MEMORIAS DE MAX HEINDEL SEGÚN SU ESPOSA
Fue al comienzo del año 1901 cuando Max Heindel se inscribió como miembro de la Sociedad
Teosófica de Los Ángeles y resultó uno de los más entusiastas admiradores de Madame
Blavatsky y su Doctrina Secreta. Aunque no estaba enteramente satisfecho con las Enseñanzas
del Este y buscaba una doctrina filosófica Cristiana, en un corto tiempo fue elegido vice-presidente
de la sociedad. Durante los tres años que duró su cargo como vice-presidente de la sociedad,
un grupo de miembros se interesó por el estudio de la Astrología y Max Heindel fue uno de
ellos; en un corto tiempo Max Heindel se volvió muy adelantado, su mente aguda busco el
lado matemático de esta ciencia muy rápido.
En el verano de 1.905 se enfermó gravemente y por varios meses estuvo al borde de la muerte,
con problemas cardíacos. Luego de esta enfermedad se retiró de la Sociedad Teosófica y en
Abril de 1.906, partió hacia el norte del Estado. Llegó a San Francisco en la mañana del 17 de
Abril, pero no contento consigo mismo, algo lo empujaba a partir inmediatamente hacia Seattle,
lo cual hizo el 18 de Abril de 1.906. San Francisco fue escenario de un terremoto y fuegos
desbastadores. Al llegar a Seattle, comenzó a enseñar Astrología, reencarnación, etc., pero
su salud nuevamente se deterioró. Su pobre corazón continuaba con problemas; otra vez,
pasó algún tiempo en el hospital, pero su voluntad inquebrantable le salvaba continuamente
de tornarse un inválido crónico. Contra los consejos médicos, nuevamente comenzó sus
conferencias y enseñanzas. Enseñó en Portland, Oregón, Seattle y Yakima, Washington
y Duluth, Minesota; ciudades en las que tuvo gran aceptación.
Hacia esta época, una amiga, que estaba viajando por Alemania, se había contactado
con el Dr. Rudolph Steiner y se volvió una gran entusiasta en las enseñanzas de este
Doctor. En sus cartas sugería a Max Heindel que fuera a Alemania a ver a este hombre,
pero Heindel estaba muy contento con su trabajo en el norte,
además no tenía medios económicos para
emprender tal viaje. Pero esta amiga era tan persistente que volvió a América para persuadirlo
en persona a que la acompañara de vuelta en Alemania, a ver a su Maestro. Su oferta de
pagar al Sr.Heindel el viaje de ida y vuelta lo convenció al fin de dejar sus clases e ir a Alemania.
Este viaje lo realizó en el otoño de 1.907. Luego de asistir algunas de las clases del Dr. Steiner,
se descorazonó, quedando desilusionado, pues sus conocimientos eran similares a los que
ya poseía. Cuando le mencionó esto a su amiga, esta quedó muy resentida, lo que motivó la
ruptura de su amistad con Heindel. El retornó a su habitación abatido y desilusionado,
sintiendo que había abandonado un campo fértil de trabajo en América yendo a Europa,
sólo para saber que no había encontrado lo que esperaba. Así comenzó los
preparativos para retornar a América.
Fue entonces cuando un Maestro, un Hermano Mayor de la Orden Rosacruz, uno de los
Hierofantes de los Misterios, vino a él y le ofreció impartir las enseñanzas que tanto deseaba,
a condición que las mantuviera en secreto. Max Heindel había buscado por años y rezado con
fin de encontrar algo con que aplicar la sed del alma del mundo. Habiendo sufrido y vivido las
ansias de su corazón por estas verdades, no pudo prometer esto al Hermano Mayor y se rehusó
a aceptar nada que no pudiera ser transmitido a sus hermanos deseosos de conocimientos y
verdades. El Maestro entonces lo dejó. ¿Puede alguien imaginar el sentimiento que sobrevendría
a un hombre moribundo, privado de alimentos por algún tiempo y luego de ofrecerle un pedazo
de pan, antes de poder probarlo, se le quitara? Su última condición sin duda fue más desdichada
que la primera. Así ocurrió con Max Heindel, su desilusión, al recorrer una distancia tan grande
para reunirse con alguien que le había dado a entender que era un gran amigo, tenía una nueva
enseñanza oculta (mucho más profunda) que darle, más encontrando que estaba equivocada,
lo que hacía a sus sentimientos más intensos aún.
Se sentó durante horas quedando ciertamente aturdido luego de haber partido el Maestro. En
su desilusión, teniendo que volver a América y comenzar en donde había dejado, sintiendo
que había perdido tiempo y dinero yendo a Alemania, pasó varios días de infelicidad. Luego
el Maestro volvió a su habitación otra vez y le comunicó que había pasado la prueba. Le
dijo que si hubiera aceptado la propuesta o condición específicamente, la de mantener las
enseñanzas en secreto al mundo, él, el Hermano Mayor, no hubiera vuelto. Se le comunicó
también que el candidato en principio elegido, el que estuvo bajo instrucción durante algunos
años y quién de hecho había resultado ser el mismo que fue usado como atracción a propósito
que Max Heindel fuera a Berlín, utilizando a una amiga con fin de inducirlo a ir -había fracasado
en pasar la prueba en 1.905 y también, que él, Max Heindel, había estado bajo observación
de los Hermanos Mayores por un número de años como el mejor sustituto en caso de fallar
el primero. Por último le fue comunicado que sus enseñanzas debían ser difundidas al público
antes de concluir la primera década del siglo, lo que sería hacia el fin de Diciembre de 1.910.
