Vanidad de Vanidades
Yolanda Silva Solano.
Antes se decía que la vanidad era el peor de los siete pecados capitales, porque ella contiene la semilla de todo mal. Con el tiempo poco o nada se habla del pecado y la vanidad aparentemente ha pasado a ser parte de la coquetería especialmente femenina, Actualmente la vanidad es entendida como el cuidado al aspecto físico, pues la opinión de los demás cuenta y aunque parezca exagerado, mantener esa buena imagen a lo largo del día es importante porque mantiene en alto nuestra autoestima, la cual es indispensable si queremos triunfar en la vida por tanto el desear mejorar la imagen con un poco de arreglo de cósmeticos o de cirujía estética, no la podemos incluir en la lista de pecados, porque sería un absurdo.
De la vanidad de la cual ahora hablaremos, es otra que trasciende lo estético y que involucra el interior del alma, porque desgraciadamente en nombre de ella se cometen grandes aberraciones, pues ella va siempre acompañada del orgullo, del auto engaño de creerse mejor de lo que moral y espiritualmente uno es. La vanidad es sinónimo de arrogancia y de soberbia que hace que el hombre prescinda de Dios, como le ocurrió a Lucifer.
"El orgullo es engañoso, intoxicante y origina el pecado, tanto en el individuo como en el grupo, en la raza o en la nación, porque crea la soberbia de creerse superior"1223
Mucho se está hablando de la crisis de la Iglesia católica a raiz de los escándalos sexuales de sus sacerdotes, pero más que de el hecho, que en sí es abominable y tiene que ser cometido por seres enfermos, lo que resulta realmente muy difícil de tratar de justificar, es el silencio culpable de autoridades eclesiastícas que por la vanidad pretender hacer creer que la Iglesia está creciendo en amor y en vocaciones sacerdotales, prefirieron callar y ocultar las faltas sin la más mínima reprobación, ignorando completamente la sentencia de Jesús cuando dijo que "el que escandaliza a un niño, más le valdría que se atase una piedra de molino y se arrojara al mar"1761 El Maestro que pidió a su Padre que perdonara a los que lo crucficaban, sin embargo ante la presencia del daño a la inocencia de un niño o de un adolescente no titubea en dar la más fuerte de sus setencias, lo hace porque sabe que "los individuos identificados con el pecado se destruyen a sí mismos al tornarse completamente irreales por su identificación con la iniquidad . el ser identificado con el pecado a sabiendas se vuelve como si nunca hubiese existido, no hay ninguna resurrección, este destino es perdurable y sempiterno"37
Si en su momento la jerarquía hubiese reprobado publicamente estos crímenes a la dignidad de esos jóvenes, se hubiesen podido evitar muchos sufriemientos, pero hasta hoy en día hay quienes se atreven a decir que sólo son chismes para desacreditar el pontificado, pero las grandes y costosas indemnizaciones que la iglesia ha tenido que pagar a las víctimas, no se pagan por un chisme.
Quien reconoce la falta y pide perdón no recibe castigo por el contrario, recibe comprensión basta recordar la promesa que Jesús hizo al ladrón que reconocía sus faltas y le dijo: no temas, hoy estarás conmigo en el Paraíso. Si en vez de tener un silencio cómplice, la iglesia se hubiese pronunciado en su momento, hoy después de largos años de ocultamiento y encubrimiento no estarían en la palestra dos de sus pontífices, quienes hubiesen podido aminorar el escándalo y detenido el mal ocasionado a tantos seres inocentes e indefensos a través del mundo.
Este silencio inaudito fue provocado por la vanidad, pues la defensa del poder y el orgullo son los culpables de esta actitud vergonzosa de la Iglesia que ha remecido al mundo entero por lo que está saliendo a la luz, porque el que calla un daño hecho a un niño es tan culpable como el que lo ejecuta, pues con su silencio e indiferencia, está exponiendo a que otro pequeño sufra lo mismo y todo para guardar las apariencias de una iglesia que crecía en vocaciones sacerdotales y en éxito monetario y social.
No se trata de estar o no en contra de la iglesia, sino de evaluar sus actuaciones para aprender de ellas y evitar que situaciones similares se vuelvan a repetir, no sólo dentro de las iglesias, sino para llamar la atención para que toda la sociedad tenga en cuenta "que quien escandaliza a un niño, más le valiera no haber nacido"y de esta forma no sólo veamos la paja en ojo ajeno, sino también la viga en el nuestro.
