Memorias de Max Heindel y la Fraternidad Rosacruz
NUESTRA PRIMER IMPRENTA
( Comienzos de 1.912. Ver introducción Echoes nov. 1.914 pag. 17)
De cuando en cuando surgían dificultades especiales y una situación muy seria se presentó cuando la
editorial que en Oceanside publicaba un informe semanal dejó de imprimir nuestras lecciones mensuales,
pués el doblado y estampillado eran de un gran trabajo, y era la única imprenta en el pequeño pueblo.
Nosotros mismos organizábamos e imprimíamos las lecciones mensuales en nuestra vieja imprenta,
pero Max Heindel tenía la maravillosa facultad de solucionar cada emergencia. Jamás permitía este
hombre de amplitud mental y siendo tan enérgico, que las circunstancias le dominaran y sus nobles
pensamientos podían siempre encontrar las soluciones necesarias.
Esta emergencia le condujo a Los Angeles, donde adquirió en cuotas mensuales una pequeña impresora Gordon.
Luego de unos días se envió la imprenta la que fué puesta en funcionamiento en la Sede Central; funcionaba
con energía humana, accionada por la energía que Max Heindel proporcionaba con los pies. Al ser puesta en
la galería de entrada, resultó ser muy grande para la puerta. El empleado de servició de transporte y Max Heindel,
luego de intentar por algún tiempo la manera de introducir la impresora, y tras fracasar decidieron dejarla afuera.
Si creemos en milagros, entonces debemos admitir que un milagro ocurrió en la mañana siguiente.
Mientras la que escribe (la que aún era la cocinera) preparaba el desayuno,
Max Heindel se sentó en la galería a meditar en como entraría la imprenta.
Pensó que sería necesario llamar a un carpintero de Oceanside para que quitara el marco de la puerta tras
lo cual entrarían la imprenta; una vez más el destino jugó su papel y ayudó a resolver este problema.
Justo en ese momento un viajante que venía por la carretera de acceso preguntó si se le podía brindar el desayuno,
cuando se sentó en la galería a esperar que el desayuno fuera servido, nota la imprenta.
"Oh, dijo, tiene una imprenta Gordon nueva?", porque yo solía trabajar para la fábrica que hace estas imprentas",
luego Max Heindel le comunicó su problema y el hombre rió: "Por qué, eso es sencillo, sólo quiten este tornillo
y tiren de ese soporte y la imprenta pasará por la puerta como si nada",. Luego del desayuno este hombre ayudo a
Max Heindel a ubicar la imprenta y hacerla funcionar.
Con la adquisición de esta imprenta los Heindel enfrentaban un nuevo trabajo, el de mantenerla en funcionamiento.
Sus tareas multitudinarias también incluían la de preparar la imprenta para las lecciones mensuales
de los estudiantes, así como la impresión, el doblado y ensobrado. Ahora con esta imprenta Max Heindel
también debía escribir e imprimir panfletos y producir otro tipo de literatura con vistas a expandir
el trabajo y las enseñanzas.
VISITANTE BLANCO Y NEGRO
Luego de unos meses de trabajo agotador de la imprenta, el que a veces recaía en quién escribe cuando
el corazón de Max Heindel se debilitaba, un joven hombre vino, y pudo quedarse algún tiempo tras ofrecer
su trabajo a cambio de casa y comida. Tiempo después el Sr. Maretin Hill y Max Heindel decidieron instalar
un pequeño motor eléctrico bajo la imprenta y tendieron una polea del motor a la imprenta.
Así tan sólo encendían el motor del sótano cuando deseaban utilizar la imprenta.
Un día mientras los dos hombres estaban bajo la casa y quién escribe trabajando en la oficina,
ella los escuchó como si llamaran a una mascota; luego Max Heindel nos llamó a que fuéramos a
ver a la simpática mascota. Bien, apenas la que escribe se acercó a la abertura del sótano,
de una vez vió el tipo de mascota de la que se trataba. Era un zorrino! el que aún no se
habia hecho conocer! La salida de ambos del sótano fue realmente de lo más graciosa.
Ese tipo de mascotas con el tiempo se volvieron un molestia en Mount Ecclesia.
La visita perfumada de esos animales fué algo embarazosa durante los primeros años,
las que se filtraban bajo la casa durante las noches.