Los efectos de un Servicio Devocional o un ritual cristiano afectan principalmente a los mundos donde
el ser humano está evolucionando y a los cuerpos mismos con los cuales se expresa y manifiesta, por
consiguiente, el oficiante debe poner todo lo mejor de sí mismo en cada palabra o acto que haga y
dirigir consciente y voluntariamente sus pensamientos hacia los presentes con la intención de
influenciar sus cuerpos invisibles. Esto lo hará de forma amorosa y fraternal, expresándolo como
donación pero, por otro lado, también intentará crear en sí mismo un canal para hacerse receptor
de las influencias procedentes de los mundos espirituales. También los asistentes deberían tener
una actitud interna fraternal y amorosa respecto a los demás presentes, emitiendo sentimientos y
pensamientos de verdaderos hermanos en Cristo; esta sería una gran obra y colaboración
para ayuda al Egregor del Templo Etérico a mantener las vibraciones espirituales.
Todas las lecturas, cánticos, himnos, etc. que se hagan son importantes si se hacen con verdadera
devoción, respeto y sentimiento amoroso, por eso y al igual que el Padre Nuestro, la Oración
Rosacruz es de gran ayuda para quien la practica en lo privado y para los asistentes a los Centros
de la Fraternidad Rosacruz. De igual manera se debe actuar frente al emblema rosacruz, éste,
como cualquier cruz o imagen venerada y magnetizada, cumple una misión cuya influencia es
benefactora para todo aquel que cree y que tiene fe en su ayuda.
En todas las ceremonias litúrgicas y rituales de fraternidades y logias, aunque algunas más ritualistas
y simbólicas que otras, (por ejemplo la masonería) hay un momento dentro de alguno de sus
rituales en que la invocación, plegaria o hecho simbólico puede hacer descender la energía divina
desde el propio mundo del Padre. Así es que, de forma similar al efecto de la comunión en la Misa,
también en el Servicio de Curación de la Fraternidad Rosacruz se hace descender dicha energía
la que, además de unirse a la atmósfera espiritual creada por el Servicio Devocional del Templo,
actúa en cada cuerpo de los asistentes y en el aspecto grupal de ese momento. Con esto quiero
decir que en todas las ceremonias donde se invoca, adora o se entregan los asistentes a Dios,
hay una respuesta que alcanza a todos y cuyas efectos serán más o menos duraderos según
el propio desarrollo de cada uno; sin embargo, cuando hay una práctica asidua, aun los
hombres de poca devoción y fe irán acumulando dicha influencia espiritual en sus vehículos superiores.
Si los asistentes a los servicios dominicales de la Fraternidad Rosacruz (cuando yo iba al centro
de Madrid se hacían: El servicio del Templo y el de Curación, se leía el Padre Nuestro y se hacía
la Meditación para la Paz Mundial) dedicaran un tiempo a diario en su propia casa a meditar
sobre las “Cartas” y “Epístolas” del Servicio del Templo y a hacer el servicio de Curación, no
solo engrandecerían e iluminarían sus auras sino que, además, llevarían un Ángel protector
o escudo contra el mal y las tentaciones. Creamos o no en estas enseñanzas, estos
servicios y rituales son un alimento para el Alma y, por consiguiente y efecto, nuestro
Yo superior intentará correspondernos y hacer cada vez más audible su voz.
La música y los himnos también tienen su importancia y se deberían interpretar en la
propia casa. Los Himnos se deben cantar con la intención de suma pureza de sentimiento, de
devoción y amor, manteniendo en la mente la idea de que centrando nuestra conciencia en Dios
es como se conserva la pureza en la intención de servir; por supuesto que la mente no se debe
distraer, al igual que durante los servicios, con las cosas materiales. La música atrae también a
toda una serie de entidades dirigidas por algún Ángel, beneficia a los asistentes y aumenta el
poder del lugar etérico. Evidentemente la letra de un himno de la Fraternidad Rosacruz, como
cualquier otro hecho similar en las iglesias, aumenta el beneficio de los efluvios espirituales.
Tanto las oraciones como las lecturas y los cánticos o himnos, cuando son hechos con devoción,
con un sentimiento de alegría interna y con adoración a Dios, producen una limpieza de la
atmósfera y un intercambio de vibraciones espirituales que originan sentimientos
de paz y júbilo en los asistentes.
