Las dos caras de la moneda.
Yolanda Silva Solano.
Una moneda si no tiene dos caras diferentes deja de ser moneda, la vida es igual si en ella no cohabitaran el éxito y el fracaso no sería vida, porque ellos no son más que las dos caras de la misma moneda que es la vida y de la cual ningún ser humano puede liberarse, porque en un mundo en donde la perfección no es nuestro origen, la dualidad es indispensable, no sólo para nuestro crecimiento espiritual y moral, sino también para poder apreciar lo que tenemos y aprender a manejar lo negativo que nos ocurre en determinadas ocasiones. Tanto el éxito como el fracaso son efímeros, ninguno de los dos tiene existencia propia, ambos depende de las circunstancias y también en forma importante de nuestra mente.
.Hay muchos éxitos aparentes, que por una u otra razón el tiempo los convierte en rotundos fracasos, de la misma forma que de un fracaso podemos llegar a un éxito duradero y eficaz, pues la vida no es estática “la realidad significa cambio y crecimiento.” 1097 todo depende del uso que hagamos de los acontecimientos que nos rodean. Éxito y fracaso, son sólo una etiqueta que ponemos a ciertas situaciones humanas, que no son permanentes sino circunstanciales y que nosotros podemos revertir, porque el ser humano tiene en su mente un poder extraordinario pues “el poder moral y la energía espiritual, son fuerzas poderosas que pueden ser utilizadas para tratar situaciones sociales difíciles y resolver problemas económicos complicados”1739
Tanto el éxito como el fracaso son completamente subjetivos, porque se pueden invertir y revertir. El éxito si no lo sabemos administrar puede convertirse rápidamente en un rotundo fracaso. En el plano material podemos ver lo poco que les dura el éxito a quienes han llegado a él sin grandes esfuerzos, ya sea por un golpe de suerte o por una herencia inesperada. Tan pronto la reciben como la pierden. En el plano espiritual, el éxito se puede hasta convertir en pecado, cuando el ego invade la personalidad y se llena de soberbia y olvida o mira en menos, a los que le ayudaron de una u otra forma a obtener el éxito.
Hoy en día la obsesión por alcanzar el éxito, nos lleva muchas veces a lo contrario, porque por alcanzarlo rápido, no pensamos lo suficiente con una mente fría, en las consecuencias que ese aparente éxito puede traer. El éxito personal puede ser fruto de un gran egoísmo, cuando por alcanzarlo, pasamos a llevar a las personas, ignorando que no es posible crecer cortando la cabeza de los otros, porque tarde o temprano, recibiremos lo mismo que a otros hemos hecho, pues “la naturaleza no ofrece más que una clase de justicia: los efectos, que son el resultado inevitable de las causas” 794 creadas por nosotros mismos.
“La competición despiadada que se basa en el egoísmo de miras estrechas, a la larga destruye aquello que pretende mantener. La motivación egoísta y exclusiva de lucro, es incompatible con los ideales cristianos, y con las enseñanzas de Jesús”805, por eso “el hombre debe pasar por la vida, tratando a sus semejantes, como a él le gustaría que lo trataran.” 1451
El éxito puede convertirse en algo peligroso si no se tiene una base firme de espiritualidad que permita continuar con los pies en la tierra, pues el éxito infla al ego que comienza a creerse dueño del mundo, e ignora las debilidades propias de su condición humana y “cuando te sientes importante, pierdes energía a través del desgaste de la dignidad del ego, de manera que queda poca energía para continuar la tarea verdadera.” 555
Como hijos de Dios el éxito debería ser nuestra meta en todo lo que hacemos, porque ello significa excelencia, y ella sólo se adquiere con esfuerzo y conciencia de lo que hacemos. Pero el camino del éxito no es recto, está lleno de curvas peligrosas llamadas fracasos, que debemos aprender a sortear antes de poder cantar victoria, pues el éxito también se puede ver afectado en su verdadero significado si dejamos que nuestro ego se pavonee por haberlo alcanzado y se olvide que sin la ayuda divina difícilmente se hubiese obtenido. El éxito es peligroso porque nubla nuestra visión de la realidad y es engañoso porque es muy fácil de creer y aceptar como algo propio y al aferrarnos a él, casi sin darnos cuenta lo perdemos.
