Buscad primero el reino de Dios y su rectitud, y cuando los hayáis encontrado, todas las demás cosas esenciales para la supervivencia eterna, estarán aseguradas por añadidura».
Jesús nos dice que "las llaves del reino de los cielos son: sinceridad, más sinceridad, y más sinceridad. Todos los hombres poseen estas llaves. Los hombres que las usan, avanzan en su estado espiritual, mediante decisiones, más decisiones y más decisiones. La elección moral más elevada es la elección del valor más alto posible, y siempre consiste en elegir hacer la voluntad de Dios.435" Esto significa que todo lo que hacemos lo debemos hacer no para darle gusto a los demás o para seguir reglas y ritos establecidos, sino que nuestras acciones e intenciones, deben ser motivadas por nuestro deseo de encontrar a Dios en nosotros y por nosotros mismos. Las religiones, los libros, las charlas, nos pueden servir para despertar nuestra conciencia, pero ellas en sí mismas, no pueden marcar nuestro grado evolutivo, ni nuestra espiritualidad, porque esto es una cuestión absolutamente personal, ya que "es la actitud de un alma individual en sus relaciones conscientes con su Creador.1603
Al pedirnos como requisito básico la sinceridad nos está llamando el Maestro a revisar nuestras creencias, porque muchas veces en ellas hay muy poca sinceridad, con nuestros labios afirmamos una cosa, pero en la práctica hacemos lo contrario, hay una tremenda dicotomía entre lo que decimos creer, incluso en lo que oramos y la forma en que actuamos. El Padre Nuestro es la más bella de las oraciones porque nos enseña a hacer la voluntad del Padre y a perdonar a nuestros hermanos, millones de creyentes la recitan a diario, pero entonces ¿por qué el mundo está como lo vemos?
Buscar el reino de Dios es tener el deseo sincero de hacer la voluntad de Dios, no en algunas ocasiones determinadas, sino siempre y de una manera especial mantener ese deseo sincero, cuando no comprendemos con nuestro intelecto lo negativo que nos puede estar pasando, es entonces cuando debemos creer en el amor de nuestro Padre. "Cuando se acumulan las nubes, vuestra fe debe aceptar la presencia del Espíritu residente y así podrías ver más allá de la incertidumbre mortal, el brillo claro del sol de la rectitud eterna.1194"
"Jesús deseaba sustituir la idea de reino, rey y súbditos por el concepto de familia celestial, Padre celestial, e hijos liberados de Dios ocupados en el servicio gozoso y voluntario de sus semejantes y en la adoración sublime e inteligente de Dios el Padre. Por eso buscar la cercanía con Dios requiere de: ."La fe y la sinceridad. Venir como un niñito, para recibir el don de la filiación como un regalo; someterse a hacer, sin preguntas, la voluntad del Padre, y con una genuina y plena confianza en la sabiduría del Padre; entrar al reino, libre de prejuicios y preconceptos; tener la mente abierta y dispuesta a aprender como un niño pequeño y 2. tener el hambre de la verdad y la sed de rectitud, para un cambio de la actitud mental y la adquisición de la motivación para ser como Dios y para encontrar a Dios.1861"
Pero si bien es cierto que se nos pide la sinceridad de un niño, también para entrar en el reino se nos exige que crezcamos como adultos capaces de tomar nuestras propias deciciones, porque "la rectitud de todo acto debe ser medida por el motivo. "Jesús nunca se preocupó ni por la moral ni la ética como tales. Se preocupó siempre y plenamente por aquella relación interior y espiritual con Dios el Padre, que tan certera y directamente se manifiesta exteriormente en el servicio amante a los hombres. Enseñó que la religión del reino es una experiencia personal genuina que ningún hombre puede contener dentro de sí mismo, porque la conciencia de ser miembro de la familia de los creyentes, conduce inevitablemente a la práctica de los preceptos de la conducta familiar, al servicio a los propios hermanos y hermanas en el esfuerzo de elevar y expandir la hermandad.1876
Cuatro son los requisitos para pertenecer al Reino y hacer la voluntad divina:
1. El perdón de Dios se hace realmente disponible y el hombre lo experimenta personalmente sólo en la medida en que él mismo perdona a sus semejantes.
2. El hombre no perdona de verdad a sus semejantes, a menos que los ame como a sí mismo.
3. Amar así a tu prójimo como a ti mismo es la ética más elevada.
4. La conducta moral, la verdadera rectitud, se torna entonces en el resultado natural de dicho amor.
La pregunta es ¿estamos cumpliendo estos requisitos?
yolanda silva solano