Después de todo lo anteriormente desarrollado y centrándome más concretamente en los
Servicios de la Fraternidad Rosacruz Max Heindel, he de decir que es de suma importancia
que todos los miembros asistentes, y en mayor grado el oficiante, sean conscientes de todas
estas verdades para que de verdad se produzca ese acto mágico que se pretende. El oficiante
debe tener siempre presente (o más bien prepararse de antemano) que él es la causa del acto
mágico y espiritual que se va a hacer y, por tanto, debería manifestar con sus palabras lo mejor
de sí mismo para que pueda alcanzar a los participantes. Esto significa que, además de intentar
vivir y experimentar lo que está leyendo, debería esforzarse para que las vibraciones de dicho
acto sean causa de los mayores y más elevados sentimientos y pensamientos en los asistentes.
Pero, claro, esto de poco servirá si en su vida cotidiana se deja llevar por toda clase de negatividades,
en ese caso los efectos del servicio no serán los mismos, incluso es posible que los más sensitivos
se encuentren incómodos o que el resto no noten ningún beneficio.
Cuando en un centro falta la armonía porque se hablan o se hacen cosas que nada tienen que
ver con lo que estamos tratando, y sus miembros tampoco intentan llevar una vida como verdaderos
aspirantes espirituales, las vibraciones elevadas que mantienen el centro etérico y alimentan el egregor
del centro comienzan a hacerse más lentas y a desaparecer. Esto, además de ser un indicio de
cristalización, es una prueba para los probacionistas que son los responsables del centro. Por
este motivo, entre otros, el estudiante rosacruz debe intentar vivir las enseñanzas; debe sacrificar
la personalidad para que pueda manifestarse el Yo superior; y debe hacer los ejercicios, servicios
y oraciones centrándose en el amor y en el servicio desinteresado al prójimo. Esto hace que
cuando un miembro de un centro asista a los servicios se identifique y aumente la vibración que
hay en él y que se una a los demás miembros y al acto mismo para manifestar lo que ha creado
interiormente. El oficiante es receptor y transmisor de las palaras de poder y de las fuerzas que
en el servicio actúen, por tanto, debería llevar una vida pura y de servicio amoroso a los demás.
Estaría bien que el oficiante tuviera unos minutos de meditación y oración antes de comenzar a
oficiar para pedir iluminación y así ser un verdadero canal de las fuerzas que pueden desarrollarse
como también pedir por la iluminación de los demás. Después del Himno de Apertura y una vez
todos los asistentes sensibilizados con las vibraciones que les hará receptivos, el oficiante
descubrirá el emblema con todo respeto y reverencia él a modo de sintonización con la nota-clave
de la Orden Rosacruz. El Saludo Rosacruz debe salir de lo más profundo del corazón, debe
ser expresado con amor y con el más elevado sentimiento en lo que representa el mismo hacia
los demás. La lectura del Servicio del Templo en particular debe hacerse tomando conciencia
de su significado y expresándola como la Palabra de Dios que es, de esa forma y expresado todo
con la mejor voluntad, podrá iluminar a sus hermanos oyentes. Al ser todos los miembros
conscientes de la lectura y estando identificados con la misma nota-clave, elevarán la vibración
del templo etérico. Se supone que la palara multiplica los efectos de lo que puede representar
un pensamiento, quizás por eso, parece ser, Max Heindel repetía en voz baja el servicio cuando
oficiaba otro, esto quiere decir que se puede hacer pero con la intención y deseo anteriormente
dicho para estar en sintonía y para aumentar el poder de la palabra.
Por tanto y para concluir, invito a los miembros de los centros rosacruces, así como a todos
los que asisten a ceremonias litúrgicas o sacramentos, a que asistan con verdadera devoción
y conciencia de lo que se va a realizar, que intenten llevar y manifestar toda su pureza y su amor
para colaborar con las fuerza espirituales, y que se sientan verdaderos receptores y transmisores
de lo que se invoca y se desarrolla en estos rituales y servicios. De esta forma no solo se pueden
sentir en el mismo cielo sino que también los que se acerquen a ellos percibirán algo especial que
les estimulará lo mejor de ellos mismos; esto también es una manera de predicar lo que se
vive interiormente, es decir, la filosofía rosacruz.