CON MANOS VACIAS
La energía positiva o la parte divina.
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.
Querido amigos, todos: Para entrar en tema, vamos a recordar uno de los muchos pensamientos que dejó
la gran educadora que fue Enriqueta Compte y Riquet. No se extrañen de que hagamos referencia a
uno de los pensamientos de una educadora que se dedicó exclusivamente para los niños, pero la
humanidad, en el sentido espiritual, todavía está como los niños. Y aún más: el Maestro de Maestros,
entre todo lo mucho que nos dejó de enseñanza, afirmó que “solamente como niños
entraremos en el Reino de Dios”. Veamos si comprendemos todo lo quiere decir esta enseñanza. Volviendo al pensamiento
citado, decía más o menos así: “La Educación dice al niño: “sigue por el camino que te indico y llegarás a las mayores riquezas. Más
aún, ya naciste rico; porque no hay tesoro que se iguale a los sentidos humanos, al corazón humano,
a la inteligencia humana”. Y eso nos viene de Dios. Lo que tenemos que hacer es saber aprovechar mejor nuestros sentidos;
porque nuestro mirar - pena nos da afirmarlo - todavía no es perfecto. Nuestro corazón funciona
fisiológicamente de forma extraordinaria, pero en el sentido espiritual, del sentimiento superior,
todavía está dando los primeros pasos. Con respecto a nuestra inteligencia, hemos desenvuelto
la razón; pero la razón no es inteligencia. La inteligencia es el conjunto del sentimiento superior
con el pensamiento superior, que da como resultado una sabiduría, que es lo que estamos procurando
alcanzar por medio de la evolución. Al contrario de lo que se cree, la humanidad fue dirigida cuidadosamente en todas las épocas. Si
concretamos los medios, hay tres específicos, usados para guiar a la humanidad en el crecimiento de
los valores que tiene latentes dentro de sí, como un patrimonio uniformemente igual para todos.
Porque en Dios no hay injusticias ni privilegios para unos en desmedro de otros. Las enormes
diferencias que existen, son apenas circunstancias, en que el feliz desenvolvimiento y adelanto de
unos, fue menos aprovechado para otros, pero no es por diferencias en Dios; en Dios estamos
esencialmente y exactamente formados todos con un patrimonio igual y con una meta exactamente
igual. Cuando, aprovechando de los medios que nos brindan Dios y los mundos celestes, alcancemos
todos la verdadera finalidad de la existencia, llegaremos a una meta común para todos, de
perfección, y de sabiduría. Y eso se está consiguiendo por tres divinas medidas tomadas para
impulsar al género humano hacia el progreso. La Religión se levanta como el primer medio; el medio en que, por devoción, el ser va mejorando de
actitud. La religión guió, guía y guiará siempre hacia el Bien, ha lo superior. Acompañando la Religión se dio, como segundo medio, el desenvolvimiento de la Ciencia, para que la
humanidad desenvolviera otro aspecto de su naturaleza. La Ciencia ejercita la capacidad mental:
investiga, experimenta y procura - por la experimentación – conocer. Y vemos los pasos grandiosos
que está realizando últimamente. Todavía, y para acompañar a estos dos medios, el Arte tiene la función primordial de enseñar la estética
y la armonía. El Arte es una expresión de lo bello, de lo hermoso que impacta al espíritu y lo cultiva;
también con finalidad educativa. Estos tres medios estuvieron ya en un tiempo juntos. Los griegos antiguos, en sus escuelas, no hacían
separación. Estudiaban básicamente, en conjunto, Religión, Arte y Ciencia. Pero en los tiempos modernos,
se dividieron las tres disciplinas de propósito, para que, separadamente, cada uno de estos medios
tuviera un desenvolvimiento mayor. Cuando la humanidad comprenda los verdaderos valores o métodos que se están usando para impulsarla,
los aprovechará mejor. Para que esto sea posible se tomaron medidas. El Cristo no es una figura que la
Iglesia ha creado; el Cristo es un salvador que se hizo necesario en el plan evolutivo, porque la humanidad
no acertó su desenvolvimiento y se atrasó. Creó condiciones que fueron trabando su progreso. Cada uno,
como algo divino en principio – aunque una pequeña chispa, pero chispa divina – tiene como condición
desenvolverse individualmente por medio de un libre albedrío, por medio de una libertad, de un libre
desenvolvimiento, que es el único medio que puede desenvolver su verdadera condición. Ese libre
albedrío fue como condición del método evolutivo; fue el que se usó a través de todos los tiempos.