Debemos saber aprovechar el éxito como una experiencia que podemos volver a repetir pero con humildad, porque "el éxito puede generar valor y promover confianza, pero la sabiduría, solo proviene del ajuste al resultado de los propios fracasos. Los hombres que prefieren las ilusiones optimistas a la realidad, jamás podrán ser sabios pues sólo los que se enfrentan a los hechos y los adaptan a los ideales pueden llegar a la sabiduría" 1824
El fracaso es la gran prueba para nuestro ego que suele creerse imbatible, nuestro orgullo es quien sale más lastimado cuando se ve enfrentado tanto al fracaso espiritual como al material y entonces nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos, nos duele no ser capaces de ser mejores de lo que esperábamos.
Sin embargo, "los individuos conocedores de Dios, no se desalientan por la desgracia, ni se deprimen por las desilusiones y los fracasos. Los candidatos para la vida eterna, practican una técnica vigorizante y constructiva para enfrentar todas las vicisitudes y todos los agobios de la vida mortal" porque saben que "las dificultades pueden desafiar la mediocridad y derrotar al temeroso, pero sirven de estímulo para los verdaderos hijos de Dios" 556
El fracaso es una prueba necesaria si queremos alcanzar la perfección, porque sin él nos volveríamos insoportablemente orgullosos, porque al enfrentarnos al fracaso y adaptarnos a la derrota es donde se demuestra si nuestra espiritualidad es verdadera. "La carrera del hombre que busca a Dios, puede ser triunfal a la luz de la eternidad, aunque toda su vida temporal parezca un rotundo fracaso, siempre y cuando cada uno de sus fracasos haya producido sabiduría para su espíritu" 1438
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“Si fracasas ¿te levantas para probar de nuevo? Si triunfas ¿mantienes una actitud equilibrada, estabilizada y espiritualizada?”1102 La respuesta sincera a estas simples interrogantes, es la mejor ayuda para calibrar el grado de espiritualidad que hay en nosotros, porque nos pone en los dos extremos de una misma recta, el éxito y el fracaso. Ellos no se nos dan por casualidad y de ambos debemos aprender a sacar conclusiones que vayan más allá de lo mediático, para que al saber sacarles el verdadero significado, se transformen en experiencias de vida que nos sirvan para después de la muerte, para la vida eterna.
Las dificultades, los fracasos no son sino escalones que si sabemos superarlos nos permiten alcanzar el éxito, porque éste, no es posible conseguirlo sin experiencia y estamos en esta vida para aprender a sortear las dificultades y los problemas inherentes a nuestra condición de humanos, usando nuestra mente y nuestra espiritualidad “la religión no elimina ni destruye los problemas humanos, pero los disuelve, los absorbe, los ilumina y los trasciende.” 2093
Lo importante no son los fracasos en sí mismos, sino la forma como nosotros los tomamos y como aprendemos a sacar conclusiones constructivas de todos ellos. Jesús no consideraba este mundo, un valle de lágrimas, sino la esfera donde nacen los espíritus eternos e inmortales en la ascensión al Paraíso. Esta tierra, es el valle para forjar almas”1675 pues “para el hombre mortal, la existencia equivale al crecimiento.” 1280 A los problemas hay que darles tiempo, para poder verlos en su justa dimensión porque “muchas perplejidades humanas, son en realidad inexistentes. Muchos de los problemas aparentemente graves, sólo son la creación del temor exagerado y el resultado del recelo magnificado. La mejor manera de solucionar problemas enmarañados, consiste en alejarse de ellos por un tiempo.” 1611
El fracaso bien aprovechado, es la antesala del éxito, porque si nuestra mente lo sabe revertir habremos adquirido una experiencia personal que nada ni nadie nos podrá arrebatar, pues el ejemplo sin duda ayuda a hacer las cosas, pero nada es comparable a la propia experiencia porque “cada vez que el hombre hace una elección moral reflexiva, al instante experimenta una invasión divina en su alma.” 2095
Cuando las dificultades, los problemas o los fracasos toquen nuestra vida, no les cerremos la puerta como algo indeseable, sino por el contrario, pensemos que se nos está dando la oportunidad de crecer, sacando fuerzas de nuestras flaquezas, pues al otro lado de la moneda nos espera el éxito.
Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia.
http://www.egrupos.net/grupo/urantiachile
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