LOS ANIMALES, NUESTROS HERMANOS MENORES...(III)
Francisco Nieto
Nosotros nos estamos haciendo maestros en el manejo de la materia física y eso nos ha facilitado el
desarrollo de la mente, de los sentidos, de los deseos y sentimientos, etc., mientras que los
animales están familiarizándose con la forma y con el mundo físico para obtener la base de
lo que será su propio “ser”. Hay una gran diferencia en esto y es que el aprendizaje que
los animales están haciendo hoy junto al ser humano es superior al que hizo el hombre cuando
era aún un autómata puesto que el planeta no es igual ni las experiencias tampoco, por tanto
y aunque el hombre ha impedido mucho el desarrollo de los animales como “conciencias”,
éstos alcanzarán un grado superior al nuestro cuando obtengan el grado de “humanos”.
Como podemos ya intuir claramente, somos (los animales y nosotros) unas vidas que a
través de infinidad de cuerpos, especies, reinos, etc. y bajo la guía y tutela de otras Jerarquías
creadas por Dios antes que la nuestra, estamos evolucionando a través de las formas
materiales para que, gracias a los impactos externos y experiencias, desarrollemos una
conciencia propia que nos facilite una voluntad que es la que nos permitirá trabajar
para desarrollar las virtudes latentes que tenemos (como seres creados
por Dios) en poderes dinámicos espirituales.
La evolución se demuestra en todas las cosas y en todos los reinos, hay minerales duros
y menos duros y tierras de muy diversos grados de densidad; hay vegetales que se
alimentan y viven sobre piedras, otros sobre tierra y otros incluso de otros vegetales;
los animales, al igual que el hombre que se divide y evoluciona por medio de razas y
subrazas, también evoluciona gracias a especies que van de las más salvajes a las
domésticas. Sin embargo, todos evolucionamos sirviéndonos unos de otros incluso dentro
del mismo reino, especie o raza. Así, el vegetal se sirve del mineral, el animal se sirve del
vegetal, y el hombre se sirve de todos ellos gracias a que ha obtenido la voluntad y la
mente, que le permiten ser libres para actuar como quieran pero responsables
de todos sus actos ante las Leyes de Dios.
Aunque la vida que anima los cuerpos de los animales fue “diferenciada” de Dios después
que la nuestra su proceso de evolución es muy similar al nuestro, y por eso se dice que
son nuestros hermanos menores como nosotros lo somos, al fin y al cabo, de los Ángeles.
Cuando estas chispas divinas creadas por Dios comienzan a manifestarse en su descenso
desde los mundos espirituales hacia el mundo físico (ver diagrama de los mundos) son
ayudadas por determinadas Jerarquías para que obtengan unos cuerpos que les
serán necesarios para poder evolucionar en dicho mundo. La humanidad tiene cuatro
cuerpos de los cuales extrae el beneficio de las experiencias de cada vida para luego
abandonarlos como el que abandona un traje porque está viejo o no le vale. El primer
cuerpo y donde tenemos centrada nuestra conciencia es el físico que se relaciona
con el mundo físico, el segundo es el cuerpo vital o etérico que es el que anima el
cuerpo físico y se relaciona con los sentidos y la memoria, de él se habla como de un
fantasma etérico o como un cuerpo magnético o aura; el tercero es un cuerpo de deseos,
sentimientos y emociones y está compuesto de materia del Mundo de Deseos o emocional;
el cuarto es la mente con la cual deberíamos gobernar el resto de los cuerpos correctamente
para no caer en el aspecto animal ni en el materialismo que nos lleva a actuar con
maldad, ésta está formada por materia del Mundo del Pensamiento.
Bien, los minerales solo tienen un cuerpo físico (no crecen, ni se reproducen, ni tienen
sentimientos, ni razón…); los vegetales tienen un cuerpo físico y otro etérico, por eso
crecen se reproducen y mueren cuando se les quita la vitalidad o vida; los animales, sin
embargo, ya muestran una gran diferencia con los anteriores reinos, y es que además de
esos mismos cuerpos también tienen el cuerpo de deseos que les permiten parecerse
mucho a nosotros, es decir, que pueden desear, tener sentimientos y emociones, procrear,
etc. A estos solo les falta el cuerpo mental que es lo que nosotros obtuvimos hace millones
de años y que nos permitió tener voluntad y libre albedrío, es decir, ser humanos. Esto
nos debe llevar a comprender que todo el bien que hagamos por los animales es una
ayuda para que adquieran esa autoconciencia humana; mientras que las matanzas,
los malos tratos y otros hechos malévolos son impedimentos para su desarrollo y
evolución hacia nuestro estado de conciencia. Nosotros somos responsables ante la Ley
de Consecuencia del mal que hagamos a los animales puesto que obtuvimos la voluntad,
la razón y el libre albedrío para así poder acelerar nuestro proceso evolutivo pero, lo mismo
que en nuestros primeros tiempos “caímos” en el mal, ahora seguimos cometiendo errores
y haciendo maldades entre nosotros mismos y con los animales. Sin embargo, los animales,
además de no hacer mal intencionadamente, no están bajo la Ley del Karma porque no son
individuos acumuladores de experiencias que les lleve a renacer como tal, sino que están
unidos a un Alma-Grupal donde el fruto de lo vivido en un cuerpo y especie se disuelve
y engrandece lo vivido por todos los demás animales de esa especie. Cuando esa Alma-Grupal
considera que esas vidas han evolucionado lo suficiente como para dar un paso más en
la evolución, les prepara para obtener un cuerpo mental y los medios necesarios como
para comenzar a caminar en un cuerpo y con una conciencia humana.
Al igual que ocurre en los colegios, institutos y universidades respecto a los niveles de
aprendizaje, ocurre con los animales y ha ocurrido con los humanos y todas las Jerarquías
o enjambres de Espíritus creados por Dios; siempre ha habido precursores y rezagados. Así,
por ejemplo, en la oleada de Espíritus de los Ángeles se rezagaron los Luciferes y éstos
ser sirvieron y se sirven de nosotros para continuar su desarrollo; en nuestra oleada o
enjambre de Espíritus, los rezagados evolucionan en otras razas y subrazas excepto los
primeros y más rezagados que hoy habitan los cuerpos de los antropoides. Entre los
Ángeles los precursores están a nivel de los Arcángeles y más elevados aún, entre los
humanos, los precursores están más allá del nivel de los Ángeles; entre los animales los
adelantados están esperando ya la oportunidad (el siguiente cambio) de continuar su
evolución como humanos. El ser humano siente la necesidad de renacer porque su Alma
sabe que es a través de los diferentes cuerpos y de las experiencias como puede alcanzar
la perfección espiritual, pero los animales no puesto que aún no tienen esa Alma (el yo)
individual sino que son guiados a través de las especies (de más salvaje a más domésticas)
hasta que lo acumulado por ese Alma-Grupo sea suficiente como para que
sirva como base de la iniciación en el reino humano.
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