Si de verdad deseas cambiar en tu vida, no podrás sino hasta que logres algo previamente. Ese algo resulta ser la auténtica llave del cambio permanente, con lo que todo lo logras, con lo que todo lo alcanzas, con lo que te transformas en otra identidad. Ese algo es: "Sentir que has entendido". Y sólo lograrás entender hasta que adquieras Sabiduría, y ésta es el más alto grado de conocimiento, entonces has de dedicarte a aprender, un aprender surgido de tu deseo de cambiar. Se cierra el círculo virtuoso. Esto lo reflexioné hoy en una de mis conferencias, y tenía que dejarlo por escrito. Me explicaré un poco más ampliamente...
Todos nosotros por naturaleza humana deseamos. Deseamos siempre un cambio conforme vamos descubriendo. Encuentro dos formas de cambiar:
1. Cambio de inicio rápido y proceso paulatino, esforzado y de duración breve
2. Cambio inmediato, sencillo y perenne.
Para iniciar un cambio "rápido, esforzado y breve" podemos echar mano de nuestra fuerza de voluntad. Mediante esta facultad espiritual que tenemos es que podemos cambiar, pero así, en forma "veloz, esforzada y breve". Por eso, cuando una persona desea cambiar algo rápidamente, podrá esforzarse para ello viendo cambios paulatinos y quizá su sorpresa sea que el mismo cambio será fugaz y pasajero. Es cuando rápidamente nos ponemos a dieta, cuando rápidamente le decimos al jefe que deseamos renunciar a nuestro trabajo, es cuando rápidamente terminamos una relación de pareja, es cuando rápidamente empezamos a hacer ejercicio..., pero... si se logra un cambio así de rápido mediante la fuerza de voluntad, aquello que logró moverme de un estado para llevarme a otro, pronto nos llevaremos la sorpresa estar emprendiendo el regreso, por sentirnos mal comiendo tan poco, por haber salido de ese trabajo, por haber terminado aquella relación, por los calambres de tanto y tan súbito ejercicio.
Entonces para volvernos a sentir bien... volvemos al estado anterior. ¿El cambio sucedió? Sí, pero también así de fugaz fue. Así funciona la fuerza de voluntad, una herramienta espiritual ideal que tenemos incluida en nuestra experiencia como humanos, pero debiéndose sólo usar para cuando necesitamos un cambio así de breve, esforzado y aparentemente veloz. En cambio, si deseamos cambiar de verdad inmediatamente, en forma sencilla y perenne, si deseamos ascender al siguiente nivel y ahí quedarse para tomar la fuerza que incluso se requiere para posteriormente ascender al siguiente, entonces se requiere de "Entender", entender por Sabiduría, el más alto grado del conocimiento.
Sólo el sabio alcanza a ver más allá por la experiencia del conocimiento más profundo que ha logrado y por ese entendimiento es que logra cambiar sencillamente y en forma inmediata. ¡Esa es la más gloriosa dicha de sentir que al fin se ha entendido! ¡Entender! La palabra `entender' proviene del latín intendĕre que significa "tender hacia algo". Y sé que ahí se sucede como orden divino la "Ley de Semejanza" de la que tanto hablo en mi filosofía de vida, Nueva Conciencia.
La ley de semejanza dice: "Lo semejante tiende hacia lo semejante, y lo distinto se aleja de lo distinto". Y hoy te aclaro: de igual forma, con esta misma ley, funciona el Universo, de él hacia tí y de ti hacia lo que te ofrece él. Por ello, en una de mis notas anteriores te hablé del "merecimiento", y hoy te afirmo: cuando logras entender al grado de sentir que en verdad ya has entendido, tiendes hacia aquello que has entendido, por merecimiento de comprensión, sin esfuerzo alguno, por pacífica convicción propia".
Entender es un esclarecedor fenómeno que se sucede dentro de uno mismo experimentándose como esclarecedora sensación, y ahí, en el preciso momento en que dices: ¡Ya entendí! Ahí ya se sucedió el cambio, incluso nota que conjugo el verbo `suceder' ¡en pasado! Ahí ya eres otra persona porque ahora tiendes hacia otras cosas en tu vida, el cambio ya sucedió. Entonces es cuando entiendes, y sólo hasta entonces, que por ejemplo el azúcar te hace un gran daño en tu salud, cambias a una alimentación sin azúcar. El cambio es inmediato en el divino chispazo del entendimiento por la cabal comprensión que se sucede al adquirir la sabiduría.
Extracto de un escrito de Alejandro Ariza