Suele ocurrir, cuando el aspirante da sus primeros pasos, que éste tenga momentos de debilidad
en su esfuerzo por alcanzar sus nuevos y elevados ideales, pero también suele ocurrir que sea
tentado para que abandone ese sendero y reoriente su conciencia en sentido contrario, es decir, hacia
la magia negra. Antes de la venida de Cristo la humanidad era dirigida y controlada por las Leyes
de Jehová pero, a partir de las nuevas enseñanzas y del mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza… y a tu prójimo
como a ti mismo”, el hombre es libre para elegir el camino y acelerar o no su recorrido. Muchos
caminos, (aunque principalmente el de la mente y el del corazón) son los que llevan a Dios, y
entre ellos hay que saber discernir para no desviarnos hacia los de la izquierda o de magia negra.
Se llama sendero de la derecha o de magia blanca a aquel que, una vez que el individuo siente
la llamada, le conduce de manera más recta hacia la próxima meta. Pero lo mismo que decimos
que el mal es un bien en evolución, también una religión, una escuela terrenal o unos ejercicios
que para unos son buenos para otros son senderos de la izquierda. Unos hechos o
circunstancias pueden ser correctas o estar bien situados para algunos mientras que para
otros puede ser lo contrario. Con esto quiero decir que quien comience en esta vida a hollar el
Sendero de Santidad debe cuidarse bien de no desviarse hacia lugares o ejercicios que,
aunque le despierten algún poder psíquico, le podrían perjudicar las facultades superiores.
Estas facultades, como la formación de un ser humano, deben desarrollarse a su debido
tiempo, y el camino de la magia negra lo único que hace es abortar ese proceso. Por mucho
empeño que ponga el principiante y por muchas prisa que tenga por ser consciente en los
mundos superiores no va a pasar de las regiones inferiores del Mundo del Deseo, mientras
que si hace las cosas según una verdadera escuela iniciática y por el camino correcto, será
libre de andar por esos planos y otros más elevados.
Así es que, si un estudiante de ocultismo desea prepararse para ser discípulo de un
Maestro y, por tanto, para la iniciación, debe saber que para ello se requieren ciertas condiciones
mentales y del carácter, por tanto, no solo debe seguir estudiando e investigando sino que,
además y principalmente, debe disciplinar su carácter y desarrollar una naturaleza
amorosa y fraternal. Cuando se ha trabajado subjetivamente hasta cierto grado es cuando
la acción del Yo superior nos pone en contacto con un Maestro y con una escuela. Muchas
veces somos observados y puesto a prueba incluso sin estar unidos a escuela alguna, pero
cuando lo estamos es muy fácil percatarse de que alguien nos está entrenando sin que
seamos consciente de ello. Son muchos los casos en que después de afiliarse a una
escuela o Fraternidad y después de comenzar el grado de “Probacionista” con gran
ilusión y esperanza, perdemos ésta y pensamos que el esfuerzo no ha merecido la pena;
sin embargo no es así porque lo que ocurre es que el trabajo sobre el yo superior es
tan sutil que ni lo imaginamos. Así es que, el aspirante nunca debe desesperar ni debe
dejar de trabajar con la intención de unificarse con su Yo superior.
El trabajo de un Maestro no es percibido muchas veces porque se realiza sobre la conciencia
superior y, si el aspirante no se sitúa (como personalidad) en ese estado no percibirá
su progreso. Por otro lado, de nada sirve el trabajo de un Maestro desde los planos
superiores si la personalidad no trabaja para ir en su busca desde el mundo físico,
una cosa es hollar el sendero y otra estudiar sus características, es decir, una cosa
es leer lo que explico en este artículo (como los que escriben otros muchos) y otra poner
manos a la obra y no dejar de persistir aunque se pierdan las esperanzas. El sendero
es interno y cuando hay continuidad se unen el aspecto cerebral con la subconsciencia
y la supraconciencia, pero para conseguir esto debe expresarse el deseo. Alguien opinará
que lo necesario es la voluntad y es cierto pero cuando un aprendiz de ocultismo
comienza a andar seriamente el sendero, le puede bastar el deseo si éste es lo
suficientemente intenso y persistente como para no vacilar ni extenuarse ante las
pruebas. En algún sitio leí que un Maestro sumergió la cabeza de su discípulo en agua
y, cuando éste ya no aguantaba más y deseaba respirar aire le dijo su Maestro: “Cuando
desees la luz con un deseo tan intenso como el que tienes ahora por respirar aire, lo recibirás.”
