándoles el libro, “pueden leer la revelación sin adulterar”. Se quedaron enganchados y lo de “sed pescadores de hombres” nunca me pareció tan real. Acordaron en organizar una reunión la noche del día siguiente. Cerca de quince personas aparecieron en la reunión para escuchar la Buena Nueva. No todos estaban preparados para leer un libro de 2097 páginas, pero había un interés bastante fuerte en el libro para regresar al año siguiente, dirigireste grupo de lectores y experimentar más del bello Chile. A través de una serie de eventos coincidentes se me mostraron varios acres de tierras boscosas espectaculares con vistas magníficas. Esta finca está situada directamente entre dos volcanes cubiertos de nieve – Osorno y Calbuco. En un minuto decidí comprar la tierra y construirun lugar donde celebrar reuniones de grupos de estudio y retiros. Sentí que necesitaba una presencia física si iba a llevar a cabo la siembra en esa zona.
La casa se llama oportunamente Casa de Vistas Divinas. Los lectores locales esperan con ansia sentarse alrededor del fuego y estudiar la revelación cuando estoy en la residencia. Mientras el arquitecto diseñaba los planos, tres mujeres y yo misma condujimos muchos kilómetros a lo largo de Chile y Argentina para colocar el libro en bibliotecas y otros lugares donde alguien podría encontrarlo. Carlos Rubinsky vino varias veces para ayudar a introducir El libro de Urantia en Puerto Varas. Tengo muy buenos recuerdos de los momentos en que él me ayudó a colgar sus pinturas para decorar mis paredes, mientras desarrollábamos un plan de cinco años para diseminar El libro de Urantia en el Cono Sur. Él y yo nos hemos reunido en varias conferencias en Santiago donde, con Gaétan, fuimos decisivos en animar a algunos de los lectores chilenosa que se unieran a la AUI.
A lo largo de los años, otros lectores me han encontrado y han venido a visitar la especial atmósfera espiritual de paz creada por los bosques antiguos, los lagos prístinos, los ríos llenos de truchas, los cielos nocturnos claros con la Cruz del Sur, las Nubes de Magallanes y la Vía Láctea en todo su esplendor. Las puertas de la Casa de Vistas Divinas están preparadas para dar la bienvenida a los pescadores o pescadores de hombres que se encuentren en la décima región de Chile.
Llamen y la puerta se abrirá