En esta última entrevista con el Maestro, le fueron dadas instrucciones de cómo llegar al Templo
de la Rosa Cruz. En el Templo Max Heindel pasó algo más de un mes en directa comunicación
con y bajo instrucción personal de los Hermanos Mayores, quienes le impartieron gran parte
de las enseñanzas del Concepto Rosacruz del Cosmos. Fue su sueño el de afiliarse y trabajar
con una orden humanitaria, pero nunca aspiró al liderazgo. Pero si creemos en el lenguaje
de los planetas y observamos el horóscopo del Sr. Heindel notando que el sexto grado de
Leo en el Ascendente con el Sol, la Luna, Mercurio y la Parte de la Fortuna, todos posicionados
en la primera. casa, encontramos su condición de líder, uno que no puede ser seguidor, pues
su mentalidad y personalidad le traerían gran ilustración y elocuencia.
Por naturaleza, Max Heindel no era dominador, tampoco de los que buscan estar siempre
aventajando a los demás, era una persona a quién se consideraba ilustrada, alguien en quién
se podía confiar. Naturalmente tal persona sería impulsada a posiciones de responsabilidad
y autoridad. El Sol y la Luna unidos en el Ascendente impelen a este nativo al frente. También
Max Heindel tenía un muy bien aspectado Venus en la casa de los amigos. Esto siempre le
trajo amigos fieles y confiables que fueron responsables para cooperar en la obra. Venus
indica especialmente amigas mujeres y un ejemplo es esta señora por quien él viajó a Alemania,
allí, de la manera más inesperada, toma contacto con los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz.
La mayor desventaja de Max Heindel era su cuerpo enfermo, tan inestable y problemático. Así,
al llegar a edad madura, luego de vivir una vida de gran actividad y trabajo duro, su corazón no
soportó tanto esfuerzo y una pérdida en una válvula fue el resultado. Por supuesto que
sufrió intensamente y en unos pocos meses su cuerpo se rebeló, compeliéndole a estar en
la cama. Consecuentemente, mucho de ese tiempo, luego de repasar la gran cantidad de
trabajos para corregir de la Fraternidad, estando él en cama apoyado en almohadas, con
los papeles sobre una pieza de cartón, con su pluma continuaba afanosamente escribiendo
las cartas mensuales y las lecciones tan esperadas por tantos estudiantes y
probacionistas en el mundo entero.
Cuando llegó al Templo de la Hermandad Rosacruz, tal como le fue indicado, él estaba extrañamente
sorprendido pues previamente se había figurado este edificio como una hermosa y gran estructura,
resultando ser bastante diferente. El fue hospedado en lo que aparentemente era una modesta pero
espaciosa casa de un gentil hombre de campo, un edificio que nadie hubiera imaginado
que podía ser la sede de un tan antiguo y poderoso grupo de místicos. Cientos de curiosos,
hombres y mujeres, habían indagado en Alemania en sus ansias de encontrar este edificio,
pero ellos, como Max Heindel, se lo habían imaginado siempre como un noble y gran templo.
Y así lo encontró él, cuando sus ojos fueron abiertos para percibir el Templo espiritual
compenetrando y atravesando la estructura física.
Allí, como ya se dijo, los Hermanos Mayores le impartieron las enseñanzas de ese maravilloso libro,
el Concepto Rosacruz del Cosmos, que debía ser el principal texto de estudio de la Asociación
que Max Heindel quería formar -La Fraternidad Rosacruz-. Ellos también le habían dicho que las
350 o más páginas de sus manuscritos deberían ser ampliadas y reescritas cuando llegara a la
atmósfera tan eléctrica de América. Max Heindel dudaba de esto, pues estaba tan convencido
y exaltado por las enseñanzas que había recibido de los Hermanos Mayores que no se imaginaba
reescribiéndolas, pero este era el caso. El llegó a Nueva York con muy poco dinero pero con
el espíritu en alto y alquiló una pequeña habitación en el primer piso de una casa. Aquí trabajó
durante los calurosos días del verano, desde muy temprano en la mañana hasta muy tarde
en la noche, sin siquiera tomarse el tiempo necesario para una correcta alimentación y mantenerse
sano. Después de algunas semanas de intenso calor, él dejó Nueva York con rumbo a Búfalo,
donde intentó dar lecciones para solventar sus gastos, pues su dinero comenzaba a acabarse.
Pero no fue recibido con mucho interés aquí, por lo que continuó viaje a Columbus, Ohio, donde
encontró gran interés por sus enseñanzas y el apoyo necesario para continuar con su libro.
El dio su primera lección en esta ciudad en la tarde del 14 de noviembre de 1.908. Una artista,
la señora Mary Rath Merrill, y su hija, le ofrecieron amablemente dibujar los diagramas
necesarios para explicar ciertos temas que él había escrito.
Esto fue en Columbus, Ohio, donde Max Heindel compró una máquina mimeográfica
de segunda mano y comenzó la reproducir las veinte lecciones de Cristianismo Rosacruz.
Así pasó horas trabajando hasta muy tarde en la noche, para hacer copias mimeográficas
de cada lección, las que daba al concluir las clases a cada asistente. Formó aquí un
pequeño grupo que continuó difundiendo sus lecciones una vez que partió a Seattle.
Su único ruego era con objeto de lograr que el "Concepto Rosacruz del Cosmos" fuera
impreso, pero las pequeñas contribuciones que recibía por sus enseñanzas apenas le
alcanzaban para su simple comida y el alquiler de una pequeña habitación. Al fin, juntó
lo suficiente para pagarse el pasaje de tren, viajando el día entero en última
clase, pues no podía pagarse camarote.