Aunque grandes seres – de evoluciones más adelantadas – siempre procuraron educar y guiar, advirtiendo
para evitar el mal, la humanidad siguió un desenvolvimiento y alcanzó un conocimiento, el fruto del
árbol prohibido, cuando aún no estaba en condiciones de usarlo. Ese el problema que plantea la Biblia,
ya en el Génesis, cuando se dice que una pareja pecó. Es un hermosísimo simbolismo que debemos
comprender: nunca existió en la Tierra una pareja apenas. Porque si analizan bien, si ese hubiera sido
el principio, no se explicaría lo demás. Se habla de dos seres, simbólicamente los dos sexos, que
habitaron el mundo, y que tomaron decisiones contrarias a las que correspondía, abusando y
derrochando el poder sexual, creador. Amigos: planteamos nuevamente este hecho para recordar la realidad, y sobre todo para que los amigos
que vienen por primera vez, sepan el por qué de nuestro punto de partida. Punto de partida de una
humanidad que hoy no se comprende, de antagonismos y de pasiones en exceso, que no se controlaron,
en un principio y que dieron como resultado las condiciones presentes. Los Cielos son todo Amor, son toda benevolencia y toda tolerancia. Acompañan a la humanidad y sufren
con sus errores, porque el ser superior no es un ser apático y frío; es un ser que siente en una medida
mayor. Como siente por Amor, perdona siempre, ayuda y acompaña, hasta que la humanidad deje de
ser tan joven y adquiriendo experiencia se decida por un desenvolvimiento más adecuado y más cierto,
como corresponde a la gran finalidad que es perseguida. Es evidente que existió la venida de un Salvador, pero respetando el libre albedrío de la humanidad,
para que continuara cumpliéndose la ley y no fuera transgredida. Vino a dar una ayuda, con su propio
sacrificio; para beneficiar condiciones espirituales de la Tierra, que ya estaban deformadas por todos
los hechos que se venían repitiendo, con pasiones, guerras y odios interminables. Esa es la razón de un
Cristo en la Tierra. Se hizo presente, además, para poder dar principios nuevos y más completos.
Porque educó a los Apóstoles con esta finalidad. Los Apóstoles iniciaron una nueva Iglesia; una
Iglesia que tiene propósitos más amplios. Las religiones anteriores, las atlantes, de las que aún hay remanentes en la Tierra, cumplieron y
cumplen aún una misión relativa a la necesidad de los grupos para los cuales fueron creadas. Pero
para aquellos seres que ya están sintiendo dentro de sí un cierto cultivo, realizado por los impactos
del tiempo, para esos el Cristo presentó principios más completos y más profundos: “el Amor a Dios
por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”. Tan simple, pero tan difícil de
realizar. Las condiciones materiales, el afán de la posesión, de lo terreno, de lo físico, tornó al ser egoísta.
La religión viene a enseñarle que la finalidad es otra: es el Amor universal, el único que puede construir.