Estos acontecimientos nos deben hacer pensar hasta que grado somos vanidosos nosotros, porque en el camino espiritual es muy fácil el caer en la peor de las vanidades que es el creer que porque tenemos algunos conocimientos somos más "buenos" que los demás. Debemos estar alertas porque "el yo es el adversario del hombre y se manifiesta en las cuatro pasiones más grande que son: la ira, el orgullo, el engaño y la codicia, por tanto la mayor victoria del hombre, es la conquista de sí mismo. 1451"
A nivel personal, la vanidad espiritual es la peor de todas las vanidades, porque se funda en el autoengaño de creer que se está entrando en estados superiores de conciencia porque hay un progreso en el camino espiritual y que se están recibiendo mensajes divinos en medio de un misticismo exsaltado, olvidado que "la excitación emocional no es el es el estímulo espiritual ideal, porque la excitación no aumenta la energía, más bien agota los poderes tanto del cuerpo como de la mente"1777
Es tentador el creerse iluminado por ciertos estados de conciencia, pero puede ser muy peligroso para la verdadera evolución, porque nos hacen perder el norte de ella pues "el esfuerzo hacia la madurez necesita de trabajo y requiere energía.1777" todo lo demás es autoengaño porque "el desarrollo espiritual depende, en primer lugar, del mantenimiento de una conexión viva espiritual con las verdaderas fuerzas espirituales, y en segundo término, de la producción continua del fruto espiritual: el prodigar a los semejantes lo que se ha recibido. El progreso espiritual está predicado en el reconocimiento intelectual de la pobreza espiritual combinado con la autoconciencia del hambre de perfección, el deseo de conocer a Dios y de ser como él, el propósito sincero de hacer la voluntad del Padre en los cielos. La prueba de verdadero desarrollo espiritual consiste en la exhibición de una personalidad humana motivada por el amor, activada por el ministerio altruista y dominada por la adoración sincera de los ideales de perfección de la divinidad. Y toda esta experiencia constituye la realidad de la religión, en contraste con las solas creencias teológicas.1096" o de esos momentos en que nos podemos creer "iluminados o contactados"
"Alguna vez comprenderán los hijos del reino que las sensaciones fuertes de emoción no equivalen a la guía del espíritu divino. Si se siente una fuerte y extraña emoción en pos de hacer algo o de ir a cierto lugar, no significa esto necesariamente que tales impulsos se originen en el espíritu residente.1766"
La vanidad espiritual es una trampa que nos hace perder tiempo, porque como el ego nos hace creer que somos superiores, sentimos que eso se lo debemos hacer saber a los demás para que sigan nuestro camino, ignorando que "un ciego no puede guiar a otro ciego" y nosotros carecemos de visión, mientras no nos demos cuenta que "si no cambiáis y os volvéis más como un niño, poco progreso haréis en el reino del cielo. El que se humille a sí mismo y sea como este pequeño, ése será el más grande en el reino del cielo. El que reciba a este pequeño, me recibirá a mí. Y los que me reciban, también reciben a Aquél que me envió. Si queréis ser primeros en el reino, buscad el ministrar estas buenas verdades a vuestros hermanos en la carne. 1776"
Jesús no le deja escapatoria a nuestro ego, nos nuestra que el verdadero Camino no es el de las cosas extraordinarias, ni el de los mensajes dictados por seres superiores, sino que es un trabajo fundado en las realidades de la vida cotidiana, porque el reino que El nos trajo, no está afuera sino en el interior de cada uno de nosotros y se hace visible en la medida que "nace la sed de rectitud la cual se manfiesta en un cambio de actitud mental que nos permite buscar a Dios por nosotros mismos."1861entonces "la espiritualidad se vuelve de inmediato el indicador de la propia cercanía a Dios y la medida de nuestra propia utilidad para con los semejantes. La espiritualidad eleva la habilidad de descubrir la belleza en las cosas, de reconocer la verdad en los significados y la bondad en los valores." Entonces no necesitamos abrir ña puerta a nuestra vanidad, porque dejamos de pensar en lo que los otros piensan y al hacerlo nos sentimos libres para buscar la Verdad donde quiera que ella se encuentre y para tomar nuestras propias decisiones guiadas por la sabiduría de nuestro Espíritu residente.
La conciencia espiritual no tiene nada que ver con la vanidad, porque ella reconoce que "el hombre no podría amar en forma altruista y espiritualmente si no viviera en su interior el espíritu divino. No podría comprender verdaderamente la unidad del universo si en él no viviera un interpréte y no podría estimar los valores y reocnocer los significados espirituales si no viviera en su mente un evaluador"2094 Cuando estas realidades se vislumbran, no se lucha por tratar de ser mejor que los demás ni más evolucionado, en lugar de ello nos coloca en igualdad de condiciones con todos los seres humanos y nos esforzamos en enseñar a través del ejemplo sin ostentación ni exhibicionismo, demostrando que el camino es para todos, porque "la religión es válida, sólo cuando revela la paternidad de Dios e intensifica la hermandad entre los hombres"1572
Estemos atentos, para no ser presas fáciles para la vanidad espiritual y tengamos el valor para denunciar a tiempo lo que sea preciso, porque el mal crece en la misma medida que los buenos callan o lo ocultan.