Cuando sentimos ese impulso o deseo de progresar debemos comenzar por analizarnos
para ver cuáles son nuestras herramientas y cuál es el campo donde debemos trabajar
(virtudes y defectos) y, a partir de ahí, ser nosotros mismos y hacer el bien desde el
punto de vista del cuerpo de deseos y mental (pensamientos, deseos, sentimientos…)
Da igual el oficio que tengamos, creo que fue Sta. Teresa quien dijo que “Dios también ser
encuentra entre la cacerolas”, se trata de hacer todo como si fuera para Dios, hacer todo
con amor, y ser competentes y responsables en nuestros deberes; si no se hace así pronto
se debilitará nuestra aspiración. Hay que tener presente que según vamos agotando las
posibilidades en el trabajo y en el medio que nos rodea, nos facilitan más posibilidades
pero, para que esto ocurra, se deben haber aprovechado al máximo las oportunidades
y circunstancias y se deben desear profundamente otras nuevas. Los Maestro que observan
a un posible discípulo tienen en cuenta todos los detalles y el que exprime y desarrolla
toda posibilidad de provecho lo mostrará como luz interna a la visión del Maestro.
Es muy fácil atraer la atención de un Maestro para un estudiante de ocultismo, con esforzarse
para progresar en su desarrollo espiritual y con pensar y desear el contacto con él suele
ocurrir, aunque al principio no lo notemos. Sin embargo, si al cabo de un tiempo, las
circunstancias de la vida cambian, surgen momentos tensos, o incluso nos parece que
nuestra libertad está siendo afectada, significa que el Maestro está poniéndonos a prueba.
Pruebas duras y pérdidas vienen al aspirante en sus “mejores” momentos y cuando más
confiado está para ver si verdaderamente está preparado para dar un paso más. Debe
quedar claro que no son las tareas y lo material lo que hay que dejar de hacer, puesto
que los deberes y responsabilidades deben ser cumplidos, sino que son los deseos los
que deben ser controlados y superados pues, la meta es “Buscad primero el Reino de
Dios y su Justicia que todas las demás cosas se os darán por añadidura.” Solo aquel que
carece de deseos egoístas y personales pasa al siguiente peldaño. Cada cima de
montaña que se alcanza permite ver la siguiente por la que debe esforzarse el
aspirante pero con cada una de ellas se descubre más Luz y más libertad.
Cuando hay verdadero deseo y aspiración por encontrar la Verdad, el aspirante no duda porque
sabe y siente que la Verdad está creciendo en su interior, y esa Verdad es la que tendrá como meta
en todo su sendero. La aspiración del principiante por alcanzar algún día la iniciación debe ser
mantenida siempre de una forma voluntaria y consciente, tanto a la hora de dormir (para trabajar
en los mundos invisibles) como en toda labor que se haga durante el día. La perfección del carácter
y el servicio amoroso y desinteresado al prójimo deben ser la base para alcanzarla y en lo que,
mayormente se fija el Maestro. Los Maestros no aceptan a un aspirante para satisfacer su
curiosidad o su deseo de consciencia en los mundos superiores sino por su deseo sincero
de servir a la humanidad; nadie que busque conocimiento para desarrollar poderes ni para
utilizarlos personal y egoístamente obtendrá la aprobación de un Maestro para ser
su discípulo. De esta forma nunca habrá sintonización entre un aspirante y un Maestro.
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