Dejó el Cristo implantados los principios de la nueva Iglesia imperante, la Iglesia occidental, que está
cumpliendo un propósito nuevo, como estamos procurando explicar. Pero Cristo no se limitó a esa labor. Antes de tener que partir de la manera despiadada con que el
mundo lo crucificó, preparó un gran Iniciado, que ya en condiciones de ser instruído, lo entrenó para ser
un educador del futuro. Lo puso en condiciones de poder trasmitir a la humanidad los propósitos
más adelantados de la evolución. Lo instruyó personalmente, de ser a ser. Buscaron el método más
apropiado: la instrucción que fuera a la mente moderna. Para las mentes que quieren saber, le dio
el método que debe seguir la evolución, para llevar al conjunto humano al destino que
se le tiene reservado. Entonces el nuevo instructor renació en el momento que convenía a las circunstancias del mundo en
Europa, en el siglo XIII, y comenzó a hacer sus núcleos de estudios espirituales superiores, todavía
muy reservados, porque le mundo, en su atraso, persigue a aquel que sea un poco diferente, o que
venga con una escuela un poco adelantada. Así la historia humana está salpicada de enormes crímenes
contra el adelanto, con la inteligencia, contra la bondad. El caso crítico del Cristo, es el caso cumbre que
se repitió con otros seres a través de los tiempos. Los siglos van pasando. La mente humana está muy lejos todavía de la plenitud, porque la etapa
que vivimos, tan extraordinaria aparentemente, no es nada más que la base de lo que tendrá que alcanzarse
algún día. Pero suficiente como para analizar, discernir y comprender por medio del razonamiento.
Entonces por primera vez se da al mundo, en este siglo, en forma pública, un conocimiento completo y
absolutamente total sobre quien es el ser humano y sobre los medios de que dispone actualmente para
su desenvolvimiento. Y para que se pueda alcanzar un futuro, se lo instruye cuidadosamente con el
método empleado hasta ahora para llevarlo a las presentes condiciones; método que no ha fallado:
apenas nos falta la decisión final de emprender definitivamente el sendero que nos corresponde. Por
eso para iniciar las palabras que teníamos destinadas para hoy, recordamos el pensamiento
de la educadora: “El mayor tesoro que tiene la humanidad al nacer son sus sentidos (para usarlos bien), su corazón
(para desenvolver sentimientos), y su inteligencia (para aplicarla bien)”. Se presenta entonces la Filosofía Rosacruz para todo el que quiera, como método nuevo educativo. El
ser, comprendiendo, sabiendo lo que es definitivo, y separándolo de lo que es transitorio, comenzará un
desenvolvimiento religioso en el mundo, más completo, que lo pondrá por encima del error. Nuestra
enseñanza quiere operar con esta finalidad. Y su principio básico es la fraternidad universal, es decir,
todos hijos de Dios, procurando alcanzar la misma finalidad, en conjunto, en colaboración de unos con
otros, acabando definitivamente con la separatividad que hoy existe como barrera que inhibe y limita. El ser humano tiene todos los medios; apenas depende la decisión personal: decidirse realmente por
el nuevo sendero, que se le indica. Se plantea una cuestión que es evidentemente clara: cuando a la
humanidad se le presentan los deberes que tiene por delante, implícitamente se le dice
que es la única solución. Lo que se plantea es claro para el que analiza, para el que quiere pensar, para el que quiere saber
la realidad. Después de los tiempos transcurridos, la misma cuestión se plantea hoy: es ineludible
obedecer el plan divino. No es coacción; es la enseñanza más hermosa que puede darse a la
humanidad, mostrando que cuando se establece un Plan Divino se establecen principios
concretos solamente para el Bien y no pueden ser agredidos. El secreto de toda la existencia
cósmica universal, es el cumplimiento de leyes inmutables que tienen una finalidad concreta
y terminante: la perfección más absoluta. Mientras se sigan caminos diferentes, serán caminos de frustración y de dolor. Conocemos
el misterio que encierra el dolor. Cuando un acontecimiento cualquiera produce una infección
en nuestro organismo, exige una cura a fondo y terminante. El dolor que pueda producirnos es
un bien en formación; porque si no se corrige termina con nuestra salud, con nuestro organismo.
El dolor que el mundo ha elegido cumple esta función terapéutica: corregir. Cuando el dolor
nos llega, cuando tenemos que enfrentar un obstáculo o una dificultad, usemos ahora una
capacidad de entendimiento diferente: hagamos pensar a nuestro corazón. No estamos diciendo
nada absurdo; todo el mal existente es por usar nuestro pensamiento como función principal.
