A veces nos invade una sensación
de tristeza que no logramos controlar.
Percibirnos que el instante mágico
de aquel día pasó, y que nada hicimos.
Entonces la vida esconde su magia y su arte
Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día,
y que todavía existe dentro de nosotros.
Ese niño entiende de momentos mágicos.
Podemos reprimir su llanto,
pero no podemos acallar su voz
Ese niño que fuimos un día continúa presente.
Bienaventurados los pequeños,
porque de ellos es el Reino de los Cielos
Si no nacemos de nuevo,
si no volvemos a mirar la vida
con la inocencia y el entusiasmo
de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo
Existen muchas maneras
de suicidarse.
Los que tratan de matar el cuerpo
ofenden la ley de Dios.
Los que tratan de matar el alma
también ofenden la ley de Dios aunque
su crimen sea menos visible a los ojos del hombre
Prestemos atención a lo que nos dice
el niño que tenemos guardado en el pecho.
No nos avergoncemos por causa de él.
No dejemos que sufra miedo,
porque está solo y casi nunca se le escucha
Permitamos que tome un poco las
riendas de nuestra existencia.
Ese niño sabe que un día es diferente de otro
Hagamos que se vuelva a sentir
amado.
Hagamos que se sienta bien,
aunque eso signifique obrar de una
manera a la que no estamos
acostumbrados, aunque parezca
estupidez a los ojos de los demás
Recuerden que la sabiduría de los
hombres es locura ante Dios.
Si escuchamos al niño que tenemos en
el alma, nuestros ojos volverán a brillar.
Si no perdemos el contacto con ese
niño, no perderemos el contacto con la vida.
(Autor Paulo Coelho)
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