Estamos dando una solución diferente; estamos intentando despertar el interés hacia el sentimiento
superior. Que la humanidad comience a pensar en su corazón no es un absurdo. Cuando así lo
consiga, va a imprimir a su pensamiento un sentimiento que lo transformará en sabiduría, que es
lo que falta. Toda la tragedia humana es que nos falta la verdadera sabiduría. Integrados en algo
divino y superior, no sabemos ubicarnos, no sabemos acompañar sus grandes finalidades. Amigos: No es nuestra costumbre exagerar. Queremos imprimir ideas nuevas, no como imposición,
sino como temas de meditación que cada uno (he ahí nuestro respeto personal para todos)
desenvolverá por sí mismo. Nos sentimos amigos, hermanos unos de otros, y queremos que
continúen usando el libre albedrío, que jamás deben perder. Aquí se trata con mucho cuidado
los males que pueden haber cuando nos dejamos apasionar; ciertas prácticas negativas son nocivas
y hacen enorme mal al mundo y a la humanidad. Pugnamos por la libertad; la libertad en el sentido
sano y verdadero y para todos por igual. Trasmitimos ideas, para que esa libertad pueda ser empleada
con resultados más felices para cada uno. El dolor del que hablamos dejará de existir en el mundo
cuando no tenga más objeto, cuando no tenga más su finalidad de auxiliar. No existe el dolor como
propósito sino como medio educativo. Entendamos y acompañemos la realidad de un plan que un
Creador inicia y que se supedita a él por los tiempos, se encadena a él. Porque Dios jamás
abandonará a la humanidad hasta que ella no complete la finalidad perseguida. Un Creador
comienza por ser la más elevada expresión de Amor y de sacrificio. Tenemos tiempo delante; pero
según como empleemos ese tiempo, serán los resultados: la siembra buena es la función ineludible
para tener algún día una cosecha como aspiramos. El plan que seguimos es tan completo que tiene sus reglas, sus leyes; nada es arbitrario. Una gran
ley guía la conducta humana: es la ley de Consecuencia, que está dando a cada uno de acuerdo a
los esfuerzos que realiza. No es una ley punitiva; no castiga jamás a nadie; sólo va dando – de forma
equitativa – oportunidades a cada uno, de acuerdo al esfuerzo personal. La ley de Consecuencia es
un medio que se brinda al ser para recibir su cosecha de acuerdo a la siembra que realiza. Sería incompleta si no estuviera acompañada de una ley paralela que se da por primera vez a
Occidente para todos: la ley de Renacimiento. Los años de una existencia, por más útiles que sean,
jamás son suficientes para adquirir toda la sabiduría que la Tierra puede dar. Entonces el Plan de Dios
prevé terminar una existencia y volver a los mundos invisibles para recuperarse y prepararse
mejor para una nueva existencia. La ley de Renacimiento nos hace volver con los valores adquiridos
para aumentarlos. Por eso cada ser tiene cualidades propias que demuestran que en algún
momento o en algún lugar las adquirió. Es el renacimiento que permite volver tantas
veces como sea necesario. Y la bondad infinita de Dios sigue ayudándonos; porque cada existencia es una nueva posibilidad
de progreso. Hay un olvido sobre desenvolvimientos anteriores; la historia está salpicada por
constantes conflictos, y el plan de Dios hace que aún en la etapa actual, se vuelva sin recordar
esos conflictos para no renovarlos. Llegará algún día en que una humanidad más fuerte, más
vigorosa, más decidida, conozca su pasado; pero será tan fuerte que sabrá que el pasado sirvió
como enseñanza, cumplió su propósito, no nos limitará saber; sabremos seguir adelante. Esa
etapa aún no llegó. Por eso, en la actualidad, se renace sin recordar, en la generalidad. Pero
como se ayuda a la humanidad de todas maneras, ciertos seres a veces nacen con una misión:
ayudar. Entonces, traen ciertos recuerdos; y es cuando leemos en la prensa que tal o cual niño
recuerda vidas pasadas. Es como una ayuda más en el entendimiento de la humanidad. Pero lo que tenemos que tratar de conseguir es extraer de nosotros mismos, de lo
más profundo de nuestro ser, la parte divina de lo que verdaderamente somos, y
darle manifestación. Ahí radican los propósitos de la evolución.
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